||37||

131 14 11
                                    

37| Extrañas Sensaciones

Las manos me escocían, los ojos me ardían y para colmo mi vista se había emborronado cómo si una lámina transparente se hubiese colocado delante de mis ojos y no me permitiera ver.

-¿Valeria?

La voz de papá me había sacado de mi ensimismamiento. Pero seguía sin poder ver y las manos cada vez me ardían más.

-Es el collar- confesó.

Lo miré, o creo que lo hice, mostrando mi cara de confusión. Solo veía siluetas de color a mi alrededor pero sentí como papá quitaba el collar de mis manos y lo volvía a dejar sobre mi cuello.

Ante eso, las manos me habían dejado de escocer y poco a poco pude recuperar mi visión.

Que no es que tuviera mucha...

-Funciona como canalizador de tu energía, de tu poder. Cada vez que lo tocas mínimamente tratará de llevarse mitad de tu poder o de tu energía para que puedas usarlo en cualquier momento pero al estar tus poderes dormidos te hace daño en lugar de ayudarte.

-¿Un canalizador?- pregunté.

Papá asintió y se sentó junto a mí en la tierra húmeda sacando de uno de sus dedos de la mano un anillo de oro con una inscripción en medio.

-Este es mi canalizador, lo elegí cuando pequeño, como tú elegiste las calcedonias y ... Da igual. Si en el caso hipotético de que por algún casual yo me quedase sin magía o estuviese lo suficiente agotado como para no poder hacer que la magia nazca de mí, mi anillo canalizará la magia que ha ido guardando poco a poco de mí y me permitirá usarla. Pero solo a mí, que soy su dueño.

-¿Por eso me hace todo esto el collar?¿Por qué no tengo magia?

-Si tienes, solo debemos despertarla y canalizar la mayoría en tu collar.

-¿Podríamos canalizar mi poder en otros objetos?

-Un hechicero normal, no. Pero eres Ninfa también, otra parte de tu magia se encuentra en la naturaleza y tús canalizadores en la naturaleza son...

-¡Joder!¿¡Enserio!?- pregunté adivinando sus pensamientos.

-Sí. Pero el poder de la naturaleza es más difícil que el poder de uno mismo de usar.

-¿Y podría combinarlos?

-Antes sí, de hecho lo hiciste un par de veces. Pero ahora... No lo sé Valeria, podría ser peligroso, recuerda que ya no tienes magia y juntar tus dos canalizadores es muy complicado. Ya te costó hacerlo una vez. Dos..

Mierda. Tenía una buena idea en mente.

-¿Y qué vamos a hacer?- pregunté cambiando de tema, aún tenía muchas incógnitas.

-No podemos ganar una guerra con todo el mundo de enemigo. Debemos entrenar duro y después, que sea lo que Dios quiera porque yo no tengo mucha fe de ganar.

Asentí no muy convencida, volví a girarme hacía la tierra húmeda en la que debía, según mi padre, crear al menos una pequeña vida. Osea, que debería hacer aparecer una pequeña planta allí, sin nada más, ni semillas, ni agua, ni nada.

Toqué la tierra, pasé la palma de la mano por ella suavemente. Tal y cómo había hecho en el jardín real, traté de concentrarme lo más que pude pero nada sucedía.

Seguí paseando mi mano por la tierra pero seguía sin suceder nada, la tierra seguía intacta.

-Concéntrate- dijo mi padre.

-Cincintriti.

-Cómo sigas así tu castigo va a durar hasta el próximo perigeo.

-¿Qué..? Mira da igual.

Continué paseando mi mano sobre la tierra húmeda, pero nada sucedía, empezaba a cansarme y, sinceramente, no sabía de qué me servía crear plantas, si lo que debíamos hacer es buscar aliados para la guerra. Pero no, yo, súper floja, tenía que haber pedido lo más inútil para aprender primero.

-Mira, paso- dije levantándome de la tierra y marchandome hacía la choza.

El grito de mi padre fue lo que hizo que me diera la vuelta alarmada.

-Esto antes le pasaba a tu madre, no a mí- se quejó.

Lo encontré despatarrado sobre unas zarzas intentando salir.

-¿Qué..?

La mirada de mi padre hizo que dejara mi frase a medias y acto seguido señaló hacía lo que antes había sido solo tierra húmeda.

Una gran flor gigantesca había aparecido allí.

-¿¡He sido yo!?

-Para mi suerte o mi desgracia, sí- respondió mi padre, quién optó finalmente por usar la magia para escapar de las zarzas- Enhorabuena, nunca antes habías hecho volar por los aires a nadie creando plantas gigantes.

La sonrisa de mi padre provocó la mía. ¡Había creado una planta!

Una Esposa Para El PríncipeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora