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04| Valeria de Miami

Recapitulemos, tengo al rey Arturo, me corrijo, príncipe Arturo, delante mía. ¿Cómo es posible? ¿Se trata de una broma pesada? Ah, ya sé, se trata de una visita teatralizada.

Él rey, príncipe, se me quedó mirando, no se que podía estar mirando tanto en mí aparte de mugre y caca de caballo. Pero yo veía en él a un mismísimo dios, el que habían grabado en tapiz era guapo, pero dios mío, ¿este? Era un ángel caído en la tierra. Quiero sea el padre de mis hijos, ya no quiero volver a casa.

-¿Se encuentra bien, jovencita?

-¡No! Para con la estúpida broma, no tiene gracia. ¿Quién te ha pagado?

-¿Broma? Lo lamento joven, pero no sé a qué se puede referir. Y nadie me ha pagado, no estamos a final de mes para que los habitantes del reino tengan que pagar sus bienes.

Su voz se había tornado seria y su compostura, erguida y recta. Se estaba tomando muy enserio su papel.

Demasiado. Pero me quería ir. A casa. Y denunciarlos a todos.

-¿Eres idiota?¡Sácame de aquí! ¡Podía haber muerto!

Si, tenía un trauma, ¿vale?

-¿idiota? jovencita, ¿no sabe hablar de otra manera? Le voy a pedir que sea más respetuosa.

Bufé, era un idiota.

-majestad, traje paños para limpiar a la joven, apártese.

Una señora, algo mayor, se acercó a mí, tenía el rostro arrugado y el pelo cano pero tenía una sonrisa sincera y angelical. Menos mal, alguien que parecía menos loca.

El príncipe se sentó en una butaca enfrente mía, viendo como la señora me limpiaba. Que. Maldita. Vergüenza.

¿Acaso era un vogeur?

-Puedo hacerlo yo, no se preocupe- dije intentando coger el paño mojado, pero como no, mis manos amarradas a la pared y puestas por encima de mi cabeza, no llegaban.

-No se preocupe joven, es mi trabajo.

¿Qué?¿quién ponía como trabajo limpiar a alguien en una maldita mazmorra?

-He ordenado que traigan un vestido nuevo para usted, sus harapos están para tirarlos, además ¿qué es eso que lleva por falda? ¿No le incómoda?

-¿Mi pantalón? No, es.. cómodo- dije confundida.

-Un pantalón te parece cómodo. A las mujeres no se les tiene permitido usar pantalón, el príncipe debería cortaros la cabeza por usarlo- gritó un guardía.

El príncipe se giró hacía él y lo hizo callar con una mirada.

-No sabemos de dónde viene,callate.

-¿Y de donde viene señorita?- preguntó la mujer.

-De una ciudad- contesté, no quería que supieran nada sobre mí.

-¿De qué ciudad?- preguntó el príncipe acercándose a mi.

-Miami- mentí. Ojala fuera de allí.

-¿Miami? Nunca había escuchado el nombre de esa ciudad.

-Es que está lejos, muy lejos- volví a mentir.

-Bien eh....- se quedó callado.

Ah que espera que le diga mi nombre.

-Valeria, soy Valeria.

-Bien, Valeria de Miami, yo soy el Príncipe Arturo de Rinovia. Es un placer conocerte.

-igualmente- respondí. Era mentira. Quería largarme ya.

Una Esposa Para El PríncipeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora