Regresaste a mí.

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[ Capítulo 56. ]




"¡Zhan-Ge, no! ¡No te vayas!"


Había mucho dolor. En esa voz, en su cuerpo y en su corazón.


" No puedo hacerlo sin ti. "


También había culpa. Mucha culpa.

Por lo que hizo su familia, por lo que le habían quitado, por dejarlo atrás, por no poder acompañarlo más, por provocar esa voz tan triste, esas lagrimas cálidas que caían en sus mejillas y ese dolor tan abrumador. Sentía sus manos temblar mientras lo abrazaba y toda esa amargura. No quería dejarlo ir, pero ya no había nada que pudiera hacer, más que luchar para regresar a él algún día.


" Si te vas ahora... no podrás regresar a mí. "


Lo haría. No sabía cómo o cuándo, pero volvería. Esa era su promesa. El mayor deseo de su alma.


" No... ¡Zhan-Ge, no! "


No llores más, Airén.

Zhan-Ge volverá a tu lado, tu esposo volverá por ti.

Hubo trueno y una luz increíblemente blanca cubriendo todo. Sentía que volaba entre nubes y nieve. Una voz ronca y una corona que tintineaba.


" Xiao Zhan, ¿cuál es tu deseo? "

" Quiero ir con él, quiero ir a casa. "

" ¿Aunque tengas que pasar por todos los sufrimientos del mundo para lograrlo? "

" Aun así. Yo siempre, lo elegiré a él. "


Hubo sufrimiento, hubo dolor, pero también mucha convicción. Un alma fragmentada en varias piezas, que tomó más de dos mil años en volver a reunirse, en volver a los brazos del hombre que amaba.

Hubo otra luz centelleante y fuerte que lo cegó, como si anduviera por un túnel iluminado a toda velocidad. Hasta que llegó al final.

- ¡YIBO! 

Gritó y sintió las lágrimas caer sin parar por sus ojos desenfocados. 

- Hey, tranquilo - sus brazos lo atrajeron y aferraron a él para calmar los temblores involuntarios - Estoy aquí, todo acabó. Estoy a tu lado.

A Zhan le costó mucho recuperar la conciencia totalmente y regular su agitada respiración. Su pecho dolía con los latidos desesperados de su corazón por todo lo que había visto y vivido en su propia carne, aunque fueran solo recuerdos. Todo lo que vio lo sintió suyo, porque lo era. Todo el amor, el sufrimiento, el cariño, la pasión y desesperación se incrustó en su memoria, rompiéndole el alma.

Dolía tanto que, lo único que pudo hacer fue llorar.

- Ya todo quedó atrás, no sufras.

- Yibo, Yibo.

Zhan se aferró a él como un salvavidas y enterró su rostro en el pecho del castaño, mientras este se dedicaba solo a acariciarlo y darle palabras de consuelo.

¿Qué tal si reescribimos las estrellas?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora