Capítulo 34

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- Estos malditos las tienen todas para hacernos trizas, ¿eh? – Exclamó Kara en un tono casi inaudible.

Nia la contempló de costado y expandió las fosas nasales con la quijada endurecida, concentrada en hallar una posible solución a su problema actual. Estaban las dos escondidas detrás de un árbol tumbado, y los disparos energéticos zumbaban por encima de sus cabezas.

- No esperaba que esa brigada tuviese hechiceros oscuros. Solo los utilizan en casos particulares... Deben saber que estás conmigo – replicó la mestiza –. Nos rastrearon antes de lo que calculaba.

Kara soltó un gruñido y se recostó contra la corteza, volviendo la cabeza hacia su derecha. Lilah estaba en la misma situación, pero detrás del muro de una casa abandonada cuyo esqueleto yacía en ese bosque. Entre sus brazos se encontraba Amanda Luthor hecha un ovillo.

- Me transformaré y les rasgaré el gaznate a todos ellos – dijo Kara, comenzando a desnudarse.

- ¡Son cazadores! Los adiestraron toda su vida para asesinar criaturas mágicas. Los hechiceros solo nos aprietan para que nos volvamos visibles a las miras de sus camaradas... Te aseguro que tienen toda clase de balas; habrá que suponer que también para Fairin y Slint Vain. Son muy precavidos.

Lilah parecía saberlo, de otra manera, Kara estaba segura de que ya habría actuado.

- ¿Y qué haremos para irnos sin que nos fusilen? – inquirió.

Nia chasqueó la lengua.

- Podría intentar distraerlos mientras ustedes escapan...

- Ya, lindo el papel de heroína, pero solo tú sabes cómo hallar a mis hijos y a Lena, así que nos iremos todas o ninguna.

- ¿Entonces qué propones?

Kara sacó las garras.

- Atacarlos a la vez. Huelo a ocho de ellos; tres cazadores, dos hechiceros y tres humanos. Los humanos son su flanco débil, al resto podremos presentarles batalla.

- ¿Te crees tan rápida para esquivar sus balas? Apuesto a que no te enfrentas a ellos desde hace al menos dos vidas. Estamos en el siglo veintiuno, su tecnología es impredecible – señaló Nia, escéptica –. Y recuerda que no estoy al mismo nivel de pelea – le enseñó su hombro, que resplandecía de sangre azul brillante, producto de un encuentro pasado con un demonio durante su travesía –. Somos dos y medio, quizás un cuarto.

- Lilah y yo podemos hacerles frente. Tú puedes ocuparte de Amanda.

- Las cubriré. ¿Lilah escuchó todo esto?

Miraron hacia la Fairin, y ella asintió. En su rostro se notaba la misma determinación que en el de Kara.

- Bien, contaré hasta tres – dijo Kara.

- ¡Dinahia! Entrégate y dejaremos que tus acompañantes se marchen – dijo una voz masculina.

- Supongo que eso despeja las dudas – dijo Kara a Nia, quitándose las botas y gritando por sobre su hombro –. ¡Ven a por mí, cabrón!

Se transformó y soltó un rugido antes de saltar desde detrás del tronco. Enseguida se oyó el primer disparo. Kara zigzagueó y consiguió esquivarlo sin dificultades. Lo mismo ocurrió con los que le siguieron.

- ¡Cuidado! – Exclamó uno de los humanos –. Es un alfa...

Puede que no lo fuera en esa vida, pero sus reflejos y fuerza aún la hacían parecer uno. Al oír esas palabras, Kara pensó en su principal ventaja del momento; ellos parecían estar entrenados para cazar a un Slint Vain normal, y ella no lo era. Toda su odisea a través de otros mundos y recuerdos le había devuelto una conexión indestructible con su espíritu de loba y su fuerza sobrenatural; algo que la mayoría de las manadas había perdido en los últimos tiempos. No era Dinahia, ya no. Y no sería alfa hasta que su abuela le cediera el lugar, pero eso no la reducía.

El lado oscuro de la luna- SupercorpDonde viven las historias. Descúbrelo ahora