Capítulo ochenta y cinco

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Me levanté del sofá sin dejar de mirar esa escena y fui directamente hacia mi esposa que se encontraba con esa rubia teñida. Pero Alex me detuvo.

—¿A dónde vas __________?

—Eso no te incumbe.

Intenté ir en esa dirección una vez más pero Alex se puso delante de mi contándome el paso. Esto empezó a irritarme.

—Alexandra, te voy a recomendar que des un pequeño paso hacia un costado y me dejes pasar —dije con mis ojos ya un poco rojos.

—Ni lo pienses. No voy a dejarte pasar para que acribilles a mi hermana.

Sonreí con sadismo y empecé a caminar hacia Alex con furia. Pero ella no retrocedió, en cambio, puso un cuchillo en mi pecho.
Bajé la mirada hacia el cuchillo y volví a mirarla con una sonrisa.

—Hazlo —la incité.

Ella me miró con un poco de confusión al respecto pero siguió en la misma posición.

—Matarme lo único que te traerá son más problemas que beneficios. Lena te odiará, mi familia te mataría en cuanto me viera en el suelo y dejarías sin madre a mis hijos. ¿No quieres dejar a unos pequeños sin su madre, verdad?

—Yo creo que Lena haría un muy buen trabajo.

Mi expresión de sonrisa cambió a un semblante serio. Mis ojos estaban rojos en su máximo esplendor con venas negras debajo de ellos.
Estaba lista para atacarla cuando Hope me interrumpe y coloca sus manos entre nosotras.

—Creo que deberían calmarse —dijo mi hermana, molesta.

—Miré a mi hermana y le respondí—. Aquí estamos muy calmadas. ¿Verdad Alexandra? —dije mirando a Alex en la última frase.

—Claro, super relajadas como unas gotas de agua —dijo Alex con sarcasmo.

—Tan tranquilas que están que tú tienes los ojos rojos y ella te está clavando un cuchillo en el pecho. Que por cierto, te recomiendo que lo retires.

Entre toda esa situación de tensión no me di cuenta cuando mi esposa terminó de hablar con la hermana de Alex y venia con una sonrisa hacia nosotras. Pero su semblante cambió cuando nos vio a las tres tensas.
Su sonrisa lo único que hizo fue ponerme aún más molesta y con ganas de matar a la rubia.

—¿Qué está pasando aquí? —dijo mi esposa mirándonos.

Automáticamente todas dejamos nuestro lado agresivo y la miramos con una sonrisa.

—No esta pasando absolutamente nada, cuñada. ¿Verdad chicas?

—Claro que no. Está todo bien, Lena —dijo Alex sonriendo.

Me alejé de la situación mientras mi hermana y Alex se quedaban hablando con mi esposa.
Salí de la casa y me fui al pequeño bosque que se contraba por ahí.
Principalmente me puse a correr en mi forma de lobo pero cuando volví a mi forma humana empecé a destruir todo lo que encontraba con mis manos.
Finalmente, después de descargar tanta ira con las pobres cosas que se encontraban en mi camino, caí derrotada en el piso y cayeron lágrimas de mis mejillas.
Tanta ira y tristeza mezcladas hacia que no pudiera contener mis emociones.
Empecé a jugar con una rama mientras me metía en mis pensamientos más profundos.
En un momento escuché cómo una rama se rompía, pero no le presté atención pensando que era algún animal.
Sequé mis lagrimas y empecé a alertarme cuando seguí escuchando ramas rotas y cada vez más cerca.
Me levanté del suelo y mis ojos se pusieron rojos para poder ver en la oscuridad.
Cuando me volteé vi a Sabrina que estaba llegando hacia mi, así que volví a mi posición original.

—Hey —dijo ella tratando de llamar mi atención.

Como no le respondí ella se acercó y se puso en cuclillas.

—Oye, ¿qué pasó?

Me abracé con ella y me aferré fuertemente mientras seguía llorando en su hombro. Ella acariciaba mi espalda para intentar tranquilizarme.
En un momento logré estabilizarme y me separé limpiando mis lagrimas nuevamente.

—¿Quieres contarme? —Me miró con dulzura.

—Es que es muy estúpido.

—No es estúpido si eso te puso mal, _______.

—Es que me siento muy insegura y muy insuficiente y no me gusta sentirme así. Sé que tenemos hijos y su historia ya pasó hace tiempo, pero sé que la rubia aún la ama y Lena ya me mintió una vez y tuve que enterarme de que ellas se habían besado. ¿Cómo podría tener confianza en que no lo hará otra vez?
Literalmente están en el mismo espacio y en cualquier momento podrían hacer algo más.
Tal vez es tonto lo que te estoy diciendo y probablemente me veo muy patética, pero no quiero perderla y siento que ella podría quitármela de mis brazos.
Lena no es un objeto y no quiero referirme a ella así, ella puede hacer lo que quiera. Pero es mi esposa y el amor de mi vida, y si yo la pierdo, no sé qué voy a hacer con mi vida.
Siempre ha elegido a la rubia por sobre mí y por una vez que me escoge no significa que va a seguir haciéndolo.

Sabrina se había quedado escuchando atentamente todo lo que le había dicho. En un momento se hizo silencio y supuse que es porque estaba buscando las palabras correctas para decirme.

—Comprendo todo lo que dices y en parte tienes mucha razón en lo que sientes. Pero en parte no.
Piensa que Lena se casó contigo por algo, no con ella. Piensa que ella se despierta todas las mañanas y lo que está a su lado eres tú, no ella. Y estoy segura de que ella siempre va a elegirte a ti porque eres el amor de su vida.
Tuvieron esos hermosos niños que son la luz de sus ojos y no va a tirar todo por la borda solo por una persona que forma parte de su pasado.
Sé que tal vez no quieras aceptarlo, pero ellas se debían una charla por como terminó su historia.
Tal vez en algún momento ellas puedan ser amigas o tal vez no, pero tú siempre vas a ser el amor de su vida. Y esa rubia no va a cambiarlo, __________.
Eres más que suficiente y eres una gran esposa y persona. No lo olvides.

—Sí, tienes razón. No sé cómo controlar esto que siento. Nunca me había pasado y siento que me supera.

—Lo único que puedo decirte es tiempo. Necesitas tiempo.

—Gracias, Brina.

Nos abrazamos y nos levantamos del piso.

—¿Vamos?

—Sí, vamos —le respondí.

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Lena y TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora