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40|La Mitopedia

-¡Val!- exclamó alguien junto a mí sacandome de mis pensamientos.

Despegue mi vista del agua y miré a quien me había sorprendido.

-Oh, tú. Hola- dije sin ánimo.

Unït se aproximó más a mí, sentada en su nenúfar. Comenzaba a pensar que era algo típico de ella.

-En lugar de estar ahí sentada, en la tierra, podrías probar a sentarte sobre el agua o crear un nenúfar y sentarte sobre él. Son geniales y así no te humedeces.

-No. Prefiero quedarme aquí- dije señalando la tierra.

Estaba bastante ocupada y ella solo venía a distraerme.

-¿Qué es eso?- preguntó señalando los papiros y el bolígrafo que me había conseguido mi padre.

-Estoy escribiendo una mitopedia- respondí sincera.

-¿Escribiendo?

Unït ladeó la cabeza sin dejar de mirar mis papeles garabateados.

-Sí. Para acordarme de todas las normas mágicas, de los hechizos y de todos los seres. También he hecho un mapa- le enseñé el papel pintarrajeado con forma de nada y dónde había nombres de los reinos mágicos.

Estaban desde el reino de la noche, el de los vampiros y el más lejano, hasta el reino de las Asradi. También había puesto este punto de encuentro de todos los seres mágicos.

-¿Y cómo funciona?- preguntó interesada.

-Bueno, básicamente lo escribo para no olvidarme mientras recupero mis recuerdos. Después no me hará falta pero me gusta sentirme util, creo que nunca lo he sido- respondí sincera.

-¿Y eso servirá?

-Eso espero, aquí estará reunida la información de todos los reinos. Desde su rey hasta sus habitantes, también en lo que pueden ayudar y pueden ser ayudados de otros. Creo, sinceramente, que os falta un poco de organización en cuanto a todo esto. Necesitaís tenerlo todo ordenado.

-Podrías llamarlo la Mitopedia de Valeria Blurbull- comentó riéndose.

Mi ánimo decayó en picado. 

Miré las hojas sobre mi regazo, ¿no le veía sentido a escribirlo todo?

Yo creía que sí, quería creerlo, podían mantener un orden y un registro de todo. Se haría pesado escribirlo todo pero sería útil, muy útil.

O así quería sentirme yo.

-Si no te gusta mi idea puedes irte a la mierda, a mí me gusta y me parece genial- espeté.

-No he dicho que no me guste su idea, princesa. Ni me gusta ni me disgusta pero dígame, ¿No perderá mucho tiempo? ¿Cómo era eso que ha dicho qué hacía?

-¿Escribir?- pregunté alzando una ceja.

¿Tan paletos eran? Al menos en el castillo si sabían escribir.

Menos mal que estos tenían magia, no se que sería de esta gente sin sus súper poderes.

-¡Valeria!

El llamado de Lion Black me hizo levantar la cabeza y dejar los papeles en el suelo.

-Ni los toques- advertí antes de marcharme hacía dónde el hombre lobo me esperaba.

-Llegas tarde, princesa- me regañó una vez que me reuní con él en una explanada de tierra no muy lejos de dónde había estado antes.

-Ya ves tú, lo bueno se hace esperar- repliqué.

Una Esposa Para El PríncipeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora