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23|¿Hallar o no hallar?

-¡Por el amor de Santa Bárbara!¡Estás manchando mi aire puro con tu aliento de borracho indigente!- grito alterada alejandome de él.

-¡Que mujer!Padre, si estas ahí arriba, ¡Llevatela pronto!

Grita el muy idiota mirando hacia el cielo.

-Si me quisiera llevar me hubiese llevado cuando me empujaron colina abajo, ya es tarde- sonrio con burla.

-¿No deberías pasar más tiempo con tu prometido?

-¿Y tú no deberías ducharte más de vez en cuando? Ducharse una vez al año no es suficiente, Ricardito.

-¡Oh, vamos!¡Callate! ¡Era un secreto vil traidora!- dramatiza Ricardo.

Rio y trato de huir de su alcanze y la de su regadera repleta de agua.

-¡Valeria, querida!

El llamado de la reina hace que ambos nos detengamos y soltemos en el suelo las herramientas de jardinería y la regadera.

-¿Si, majestad?

-¿Has visto a mi hijo?

Niego confundida, a decir verdad, no veía a Arturo desde la noche de la fiesta- ataque.

La reina se soba la cabeza, frustrada.

-¿Está bien, majestad?

-No lo hallo por ninguna parte y desde hace dos noches no se nada de él.

Frunzo el ceño.  Era raro que Arturo se marchase sin decir nada, y menos a su madre.

Lo conocía, o al menos, un poco, y sabia a la perfección que él no se marcharía sin avisar a sus padres.

-¿Y los caballeros?

-Ellos no saben nada, él no tenía nada planeado. Él debería estar aquí..

-No se preocupe majestad, lo encontraremos.

Ricardo me mira confundido.

-Si. Tu y yo, tonto lava.

La reina se marcha no muy convencida, dejandonos a ambos solos de nuevo.

-¿Dónde crees que pueda estar?

-Y a mí que me preguntas- respondo.

-Es tu prometido, ¡deberías saberlo!

-Lo único que se, es que no se nada.

Cito las palabras de Socrátes.

Ricardo bufa.

-Eres un grano en el pompis- dice.

-¿Has dicho pompis?

Rio.

Ricardo vuelve a bufar, me toma delicadamente del brazo y juntos entramos en palacio:

-Ahora encontremos a tu prometido.

Ruedo lo ojos.

Si tan solo supiera.

Algunas veces pienso en que podría contarselo, decirle que no es cierto, que no es mas que un engaño. Pero la vergüenza siempre acaba llegando a mí y no digo nada.

-¿Dónde fue la última vez que lo vistes?

-En el baile de máscaras. Justo antes del ataque. Desde entonces no lo he visto más.

Una Esposa Para El PríncipeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora