Antes de abrir los ojos, Kara se vio poseída por una terrible debilidad. Trató de aguzar el oído para detectar alguna señal de su entorno. Los párpados le pesaban y el corazón le latía muy rápidamente. Un ardor de fuego le recorría la espalda.
Percibió un goteo constante, y agua que corría espesa. Ecos por doquier. Se obligó a mirar: estaba en una cueva, encadenada a la pared. Bajó la vista: tenía varios tubos conectados al vientre y a la espalda que extraían sangre. Recorrió la trayectoria hasta su paradero: un tanque que burbujeaba, alto y ya lleno hasta la mitad. ¿Cuánto tiempo llevaba allí? ¿Cuánto le habían quitado?
- Ah, ya despertaste - dijo Lilah a su lado.
Kara movió la cabeza para verla. Estaba encadenada de manos, pies y alas, y traía una máscara de hierro en el rostro. A ella no le quitaban sangre.
Quiso preguntar qué ocurría, pero no podía ni hablar por lo falta de fuerzas que estaba.
- Ya, tendrás tus dudas acerca de esto - dijo Lilah-. Nos trajeron hace unas horas. Es una cueva de reflejos, hacía tiempo que no me encerraban en una. Ah, supongo que no las conoces. Bueno, es un chiche de lo más entretenido que bloquea la magia activa. Es decir que no puedo hacer nada para sacarnos. Dependemos completamente de que Lena encienda las alarmas y venga aquí a salvarnos el trasero.
Kara apretó los párpados. ¿Cuánto más aguantaría que la drenaran de esa manera?
- No sé exactamente para qué quieren tu sangre - dijo Lilah -. Pero imagino que se sigue cotizando de maravilla. Muchos han asesinado y cometido crímenes atroces con tal de conseguir unas gotas de sangre divina, nada que no sepas ya.
Kara gruñó y enseñó los dientes. No era la primera vez que alguien intentaba robarle de esa manera, pero ya no era una semidiosa como tal en esa vida. Muerta o no la maldición, ni Lena ni ella contaban con las facultades de la primera era. Para eso necesitaban tiempo: podía sentir cómo se fortalecía poco a poco, pero hasta que estuviesen completamente recuperadas, solo ocuparían el lugar de una hechicera blanca y una Slint Vain algo más fuertes de lo normal, con un pasado complicado.
Lo único para lo que podrían estar haciéndole aquello era para crear Slint Vain. En eso, su sangre seguía siendo la misma de siempre. Lena ya le había advertido al respecto: la Unión Mágica quería renovar las filas de su ejército con humanos convertidos. Era imprevisible lo fácil que eso podía írseles de las manos.
Oyó unos pasos cercanos. Un par de sombras ingresaron en la cueva. Eran un fauno y un hada. Kara arrugó la nariz.
- Bienvenida, Dinahia - dijo el fauno, anciano y barbudo-. Lamentamos la falta de hospitalidad. Nos hemos visto obligados a tomar algunas medidas de precaución.
- Precaución es lo que tendrán que tener cuando consiga salir de aquí, cabra malparida - rió Lilah -. ¿Acaso no saben con quiénes se están metiendo?
- Lamentamos que te hayas visto enredada en esto, Fairin - dijo el hada -. Queremos negociar con Ryvy y con Dinahia. Si no fuera porque eres su guardiana, te dejaríamos fuera de esto.
- ¡Negociar! ¡Já! - Lilah rió cínicamente -. Pues yo no he visto ningún contrato firmado por mi amiga aquí presente para que la sequen como si fuesen jodidas sanguijuelas.
- Solo le quitamos lo justo y necesario para no excedernos. El goteo está regulado en torno a su tiempo de sanación. No le hará daño. No seríamos tan tontos - declaró el fauno.
- ¿Dónde está Lena? - preguntó Lilah, trasluciendo una duda que sin dudas Kara habría querido exponer.
- ¿Te refieres a Ryvy? - el hada y el fauno se miraron -. Está en el instituto, esperándolas.
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El lado oscuro de la luna- Supercorp
Fanfiction" - (...) Es a los monstruos a quienes temo. Kara sonrió de lado y se cruzó de brazos, mirando la luna nueva ausentemente. - No es a los monstruos que tienes en mente a quienes debes temer- dijo-. Quizás fueron temibles antes, pero...