Ha pasado una semana desde la última vez que vi a Damián. Él no ha intentando volver a contactarme ni yo tampoco lo he hecho, así que, a medida que los días pasan, me pregunto si la mejor idea será simplemente aceptar que debo dejarlo ir. Quizás Damián y yo nunca estuvimos hechos para el otro; quizás encontrarnos de vuelta no era nuestro destino y yo me permití pensar que si lo era. Me di esperanza y fingí que podíamos ser igual de felices que antes o incluso más. No medí las consecuencias de lo que realmente estaba sucediendo.
No he hablado con Elton porque sé que, probablemente, conversará todo con Aylen, y no tengo ganas de otro drama en este momento. Si antes mi esfuerzo por evitarla era de un setenta por ciento ahora se ha incrementado a un mil. No quiero saber qué es lo que ella tiene para decir al respecto porque sé que, probablemente, me caerá como una patada en el estómago.
Así que la única persona con la que he podido descargar mi tristeza son Axel y Emilia quiénes han venido a casa algunos días después de la universidad para acompañarme a ver películas, tomar helados, o aconsejarme sobre lo que debería hacer. Ellos concuerdan en que Damián probablemente es un muy buen chico, pero está metido en cosas realmente malas que, si sigo con él, probablemente me llevarán al abismo a mí también.
Sé que tienen la razón, pero una parte de mí pensó que yo podría cambiar eso. Que quizás con todos los recuerdos que teníamos en conjunto, podría recordarle a Damián lo que se sentía ser realmente libre; no sentir peligro con cada paso que das. Pensé que quizás él querría intentarlo; que valdría la pena darle una oportunidad a lo imposible con tal de que podamos estar juntos, pero veo que, una vez más, me he equivocado con él.
Debo dejar de ser tan tonta; tan ingenua. Debo dejar de pensar que todos piensan de igual manera que yo; que el mundo gira para que todo funcione de manera feliz. Lo único feliz ahora es que ya no soy una piedra en el camino para él.
El día sábado llega más temprano que nunca y cuando el reloj marca las cuatro de la tarde, yo sigo acostada en mi cama, con las cortinas cerradas, habiendo devorado tan solo un paquete de Doritos y mirando películas románticas en mi laptop mientras ignoro todas las llamadas que me llegan sin siquiera chequear de quien son; sé que no son de Damián, y eso es lo único que importa.
El rato pasa. Debería estar estudiando, pero no puedo concentrarme en nada de lo que hago sin divagar hasta que mi cuerpo me pide a gritos que vuelva a la cama. Mi madre me ha ofrecido comida ya unas tres veces y sigo negándome hasta que finalmente se aparece con unos bombones de chocolate, que recibo con gusto.
Me digo a mí misma que esta vez superaré la ausencia de Damián más rápido que nunca.
Mi madre espera a que mi mejor amiga llegue a casa para finalmente desaparecer con Paul. Puedo escuchar cómo le dice algo en el piso de abajo hasta que finalmente ya no puedo escucharla más. Supongo que fue algo parecido a "quizás contigo quiera conversar" o "espero que te puedas quedar con ella un buen rato".
Emilia se aparece al otro lado de mi puerta a eso de las siete de la noche. Luce algo confundida con el hecho de que yo esté en la cama, así que junta sus cejas en un ademán de preocupación y se sienta a mi lado.
— ¿Estuviste todo el día en cama?— pregunta, intentando esconder la sorpresa en su tono de voz. Yo asiento algo avergonzada, sin decir nada. Sé que me estoy comportando como una adolescente estúpida, pero no lo puedo evitar. Damián me ha absorbido toda la energía restante que me quedaba y se la ha llevado con él a la tumba.
— Sólo necesitaba descansar— intento tranquilizarla, pero ella no parece salir de su estado de conmoción. Finalmente da una mirada al cielo como y me lanza una sonrisa.
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Volviendo a ti
Teen FictionDamián esconde muchos secretos detrás de esos cristalinos ojos celestes; pero no se atreve a abrirse con nadie... hasta que llega Carla. Cuando Damian Gutiérrez, su mejor amigo de infancia, llega de vuelta a la vida de Carla, todo parece ponerse pat...