Volviendo a ti

34. La pulsera

Cuando despierto a la mañana siguiente, me tarda tanto rato acostumbrarme a la luz de la habitación que por un momento pienso que he perdido la visión. Un bulto a cada lado, la ventana de la habitación abierta, mi cuerpo cubierto en una ropa que yo no me puse. De repente, no sé qué mierda es lo que está sucediendo; sólo sé que mi cabeza me duele tanto que siento que podría inyectarme una aspirina y aún así no sería suficiente.

Estiro mi brazo lo más que puedo para recoger el bazo de agua que no recuerdo haber dejado allí en primer instancia, y me lo tomo por completo, aún sintiendo sed una vez que lo he finalizado. Limpio mi boca con mi antebrazo y observo hacia mi derecha cómo Emilia duerme plácidamente, dejando que su pierna repose encima de las mías y que su brazo me rodee la cintura como si de un enorme peluche gigante me tratase. A mi izquierda, Elton ronca levemente. Está sin playera, con el estómago clavado al colchón, sus saliva tiene mi almohada favorita empapada y brazo cuelga de la cama. 

Yo me siento en la cama y llevo mi mano hasta mi cabeza, algo ahoga con la poca cantidad de aire que hay en mi habitación incluso si le ventana está tan abierta que el frío se ha colado por cada rincón y la lluvia ha empapado por completo esa parte de mi alfombra. 

¿Qué mierda ha sucedido? ¿En qué momento llegué a casa con mis amigos, me cambié el disfraz, y me puse la pijama? ¿Por qué mi cabeza duele tanto? ¿Por qué siento tanta sed? ¿Por qué mi boca está tan seca? Y más importante aún, ¿por qué no puedo recordar nada de lo que sucedió anoche?

Me apoyo en la cama con ambas manos sujetando mi cuerpo en el colchón por detrás de mi espalda; recuerdo haber llegado a la fiesta, recuerdo haber conocido al nuevo novio de Emilia, recuerdo haber buscado a mis amigos por todas partes pero lo único que conseguí fue encontrar a...¿Tobías?

Una ráfaga de aire caliente se apodera de mi rostro de manera inmediata al recordar la manera en la que el muchacho tan descaradamente puso sus manos en mi cintura y me atrajo hacia él. Después de eso, no puedo recordar absolutamente nada más de lo que me sucedió. Es como si una especie de aspiradora se hubiera entrometido en mis pensamientos por la noche y me hubiera succionado todos los recuerdos. 

La frustración de no saber cómo llegué a mi casa es tan grande que siento que voy a explotar. 

Yo intento soltarme del agarre de Emilia y gatear por la cama para ir al baño, pero lo único que consigo es que mi cuerpo caiga con fuerza al suelo debido a mi torpeza y que mis amigos despierten de manera abrupta.

Yo me siento en el suelo y los observo por encima del colchón; ellos parecen tener una expresión de total desesperación en el rostro, observando hacia todos lados hasta que finalmente dan conmigo y sueltan un suspiro de alivio. 

La confusión solamente incrementa; ¿por qué mis amigos están tan preocupados por mí? ¿Qué mierda fue lo que sucedió anoche y porqué demonios no puedo recordar nada?

— ¡Carla!— exclama Elton, poniéndose rápidamente de pie para caminar hacia mí. Su cuerpo tambalea un poco debido al sueño y a estar recién despertando, pero aún así, él se las arregla para coger mi mano con la suya y ayudarme a ponerme de pie— ¿estás bien?

Mis cejas se juntan en mi frente y mis ojos recorren la habitación; mi disfraz está botado en una esquina, pero mis lujosas plumas no se encuentran allí. Mi teléfono celular reposa encima del velador junto a mis llaves y mi dinero y pareciera como si, dentro de mi alcoholizado estado, hubiera estado lo suficientemente consciente como para escoger mi pijama más abrigado.

Elton se acerca a la ventana para cerrarla con fuerza y yo cojo mi teléfono; el reloj marca las dos de la tarde, lo que es completamente exagerado para alguien como yo. Tengo como veinte llamas perdidas de Axel y, con cada minuto que pasa, la situación se vuelve más oscura y lúgubre.