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19| El primer ataque

La noche había llegado.  Y con noche no me refería a una noche cualquiera cuando anochece y esta el crepúsculo. No.

Me refería a que la noche del baile había llegado.

No miento cuando digo, que hasta la reina colaboro con algunas tareas. Por ejemplo, en la cocina.

Yo no tenía ni idea sobre cocina, pero la reina y algunas mujeres del pueblo se habían predispuesto para organizar una maravillosa y grande cena.

Valtea, había ayudado sobre todo a decorar los trajes que la reina y yo llevaríamos. Es decir, que había piedras preciosas por todas partes.

Ricardo, quien me había ayudado con la decoración del salón, había ayudado también al rey a poner el grito en el cielo y decirle a las jóvenes del reino y de los de sus aliados que habría un baile real.

Y yo, me había encargado de crear y decorar antifazes para todo el mundo. Incluso el personal que él rey habia contratado llevaba su antifaz personalizado.

Arturo, a quien no había visto desde la última vez que estuve en su despacho, ni siquiera había ayudado. Es decir, su padre, quien parecía odiarme, si lo había hecho, ¿él por qué no?

Era extraño. Pero mucho más extraño era ver a Ricardo nervioso.

Estaba ayudandolo a vestirse. Bueno, no concretamente.

Le estaba abundando la corbata que había mandado a hacer. Pero él, no se podía mantener quieto.

-¡Ricardo!¿Pero qué te pasa?¿Se puede saber por qué estas tan nervioso?

Ricardo me miró y trago duro.

-Ella asistirá- respondió.

-¿Qué?¿Quién?- pregunté confusa.

-Lady Constance- murmuró bajito. Tan bajito que temí haberlo escuchado mal.

-¿Lady...- no pude formular la pregunta puesto que él me interrumpió tapandome la boca.

Pero, ¿qué hacía?

Le mordí la mano con todas mis fuerzas para que me liberara de su agarre. Él grito y se aparto de mi lado rápidamente.

-Pero, ¿Se puede saber qué haces?

-Chsss- chistó.

-No me mandes callar, tontolava. Te estoy haciendo una pregunta.

-Tss, ¿y si nos escuchan?

-¿Quién te va a escuchar?¿Dios? Ese señor tiene mejores cosas que hacer que verte ponerte colorado por Lady Constance.

-Eres una creída.

-Y tú un tontolava- le saqué la lengua.

-Tontalava tú- ahora era su turno.

Así empezaban nuestras peleas. Y no era momento para tener peleas, por lo que, tragandome mi orgullo, no dije nada.

Una Esposa Para El PríncipeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora