Prólogo.

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Xiao Zhan tenía una vida normal.

Estaba cursando su cuarto año de universidad en la división de arte. Quería ser profesor y para eso le quedaba solo un año y la especialidad de docencia. Con sus veinticinco años, llevaba una vida algo ajetreada.

Cuando era pequeño solo vivió con su madre hasta los doce, ya que tenia una enfermedad y falleció muy joven. Luego vivió con sus abuelos hasta que cumplió veinte y para no darle más problemas, decidió buscar un trabajo y estudiar. Se mudó a un departamento pequeño, pero acogedor, muy cerca de su sede universitaria para ahorrar dinero en locomoción, por lo que todos los días caminaba treinta minutos para llegar.

Sus clases eran durante la mañana, luego de almorzar se dirigía a su trabajo por las tardes. Una librería en el centro de la ciudad en donde se encargaba de organizar, ordenar, limpiar y atender clientes más la caja registradora cuando tenía turnos con alguno de sus otros dos compañeros.

Su vida no era fácil, pero tampoco podría decir que era mala.

Tenía una relación muy filial con sus abuelos a quienes visitaba durante los fines de semana cuando podía permitírselo, tenía una relación cordial con sus jefes y profesores, también tenía buenos amigos con los cuales divertirse de vez en cuando, aunque no era muy propenso a salir de fiestas, ya que prefería en sus días libres estudiar un poco más o simplemente vaguear por su casa viendo alguna serie en Netflix o jugar en su teléfono celular.

Con respecto a su vida sentimental había un pequeño inconveniente. 

No era porque le faltaran pretendientes. Es decir, Xiao Zhan era muy guapo.

Delgado, alto y con un rostro hermoso. Además tenía un carácter gentil, amable y dulce. Su sonrisa era preciosa cuando achinaba más los ojos y mostraba esos perfectos dientes de conejo. Un arma mortal por donde quieran que lo vean. Así que sí, había muchas chicas que querían salir con él.

Su primera y única novia la tuvo un años antes de entrar a la universidad. Era una chica cálida de gran corazón. Ambos se llevaban muy bien, tenían gustos parecidos y hablaban de muchas cosas. Xiao Zhan se divertía mucho con ella, pero algo dentro de él sentía que la miraba más como una amiga que como una novia.

En el momento en que llegaban a estar a solas y se besaban, Xiao Zhan siempre se sintió muy tímido y no pudo avanzar a más que besos y algunos toqueteos. Sinceramente se sentía inseguro de seguir y pasar a la próxima etapa, por lo que la relación se fue desgastando de manera natural y rompieron un día antes de navidad.

Si Xiao Zhan se sentía un poco triste, sí, un poco. Pero tampoco podría decir que demasiado. Hasta estaba un poco aliviado de no tener esa presión de tener el control y acostarse con alguien. Eso lo hacia pensar, que quizás y solo quizás, las chicas no eran para él de todo su gusto sexual.

Pero tampoco pensaba que le gustaran los hombres.

Sí, encontraba que uno que otro era guapo. Podía decirse en su mente cuando un chico era sexy o de buen ver, pero tampoco estaba seguro si sexual y físicamente le atraían. Así que dejó de lado su vida amorosa para dedicarse completamente a sus estudios y mantener su beca con buenas calificaciones.

Xiao Zhan deseaba amor, le encantaría tener una pareja en quien apoyarse y claro que tenía deseos sexuales, pero preocuparse por ello solo le traía dolores de cabeza, así que lo dejó estar. Pensaba que de seguro había alguien para él en este mundo. Sea hombre o mujer, en el futuro encontraría a su persona pre-destinada y sería feliz. Le gustaba pensar eso, porque lo hacia sentir menos solo.

¿Qué tal si reescribimos las estrellas?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora