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27| Marcharse

-¿Qué estaba haciendo él aquí?- pregunté al llegar al final del pasadizo.

-Volvió como prometió- dijo aquella voz.

No dije nada. Yo cumplía mis promesas.

-Visitarme. Necesitáis mi ayuda para ganar esta guerra- respondió a mi pregunta.

No la veía, no lograba ver nada con tanta oscuridad.

-¿Qué te hace pensar eso?

-Princesa, su prometido vino a verme tras el ataque. Si no estuvieran desesperados por poder ganar, él no hubiese bajado hasta aquí, como puede comprobar no es un lugar muy impoluto.

Asentí hacía la oscuridad. Esta mujer me parecía una osada.

-¿Le dijo algo?

-Que me iban a utilizar, eso fue lo que su prometido me dijo.

-No te vamos a utilizar- aseguré. Ya había hablado con el rey, esa opción no entraba en nuestras posibilidades.

-Princesa, tal vez ustedes no. Pero el príncipe sí- sentí como se movía en la oscuridad.

Las cadenas que la mantenían encadenada al suelo se movieron provocando un ruido ensordecedor.

-El príncipe no va a hacer nada si los monarcas no se lo permiten.

-El príncipe no es la primera vez que rompe las reglas, princesa.

Mi cara se transformó en una mueca de confusión, una mueca que a pesar de la oscuridad sentí que ella podía ver.

Estaba nerviosa. Con los nervios a flor de piel. Más que nerviosa,  lo que sentía era temor. No veía y no sabía si me podía hacer algo.

-Pueden utilizarme. Debía haberles avisado hace tiempo. Pero como puede comprobar aquí abajo la acústica para entablar una conversación con los de arriba no es muy buena.

-¿Avisarnos de qué?

-Padre viene en camino, eso ya lo sabe. Pero piensan liberarme para usarme a sus fines. Si el reino de Rinovia no me utiliza, lo hará el reino de Salomón y, sinceramente Princesa, prefiero que me utilicen los buenos.

Sentí como sus delgados dedos envolvían mi muñeca. Me quede tensa y congelada del terror que me recorría de pies a cabeza.

-Pero antes debe escucharme, hay algo importante que debo decirle.

-¿Qué?

-Se vienen malos presagios, se vienen malos tiempos princesa. Y que usted no sepa quién es realmente la deja demasiado expuesta al peligro, debería protegerse, volver a ser usted. Debería conocerse de nuevo.

-¿Disculpa?¿Conocerme de nuevo? ¿ a que se refiere?

-No tenemos tiempo princesa. Le han hecho algo a su prometido, algo malo. Y yo no fuí. Ya fueron a por él, ahora vendrán a por mí, y una vez que me tengan, todo será caos. Usted y el rey sobrarán y serán cazados.

-No, eso no....

El agarre en mi muñeca se hizo más fuerte.

-¡Escúcheme princesa!

Su voz resono por todas las cloacas y yo me quede todo lo quita posible, dudaba de si respiraba.

La sentí acercarse a mí.

-Váyase, váyase tan lejos como pueda. Marchese y conozcase. Una vez que vuelva a ser usted, vuelva aquí y salve al reino.

-¿Cómo? Lo que dice no tiene sentido...

-Vaya a la habitación del príncipe, coja el colgante con la piedra morada que tanto le gusta y marchese sin mirar atrás. ¡Váyase!¡La matarán!

-¿El colgante?¿Qué..

Me interrumpió.

-Necesita el colgante. Váyase, la voz la guiará y la ayudará. Haga todo lo que la voz buena le pide.

-¿La voz buena?

- ¡Siga la voz buena! Si escucha una mala, una fea, rasposa, no la escuche. Por favor. Confie en mí.

Mierda.

¿Qué debía hacer? Matarme.

Suspiré.

-De acuerdo. Lo haré.

El agarre de su mano se volvió suave, como si ahora no me tocara.

Gracias a Dios.

-¡Vaya a por el collar! ¡Pongaselo!

Una Esposa Para El PríncipeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora