Capítulo 13

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La casa de las Luthor, ubicada al centro del pueblo, era una de las más antiguas conocidas por los locales. La familia llevaba generaciones asentada en Red Flower, y se rumoreaba que sus ancestros habían formado parte del plantel que fundó la localidad al menos un siglo y medio atrás. Las habitaciones y las salas ocultas en el subsuelo apenas habían sido modificadas desde su surgimiento, por lo que todo el ambiente exhibía un fuerte y apreciado olor a vejez y antigüedad. El mobiliario, a juego con las paredes tapizadas y los pisos pulidos de madera que emitían todo tipo de ruidos y quejidos, había surgido de una inversión al menos cinco generaciones previas a la presente, y como tales, tuvieron que ser reparados y re-tapizados al menos una docena de veces, hasta donde se sabía.

Kara Danvers, que había estado parada en el porche de la propiedad durante largo rato debatiéndose y pensando, trayendo a colación nuevas acusaciones y creando toda clase de teorías acerca de lo que podía haber sucedido en consecuencia de sus decisiones, ya cansada de su propio sentir y sin esperar a ser invitada, abrió violentamente la puerta y, con andar rápido, se dirigió a la sala de estar, donde apuntó con un dedo acusador a la mujer que la miraba tranquilamente desde el sofá tomando un té humeante.

- ¡Éste no era el trato, Lilah!- exclamó, enfurecida, como todo saludo inicial-. ¿Qué diantres te traes entre manos con Lena? ¿Hacerte pasar por su tía? ¡Por favor! Debí saber que tendrías algún interés personal en esto.

Sus palabras se quedaban pequeñas a un lado de la rabia que durante las horas anteriores se había expandido en su pecho. Era el peor de los enojos posibles; aquel surgido por la traición y atizado por la suposición y la ignorancia.

La otra, con suma serenidad, depositó la taza sobre la cómoda y la miró directamente con la misma sonrisa de suficiencia de siempre.

- Ya era hora de que te decidieras a entrar... Me estaba dando dolor de cabeza seguir todas tus vueltas- se inclinó hacia adelante-. Vamos, Kara, querida... ¿por qué te tiras a creer lo peor desde el inicio? Esto lo hago por ti, ¿no lo recuerdas?

- ¿Qué demonios, Lilah? Se suponía que harías lo tuyo y te apartarías; nunca dijiste que intervendrías desde dentro. ¡Imagínate mi sorpresa cuando Lena se acercó ayer por la tarde y me dijo todo!

Lilah alzó una ceja.

- Te oyes como si creyeras que te traicioné, lobita, cuando todo esto, repito,  lo estoy haciendo por ti. Por ti y por Los Woods, ¿no te suena?

Kara avanzó y se sentó frente a ella en un sillón.

- ¿Por qué? ¿Cuál es tu plan metiéndote así con ellas?

Lilah cruzó una pierna por encima de la otra y volvió a tomar su té, pero en lugar de beberlo, hizo bailar sus dedos encima de la taza. De pronto, un par de burbujas de infusión se elevaron en el aire; perfectas, diáfanas y brillantes al sol de la tarde que ingresaba por la ventana lateral.

- Cuidarlas, por supuesto. Y aprender, también. Piénsalo de esta forma; Lena aún tiene sus poderes. Es como un arma nuclear, cariño, y los hechiceros oscuros son como la unión soviética. Si se hacen con su poder, ahora sumado al de sus hermanos muertos, sería catastrófico. Demencial para el mundo sobrenatural, que siempre han querido controlar.

- Pero ellos no podrían...- Kara ladeó la cabeza-. Todos saben que son tus maestros los que rigen nuestro mundo; nadie supera sus poderes.

- Incluso los dioses pueden ser derrocados- Lilah adoptó una expresión seria-. Hay leyendas que lo comprueban; leyendas que había creído parte del pasado, pero que ahora parpadean ante mis ojos; demasiado evidentes como para seguir ignorando su veracidad.

El lado oscuro de la luna- SupercorpDonde viven las historias. Descúbrelo ahora