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32| La noche

Valeria

La noche había llegado. Hoy, era la cena de compromiso de Arturo y de Cire. Y por supuesto, yo, no había sido invitada.

Pero había algo extraño, sentía un no se qué en el ambiente que me hacía imposible estar más de dos minutos sentada en un mismo lugar.

No sé si eran los nervios por mi huida o porque tal vez Arturo si estuviese en problemas.

-¿Enana?- preguntó Ricardo entrando a mi habitación.

Me asomé por la puerta que daba al baño, estaba atandome las botas.

-¿Estás lista?

Una vez que me até correctamente las botas salí del cuarto de baño y asentí, no me llevaría nada, ¿qué podía llevarme de un lugar que no era mío?

Nada.

Aún así, metí la mano en el colchón y saqué mi teléfono móvil. No tenía esperanzas de poder volver a mi siglo, por más que quisiese y este aparato era el único recuerdo de lo que una vez había podido llegar a ser.

Guardé el teléfono en una de las bolsas de piel que Ricardo me ofrecía y me la colgué a la cintura, tal como lo había visto a él hacerlo otras veces.

Salí de la habitación sin mirar atrás con mi amigo a mis espaldas pero una voz dulce me detuvo.

Coge el collar, Valeria.

-¿Qué has dicho?- pregunté en dirección a Ricardo.

Él me miró confundido.

-Nada.

-¿No...- me corté a mí misma cuando la voz dulce volvió a resonar.

El collar, Valila.

No era Ricardo, el tenía la boca cerrada.

Volví sobre mis pasos y entré en la habitación, el collar de Arturo reposaba sobre la almohada brillando.

Pero, yo no lo había dejado ahí. La madrugada anterior lo había tirado al pozo del palacio.

¿Cómo...?

Póntelo.

Otra vez la misma voz. ¿Pero qué me estaba pasando?

-¿Enana?

Ricardo estaba detrás mía, sin pensarlo mucho cojí el maldito collar y me lo pasé por la cabeza para que acabara reposando sobre mis pechos.

Brillaba. Brillaba mucho.

-¿Qué...- comenzó a preguntar mi amigo.

Pero se vió interrumpido cuando tiré de él y nos saqué a ambos de la habitación.

Bajamos corriendo en silencio procurando que nadie nos viera.

Pero ¡Vamos! Eso era improvable, todo el mundo estaba en la fiesta nadie me iba a ver.

-¡Valeria!- Ricardo y yo nos detuvimos ante el llamado, estabamos casí llegando a las caballerizas donde cogeríamos a dos viejos caballos y me ayudaría a huir.

Una Esposa Para El PríncipeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora