26. Pasó lo inesperado.

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Me pasé la noche entera dándole vueltas al tema. Me pregunto qué tanto puse a Damián en peligro; qué tanto de esto es mi culpa, y qué tanto puedo arreglar. La simple posibilidad de que el muchacho pueda estar sufriendo ahora me trae los pelos de punta, y lo peor es que sé que no hay nada que yo pueda hacer al respecto, incluso si lo intentara. 

A eso de las doce de la noche, Axel me llamó por teléfono para preguntarme cómo estaba y yo le conté todo en un momento de desesperación y desahogo, obviamente, omití algunas partes para que todo fuera más llevadero y para que él no deba estar escuchándome hablar durante horas y horas. Al final, él me dijo lo que ya sabía; que lo mejor sería esperar alguna noticia. No hacer nada alocado.

Sin embargo, después le envié mensajes toda la noche a Damián hasta que me quedé dormida, y, obviamente, no me respondió ninguno. La ansiedad de saber qué es lo que le está sucediendo es tanta que de repente me pregunto qué tan buena idea será ir a su casa, pero todas las veces que lo he pensado termino volviendo a la misma conclusión; es inútil pensar que, si Aylen no pudo encontrarlo, seré yo quien lo hará. 

De momento, sólo me queda esperar noticias de Elton, porque después de aquella discusión que tuve con Aylen por la noche, dudo que sea ella quien me informe sobre la situación actual del muchacho. 

El reloj marca apenas las ocho de la mañana ese domingo; es muy temprano para un fin de semana, pero apenas he podido pegar un ojo. 

Mi teléfono celular reposa entre mis dedos mientras juego con él, alzándolo hacia arriba y hacia abajo. El último mensaje que le envié a Damián fue a las seis de la mañana, así que, inútilmente, decido intentarlo una vez más, esta vez casi rogándole que me responda. 

"Vale, sé que te he estado enviando mensajes toda la noche y que es prácticamente inútil que me contestes, pero, por favor, te lo suplico, respóndeme. Cualquier cosa. Lo que sea. No quiero volver a perderte, Damián. No quiero que volvamos a ser desconocidos"

Yo observo aquellas palabras durante varios minutos, algo dudosa, hasta que finalmente envío el mensaje; ¿qué es lo peor que puede suceder? 

Dejo caer el teléfono en la cama de manera torpe y clavo la mirada en el techo de mi habitación mientras suelto un enorme resoplido por lo bajo y hago mi mejor intento para no llorar de la frustración, hasta que un mensaje asalta mi buzón. 

Yo me quedo congelada; no sé quién podría estar hablándome a estas horas de la mañana, y las posibilidades de que se trate de él son casi nulas...¿no?

Cojo mi teléfono de vuelta, sin muchas expectativas, pero lo que veo en mi pantalla hace que el corazón se me detenga casi de inmediato. Yo me limpio los ojos con las palmas de las manos como si aquello que estuviera presenciando no fuera real y, una vez que lo hago, vuelvo a posar mi vista en las letras que decoran mi pantalla; Damián realmente me ha contestado. 

Creo que nunca había desbloqueado mi teléfono celular con tanta rapidez y desesperación, pero lo hago. Mis manos de repente se han colocado temblorosas y todo el aire de la habitación se ha ido para dejarme allí completamente sin respiración. 

"Esta bien. Hablemos" responde él. Yo espero que mis pulmones se llenen de aire antes de poder contestar a su mensaje; es cortante, pero al menos es algo.

No sé cuantos segundos pasan antes de que el muchacho responda porque yo simplemente me quedo mirando la pantalla casi sin pestañear, a la espera de noticias. 

"¿Estás bien?" escribo. Unos cuantos segundos más y la respuesta llega.

"Estoy bien, pero quiero verte" 

Volviendo a tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora