Estaban en una plataforma de piedra en medio del mar de las almas. El camino seguía su curso hacia las profundidades de una montaña de grandes proporciones con picos puntiagudos como lanzas. Olas gigantescas, muy violentas, rompían sobre el campo de fuerza de Ragena. Lena se encogió un poco bajo la intensidad del gran mar del Pacífico sur.
- Había escuchado cientos de veces acerca de este lugar - comentó, asombrada -, pero en ninguna vida estuve en él.
- Era hora de que lo conocieras - Ragena siguió su andar en dirección a la fosa que se internaba en el pico central, donde se perdía el camino de piedra - ¿Vienes?
Lena vaciló y la siguió a pesar de su indecisión. Su vieja amiga caminaba muy de prisa para su avanzada edad, y a medida que se alejaba, el campo de fuerza perdía su soporte. La joven se sobresaltó cuando algo de agua salada alcanzó sus pies.
La montaña se las tragó como la boca de un gigantesco monstruo mítico. Adentro las estalactitas del techo, mágicas, irradiaban una luz que parecía neón de distintas tonalidades. Lena tuvo que achicar los ojos para que no la cegaran. Olía a salitre y a humedad.
En medio del espacio había un chorro de luz dorada que crecía en ascenso. Un guardián de los Syren dormía petrificado a su derecha, aferrando su tridente de oro. Las mujeres se acercaron y notaron que al pie de la estatua rezaba, en el idioma de los ancestros: "Rhunigael, rey del sur, soberano de la espina rota. Protector del Puente".
- ¿Qué es el Puente? - inquirió Lena, perpleja.
Ramagena se puso seria.
- Cuando tú y Dinahia se perdieron para siempre, los ancestros de la unión mágica tomaron medidas para proteger nuestro mundo. Rezaron día y noche a los dioses para que les confiriesen un objeto capaz de cambiar las cosas a su favor si era necesario.
››Los dioses escucharon, y crearon este lugar para guardar su tesoro. Su arma.
Lena dudó antes de preguntar.
- ¿Y dónde está esa arma?
- Las cosas son un poco más complejas- afirmó Ragena-, como siempre sucede con los dioses.
›› Dieron vida a dos familias lideradas por dos hermanos: Gün y Jadae: el hombre de pluma y la mujer manchada.
- ¿Un Falconeo y una Jaguaräe?- inquirió Lena. Había visto a ambas especies en la primera era, pero los creía extintos-. ¿Cómo pueden ser hermanos?
- De la misma forma en que tú puedes tener medios hermanos aquí y allá. La sangre de un semidiós hace de lo imposible un hecho.
Lena alzó una ceja. Conocía a todos los semidioses.
- ¿La sangre de quién?
Ragena se cruzó de brazos.
- Esa parte es un misterio, pero no importa demasiado. El hecho es que esas familias elegidas tuvieron descendencia: un mestizo y una mestiza cuyo odio atroz distanció a los suyos y generó guerras terribles que involucraron a los humanos.
›› Es cierto lo que dicen; el caos engendra más caos. Solo se puede estimar lo que los enemistó; se ha dicho mucho al respecto y poco se ha podido comprobar. Su odio creció por generaciones; se arraigó a su tierra y a la magia que corría en la familia, roída y putrefacta por la decadencia.
›› Las dos familias se aniquilaron mutuamente, y su poder fue encerrado por los dioses en una sola criatura que encontraron en las ruinas incendiarias de la última mansión de los descendientes de Gün. La niña era el fruto de un romance prohibido entre el heredero Jaguaräe y el último vástago de la casa.
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El lado oscuro de la luna- Supercorp
Fanfiction" - (...) Es a los monstruos a quienes temo. Kara sonrió de lado y se cruzó de brazos, mirando la luna nueva ausentemente. - No es a los monstruos que tienes en mente a quienes debes temer- dijo-. Quizás fueron temibles antes, pero...