Capítulo ochenta y seis

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Íbamos caminando con Brina por el bosque de vuelta a la casa de Alexandra. Todo parecía estar aparentemente tranquilo.
De a poco, empecé a visualizar la casa a lo lejos. Y cuando ya estábamos relativamente cerca, mi estado de ánimo comenzó a decaer nuevamente.
Brina pareció notarlo, ya que dijo lo siguiente.

—¿Vas a estar bien?

—Claro —respondí sabiendo que en realidad no me creía ni yo misma.

Respiré hondo y entré cuando Sabrina abrió la puerta de entrada.
Inmediatamente el olor a la comida comenzó a embriagarme, y los sonidos de todos conversando a aturdirme.
Ignoré el sentimiento de agobio y fui hacia donde se encontraban mis pequeños. Cuando llegué a la cuna vi que estaban dormidos, así que los tapé y les acaricié su carita.
Sonreí ladinamente mientras los veía y me perdía en mis pensamientos.
En un momento, una mano en mi hombro hizo que volviera a la realidad y me asustara. Con velocidad vampirica, me di la vuelta solo para encontrarme con mi hermana.

—¿Todo en orden? —Empezó a analizarme.

—Sí, ¿por qué la pregunta?

—Sé que te molesta la presencia de algunas personas aquí. Además, estuviste fuera mucho tiempo.

—Está todo bien, Hope. Puedes relajarte.

—¿Segura?

—Sí.

Mi hermana, no muy convencida, se retira a donde estaba su esposa, Josie.
Muy pronto, la cena estuvo servida luego de tanta espera y nos sentamos a comer.
De un lado estaba la familia de mi esposa, y del otro la mía.
Tuve que admitir que me dolió ver a Lena del lado opuesto a donde estaba, pero no dije nada y solo empecé a comer.
La cena transcurrió de forma pacífica, sin ninguna pelea o discusión. Lo único que me afectaba era ver a mi esposa hablando con Alexandra y su hermana.
Seguí sin decir nada y solo me concentré en mi comida mientras sentía un extraño ardor en mi pecho que me hacía querer derramar lágrimas.
En un momento dado, mi tío se levantó junto con su copa y propuso brindar por esta reunión y la paz entre las familias.
Todos levantamos nuestra copa y acto seguido tomamos el líquido que se encontraba allí.
Algunas veces la familia de mi esposa y la mía intercambiaban algunas palabras, pero simplemente no me interesaba. Lo único que quería era irme de allí cuanto antes.
Después de comer, vino el postre y siguieron comiendo animadamente. Todos, menos yo, no tenía muchas ganas de comer. La situación había cerrado mi estómago.
Ella aún seguía sin prestarme atención, ni siquiera había volteado a mi dirección. Pero me resigné a que eso me afectara y empecé a hablar con mis tías sobre mis hermosos hijos.

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Finalmente, toda esa situación de agobio había llegado a su fin. Nos encontrábamos despidiéndonos de la familia de mi esposa para poder volver a nuestros hogares.
Me despedí de mi propia familia, y cuando me tocó despedir a Sabrina, ella susurró en mi oído que no olvidara sus palabras y que lo tomara con calma.
Solo asentí mientras sonreía falsamente.
Subí a mis hijos al vehículo y les abroché el cinturón para proveerles seguridad. Luego, me subí al asiento del conductor y empecé a conducir a una de mis tantas casas.
En el camino, Lena me contaba cómo había disfrutado hablar con Alexandra y que había podido arreglar las cosas con Kara y ella se sentía muy bien con eso.
Todo lo que le respondí es que me alegraba de ello y que me gustaba verla feliz. Era cierto en parte, pero en parte no.
El ardor en mi pecho volvió a surgir y esta vez no pude evitar que una lágrima descendiera por mi mejilla. La falta de luz hizo que no se notara, así que rápidamente limpié esa gota de agua.
Mi esposa siguió contándome todo animadamente y en un momento llegamos a casa.
Estacioné el vehículo en el garaje y saqué a mis pequeños de allí para ponerlos en su carrito y llevarlos a sus cunas.
Entramos, dejamos las llaves y las carteras en una pequeña mesa que se encontraba por allí y subí a dejar a los pequeños.
Los arropé y fui al baño a lavarme la cara e intentar controlar mis emociones.
Cuando salí encontré a Lena en la cama con su ropa de dormir ya puesta esperándome.
Busque mi ropa en el armario y me cambié allí mismo.
Lena se acercó a mí y tocó mi vientre para luego descender. Pero me alejé de su tacto y le sonreí ladinamente.

—¿Qué pasó? —preguntó ella al ver mi reacción.

—Hoy no tengo ganas. Estoy algo cansada. Otro día, ¿si?

—Esta bien.

Ella se quedó algo confundida, ya que nunca la rechazaba. Pero lo aceptó y me hizo lugar para que yo pudiera entrar en la cama.
Me dio un beso y me dio las buenas noches. Se puso de espaldas a mí y unos momentos después noté que se había dormido.
Por otra parte, yo me había quedado mirando el techo mientras pensaba.
Al notar que no podría dormir, me levanté con cuidado, me cambié y sin hacer el más mínimo ruido salí de casa para ir a caminar por allí.
No había casi nadie en las calles, y era lógico, ya que era de madrugada.
Me acosté en el asfalto y empecé a mirar a las estrellas. Todo me recordaba a ella. Rompí en llanto nuevamente, un llanto desgarrador, uno que hacía que mi alma se agrietara.
Grité, grité fuerte y con rabia. Pero nadie escuchó. Solo el eco y las sombras de la noche que abrazaban mi ser.
Un vehículo solitario tuvo la mala suerte de cruzarse en mi camino y frenar para preguntarme si estaba bien.
Era una mujer de ojos marrones y pelo castaño. Era alta y delgada, y se notaba un poco triste, al igual que yo. Así que decidí terminar con ella.

—No vas a moverte y tampoco vas a hacer ningún ruido —dije mirando fijamente sus ojos.

La mujer obedeció e inmediatamente saqué mis colmillos para clavarlos en su cuello y alimentarme de su sangre.
No sabia mal, era un poco dulce.
No me di cuenta cuando pasó el tiempo y dejé a esa pobre mujer sin una sola gota de sangre y sin vida. La arrastré hacia la un costado de la carretera y la enterré por allí.
Me subí a su vehículo, limpié mis labios que contenían su sangre y conduje su vehículo a un lugar aislado en el cual nadie lo buscaría.
Regresé a casa, limpie mi cara y mis dientes nuevamente. Y me acosté para dormir.
Un momento después empecé a sentir cansancio y me dormí sin darle más vueltas al asunto.

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Lena y TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora