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47|| El críterio del rey

(Ex- Rey)

Valeria

Fiarme del criterio del rey había sido una de las peores ideas que había podido tener en mi vida.

Quién me diría que para poder meternos en ese pasadizo que había nombrado el rey había que quitar unas piedras enormes. ¡Ni siquiera podíamos entrar en él!

El rey, quién había recuperado un poco el color tras haber comido y bebido, -y haberme guardado un poco de alimento a mí- estaba junto a mí, quitando todas las piedras pesadas para que pudiesemos pasar.

¿Lo malo? Que pesaban demasiado.

¿Aún más malo? Que al rey le dolían las muñecas y no podía coger las piedras que eran demasiado pesadas.

No fue hasta dos horas después quitando piedras de nuesto camino que caí en la cuenta de que podía quitarlas con magia.

Me abofeteé ante la mirada incrédula del rey quién me miraba sin saber que me estaba pasando.

Y, con solo pensarlo, pude apartar todas las piedras del camino.

El rey me miró incrédulo:

-Ni siquiera recordaba que podías hacer magia.

-Yo tampoco- confesé.

Me encogí de hombros sin darle mucha importarcia pero en realidad quería reírme de mi misma por mi desliz.

¡Habíamos perdido dos horas!

Esto contaba para anécdota.

El rey, sin embargo, se rió descarado.

Yo, por mi parte, me adelanté avergonzada.

El pasadizo consistía en una construcción por la que únicamente cabía una sola persona, y debía ir girada de  lado, eran piedras gigantes puestas de cualquier manera similando la forma y profundidad de un túnel sin luz.

-Apaga la dichosa llama, podrían encontrarnos- susurró el rey.

Asentí y apagué la llamita.

El rey cogió mi brazo y tiró de mí para poder entrar ambos en el túnel, nos pusimos de lado mirando la pared y comenzamos a avanzar en la oscuridad.

Ibamos despacio, demasiado despacio.

Me recordó a cuando me caí -tiraron- de lo alto del mirador y acabé caminando con caca de caballo por tordas partes y hasta las tortugas me adelantaban.

Ha pasado una eternidad.

Antes de seguir avanzando más allá, recoloqué las piedras en su lugar. Impidiendo así que alguien nos siquiera.

Siempre seguros nunca inseguros.

Encendí la llama una vez que estuve segura de que nadie pudiese vernos y estuviesemos más o menos a salvo.

Una Esposa Para El PríncipeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora