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38|El mundo mágico

-¿A dónde vamos?

-A ver al consejo en funciones, todos los seres mágicos debemos juntarnos para ver como proceder a las circunstancias.

Asentí sin mucho entusiasmo, ahora tendría que escuchar a personas hablar, cosa que sinceramente no me hacía mucha ilusión.

-¿Y ellos deciden qué vamos a hacer?

-No. Todos llegaremos a un acuerdo de qué hacer, nadie toma decisiones sin un acuerdo de todos los seres.

-¿Y si deciden no ayudarnos?

-Pues hija, no tocará hacerlo solos.

Detuve mi marcha anonadada, ¿Solos?

-Es coña, ¿no?

-Ojalá lo fuera, Valeria.

Bien, es decir que si no conseguimos la ayuda del mundo mágico nos tocaría hacerlo solos. Era un suicidio.

Nos encontrábamos andando por medio del bosque, no entendía por qué papá no nos hacía aparecer directamente en el lugar de la reunión. Era tan raro..

-Y recuerda, no hables con nadie a no ser que sea estrictamente necesario- me recordó papá.

Me lo había dicho dos veces antes de salir de casa.

-¿Y a qué te refieres con estrictamente necesario, exactamente?

-Un saludo y pasas de su cara.

-No sé cómo eras antes papá, pero seguro que el siglo XXI te ha agriado el humor.

-Y a tí te ha cambiado en muchos aspectos.

-Seguro me encuentro mejor que nunca.

-Antes no hablabas tanto, ahora ni debajo del agua te callas- murmuró deteniéndose frente a un montón de hiedra que actuaba como cortina.

¿Qué?

Antes de poder preguntarle nada al amargado, la cortina de hiedra se abrió revelando lo que había tras ella.

Papá sonrió antes de entrar por donde, segundos antes la hiedra colgante nos detenía el paso.

-Bienvenida al mundo mágico, Valila.

Pasé detrás de mi padre y, segundos después, la hiedra colgante ya había tapado nuevamente la entrada, ¿O era ahora la salida?

Miré hacía delante, y lo que ví me sorprendió gratamente. Era, Dios, era un lugar mágico de verdad.

Estaba rodeado por montañas enormes que protegían todo, rodeándolo, de las más pequeñas salían cascadas repletas de agua que acababan en pequeños lagos o riachuelos que iban por todas partes y contra todos los sentidos de la física y la gravedad, de hecho, había un río que "volaba" literalmente. Había árboles, plantas, insectos por todas partes.

Y justo en el medio de aquel lugar había una especie de torre súper alta, hacía donde miles de seres que se encontraban en aquel lugar se dirigían.

Estaba fascinada con aquel lugar. Era una maravilla.

-Solo los seres mágicos pueden entrar aquí- me informó papá, mientras seguía caminando hacía aquella torre.

Seguimos caminando, esta vez era yo quién mantenía la boca cerrada, pues papá iba explicando muchas cosas mientras caminábamos hacía el punto de encuentro. Pero yo no le prestaba atención ya que me encontraba bastante sumergida en mis pensamientos como para escucharlo a él chafardear.

Una Esposa Para El PríncipeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora