No sé qué clase de cosas ha estado soñando Tobías conmigo, pero no me imagino nada bueno saliendo de todo eso. Él sonríe de manera maliciosa, su mirada aún clavada en la mía y sus manos son tan grandes que parecieran ocupar gran parte de mi cintura.
— ¿Bailas?— pregunta de repente. Yo, que había estado con la mente ocupada reviviendo esa última vez que nos vimos, doy un pequeño respingo ante su pregunta. Mis piernas tiemblan cuando su rodilla toca la mía por accidente y, a pesar de que mi mueca no sea de entusiasmo, no puedo decir que estoy aterrada.
— No puedes seguir vendiendo drogas aquí— vuelvo a pedirle lo que hace unos segundos atrás también salió de mi boca. Él asiente; una leve y coqueta expresión apoderándose de sus facciones.
Una de sus manos se escapa de mi agarre y comienza a subir lentamente hasta que las yemas de sus dedos logran enterrarse en mi cabello. Él inclina su rostro en dirección al mío, y, por unos segundos, entro en pánico ante el pensamiento de nuestros labios juntándose, pero él solamente deja que su boca se acerque a mi oído nuevamente. Esta vez puedo sentirlo aún más cerca y no puedo evitar que mis dedos se entierren con fuerza en las palmas de mis manos cuando su aliento alcoholizado vuelve a golpearme.
— Si me mantienes ocupado, quizás no tendré que hacerlo— susurra.
Mi boca se abre unos cuantos centímetros en lo que dejo salir el aire y nuestros ojos juegan con los del otro en medio de es habitación llena de gente. Sin pensarlo más, Tobías comienza a mover mi cuerpo al ritmo de la música, deslizándose junto conmigo de un lado hacia otro, trasladando nuestras caderas de un lado hacía otro pero dejando que nuestros pies permanezcan casi estáticos.
Su aroma de repente me recuerda a Damián; su manera despreocupada de acercarse. Los tatuajes que se vislumbran por debajo de su playera. De repente me doy cuenta de la razón por la que no me he alejado de él todavía; es lo más cercano que tengo al muchacho e, incluso, si cierro los ojos, quizás pueda imaginar que es él.
No. No puedo hacer esto. De todas las personas que hay en esa fiesta para conocer y olvidarme del muchacho, no puede ser posible que la que elija sea alguien que está cortado con la misma tijera.
Sólo será algo de una noche— me dice una pequeña vocecita en mi cabeza. La voz irracional; aquella que quiere ignorar de dónde conozco a Tobías en primera instancia.
La parte racional de mi cerebro grita sólo una cosa; peligro.
— ¿Sabes?— pregunta de repente. Yo siento cómo su mano empuja mi cintura aún con más fuerza hasta su abdomen, haciendo que un extraña sensación de adrenalina se apodere de mí— ese jueguito tuyo de quitarme la pistola casi hace que me maten— me dice en el oído.
— Bueno, tus amigos casi me matan, así que...— murmuro. No; no puedo en la tierra estar haciendo esto con él.
Mi mente me está jugando una mala pasada; una pésima, diría yo. Algo en mi interior quiere creer que lo que está sucediendo allí está bien, pero no lo está en absoluto. Tobías puede parecer como alguien cualquiera, un chico aleatorio que asistió a esa fiesta, pero sé de primera mano que no lo es. No importa qué tanto haya intentado ayudarme el día que estuve en aquel edificio secuestrada; sé lo que Tobías es capaz de hacer cuando no es él quien tiene el poder.
Yo doy un paso atrás y me suelto del agarre de Tobías lo más rápido que puedo para comenzar a caminar a través de todo ese gentío, sin prestarle atención a la manera en la que el grita mi nombre por detrás para intentar evitar mi escape.
Mi pecho ha comenzado a subir y bajar con fuerza mientras se adecua a mi dificultosa respiración y por más que busque y busque a mis amigos por doquier, no puedo conseguir encontrarlos.
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Volviendo a ti
Teen FictionDamián esconde muchos secretos detrás de esos cristalinos ojos celestes; pero no se atreve a abrirse con nadie... hasta que llega Carla. Cuando Damian Gutiérrez, su mejor amigo de infancia, llega de vuelta a la vida de Carla, todo parece ponerse pat...