Quién diría que tres cervezas sería todo lo que necesitaría para poder relajarme.
Mientras muevo mi cuerpo al ritmo de la música y abrazo a mis amigos cada vez que una nueva canción suena por los parlantes de la radio, bebo tranquilamente la cuarta lata que me acaba de traer Axel, quien ha estado yendo y viniendo toda la noche hacia quizás dónde, pero me da igual porque Emilia está ebria y está recetando los números en alemán, y es todo lo que necesito para animarme.
— Sechs, sieben, acht, neun...— murmura divertida, y yo repito lo que dice, pero los idiomas nunca han sido lo mío. Apenas pude aprender el inglés con el que me quedé en la escuela y en mi clase de francés mi profesora me dijo que nunca había escuchado una pronunciación tan terrible.
— ¡Eso es genial!— exclama Axel, quizás demasiado exaltado para la simpleza de la situación. La muchacha asiente entusiasmada.
— ¡También me los sé en japonés!
Antes de que Emilia comience a decir los números en japonés, una voz familiar nos hace girar en dirección hacia donde están Elton y Emilia a un borde de la piscina.
— ¿A qué hora piensan salir del agua?— pregunta Damián, sentándose de cuclillas al borde de la piscina— ya van a ser las doce, y está comenzando a hacer frío.
Su voz recorre nuestros cuerpos, pero su vista está en su mayoría, puesta en mí. Yo ruedo los ojos intentando ser lo más obvia posible, pero él no parece pillar la indirecta, así que no sé porqué, lo hago. Dejo que las palabras salgan de mi boca como si fueran vómito; como si no pudiera decirlas. Como si alguien estuviera apuntando mi cabeza con una pistola para ser lo menos parecida posible a mí.
— Quizás te hubieras metido en el agua si no hubieras estado tan ocupado en el cuarto de Aylen— digo, dejando que todos me oigan. Los rostros de mis amigos se giran en mi dirección con expresión de sorpresa, e incluso creo sentir que Emilia me regaña por lo baja en un estúpido intento porque yo no me comporte como una psicópata, pero a Damián la situación parece hacerle un poco de gracia.
Sus ojos luego se clavan en Axel, quien disfruta tranquilamente de su cerveza e intenta no decir nada de momento.
Sin embargo, así como yo parezco estar hecha un desastre en esa piscina, Damián no parece querer controlar sus palabras tampoco. A diferencia de mí, no sé si él haya bebido alguna pizca de alcohol, así que de repente me pregunto si este es el nuevo él.
— ¿Quién es este payaso?— él me ignora completamente para señalar a Axel con el dedo, provocando que ahora todos nos pongamos un poco a la defensiva, inclusive Aylen.
— ¡Aston!— se queja ella, haciendo un ademán de desprecio. De todas maneras, no sé porqué actúa como si nunca lo hubiera visto. Estoy segurísima que se saludaron ese día que me fue a buscar a casa para salir a andar en bicicleta.
— No es un payaso, es mi amigo— gruño— y se llama Axel.
— Yo...— mi vecino intenta intervenir en la conversación, pero es interrumpido rápidamente por el muchacho.
— Pues dile que deje de vender mierdas o tendré que llevarlo a su casa a rastras— farfulla antes de desaparecer de nuestra vista.
Todos nos quedamos observando, aún confundidos con la situación. Mi vista gira hacia mi vecino quien me lanza una mirada cargada de culpa, así que sólo debo entrecerrar los ojos un poco en su dirección para que me confiese de qué va todo eso.
— Sólo estaba vendiendo un poco de yerba— admite— no pensé que el dueño de casa se haría tanto lío.
Aylen interrumpe la conversación.
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Volviendo a ti
Novela JuvenilDamián esconde muchos secretos detrás de esos cristalinos ojos celestes; pero no se atreve a abrirse con nadie... hasta que llega Carla. Cuando Damian Gutiérrez, su mejor amigo de infancia, llega de vuelta a la vida de Carla, todo parece ponerse pat...