Después de una larga conversación entre Elton y Aylen sobre quien puede comer más piezas de sushi en una noche es que llegamos a casa de Damián; ubicada en el barrio más peligroso de la ciudad y decorada con pequeños árboles de flores amarillas, debo decir que no es nada a como me la imaginaba.
— ¿Qué te sucede?— pregunta Elton cuando nos encontramos en la puerta de entrada.
— Nada, sólo tengo un poco de hambre— miento. Lo que me pasa es que estoy a punto de encontrarme con esos ojos otra vez y no sé cómo vaya a resultar; de momento todo grita peligro a mi alrededor, desde la manera en la que la puerta de la casa está abierta para que cualquiera entre hasta el olor a hierba que se desprende desde la sala de estar.
Cuando entramos mi corazón se paraliza un poco más; Aylen debe pensar que soy una estúpida y Elton no debe de entender para nada mi comportamiento, pero está bien porque yo apenas estoy comenzando a procesar que estoy pisando la casa de Damián Gutiérrez.
Mi corazón está a punto de salir de mi pecho; al interior todo está más o menos ordenado a excepción de unas cuantas cervezas esparcidas en la mesa de centro y unos cuantos chicos merodeando por el lugar mientras ingieren algún tipo de droga. Debería preocuparme de este ambiente y cuando observo a Elton y su rostro de desconcierto sé de antemano que él está más que preocupado por lo que está pasando, pero ya no hay marcha atrás; no es como si realmente viniera a compartir con los amigos de Aylen de todas maneras. Mi objetivo es otro.
Aylen de inmediato comienza a presentarnos a un montón de gente que no me podría interesar menos; yo observo hacia todos lugares intentando encontrarme con un rostro que ni siquiera parece estar allí.
Una vez más mi vista se vuelve algo confusa; todo a mi alrededor da vueltas y, antes de que estalle en un ataque de algo, le pregunto a Aylen dónde está el baño para poder coger un poco de agua.
La muchacha me señala una de las puertas en el fondo del pasillo y yo camino hasta allá dejando a Elton sólo pero prometiéndole que volveré en tan sólo unos instantes; solamente necesito respirar un poco.
Mis pies se mueven de manera fugaz y mis ojos se clavan en cada rincón de la casa en búsqueda de algún indicio o alguna pista que me pueda decir qué está ocurriendo aquí, pero nada; las paredes no tienen fotografías, los sillones parecen nuevos y la casa entera pareciera estar preparada para ser vendida en cualquier momento.
Abro la puerta del baño y la cierro con fuerza para darme un vistazo en el espejo; parezco un desastre y la verdad es que ni siquiera me preocupa.
Dejo correr el agua de la llave para beber algo y posteriormente mojar mi cuello intentando calmar un poco mi ansiedad; al interior del lugar todo está reluciente pero vacío. Los muebles vacíos, los estantes vacíos, e incluso el basurero está vacío.
— Respira— me digo a mí misma, observando mi rostro en el reflejo del espejo— respira, Carla. Tienes esto bajo control.
Obviamente, me estoy mintiendo a mí misma. No hay nada que ocurra en mi vida en este momento que pueda estar bajo mi control.
Me preparo para salir del lugar sintiéndome levemente más tranquila cuando la puerta del baño se abre de golpe obligándome a dar un paso atrás.
Estoy a punto de decirle a quien sea que esté ingresando que el baño está ocupado cuando mis ojos se posan en aquella figura que tanto había deseado ver y de un momento a otro no logro sentirme tranquila; estoy a punto de vomitar, pero decido no hacerlo. Simplemente abro la boca para decir algo pero nada sale de ella; en cambio, Damián luce sereno, con el ceño levemente fruncido y las manos puestas en la puerta para cerrarla detrás de él.
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Volviendo a ti
Teen FictionDamián esconde muchos secretos detrás de esos cristalinos ojos celestes; pero no se atreve a abrirse con nadie... hasta que llega Carla. Cuando Damian Gutiérrez, su mejor amigo de infancia, llega de vuelta a la vida de Carla, todo parece ponerse pat...