Lilah no estaba cuando Kara, Lena, Alex y Brizila arribaron hechas un escándalo de nervios a la casa. Encontraron sobre la mesa un cartel que informaba que Amanda estaba con una amiga, pero en cuanto al paradero de la Fairin, no existía ningún tipo de indicio.
- Justo ahora desaparece- gruñó Kara, dejándose caer sobre una silla-. ¿Qué podría tener que hacer justamente ella?
- Administrar la librería- señaló Lena-. Aunque rara vez se pasa por allí... Puede que solo esté haciendo algún mandado.
- ¿Con lo que sucede?- terció Briz-. Creí que era alguna especie de diosa... ¿no tendría que saber lo del licántropo?
- Estoy al tanto- sonó una voz entre ellas.
Lilah había aparecido de la nada, y ahora yacía sentada entre Alex y Brizila con expresión de quien no quiere la cosa. Briz se llevó un susto de muerte. Alex, en cambio, recibió a la consejera de su manada con una expresión de recelo. Lo descubierto esa mañana había plantado muchas dudas en ella, y ya no sabía qué podía creer y qué no.
- ¿Y por qué pareces tan calmada?- se extrañó Lena.
Su supuesta tía le sonrió.
- Ya tengo casi todo resuelto, cariño.- cruzó una pierna por encima de la otra y colocó los codos en el respaldo del sillón-. Me encargué de borrar el hecho antes de que llegara a los medios; los familiares de las víctimas creen haberlos perdido en un trágico accidente. El licántropo huyó, pero su rastro mágico me derivó a una zona alejada en el territorio de los Danvers, cerca de la montaña. Creo que los brujos podrían tener allí su templo.
- ¿En nuestro territorio?- Alex sacudió la cabeza-. Lo habríamos sabido. No podríamos haberlo pasado por alto, aún si ocurrió en los bordes más remotos.
- Los hechiceros tienen sus propios trucos para pasar desapercibidos- dijo Lilah.
Lena se cruzó de brazos.
- ¿Y por qué cometieron esta locura de mandar a su bestia a nada menos que el lugar más concurrido de todo Red Flower? ¿Es que perdieron la cabeza?
- Están desesperados- afirmó Lilah-. Quieren llegar a ti a toda costa, y probablemente saben que estoy aquí. De otra forma no habrían puesto en riesgo al mundo sobrenatural. Solo me están probando, para ver qué categoría de Fairin es a la que se enfrentan.
Kara gruñó.
- Y si están tan determinados a llegar a Lena, ¿cómo vamos a pararles los pies? ¿No puedes encargarte tú?
- Podría- asintió la Fairin-. Pero recuerda que los de mi clase tenemos prohibido perjudicar a las criaturas de rangos más bajos. Nuestro deber es protegerlos. Es decir que no sería capaz de dañarlos de ninguna forma; ni encerrarlos, ni hacerles caer encima el peso de la ley divina, ni castigarlos, ni alejarlos de sus vidas. Mis manos están atadas para con las creaciones de la era antigua. Son sagradas para mi gente.
- ¿Te vas a hacer a un lado con los hechiceros?- se asombró Alex.
Lilah ladeó la cabeza.
- No puedo perjudicarlos directamente; pero no hay nada de malo con ayudarles a ustedes a detenerlos- hizo aparecer un pergamino entre sus manos-. No según lo que me respondió el consejo supremo cuando les presenté el caso.
- ¿Existe un consejo supremo?- Kara alzó las cejas.
- Así es- Lilah leyó una parte de la respuesta en voz alta-. "Nosotros, los verdaderos y ejemplares, los divinos y los sabios, damos permiso a Lilahthinel, hija de Nel y Alihn, a intervenir en los asuntos que conciernen a la llegada del hada antigua en pos de mantener el equilibrio y bla bla bla"... Son unos odiosos, pero al menos ya no hay que mover cielo y tierra para que tomen una decisión; supieron interpretar la urgencia del asunto gracias a la travesura del licántropo- hizo desaparecer el pergamino.
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El lado oscuro de la luna- Supercorp
Fanfiction" - (...) Es a los monstruos a quienes temo. Kara sonrió de lado y se cruzó de brazos, mirando la luna nueva ausentemente. - No es a los monstruos que tienes en mente a quienes debes temer- dijo-. Quizás fueron temibles antes, pero...