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30|¿Qué está pasando?

Valeria

No podía parar de llorar, mis ojos escocían y mi nariz estaba congestionada. No había sido capaz de detener el llanto desde lo que había sucedido en la habitación de Arturo. ¿Cómo no era capaz de reconocerme?

A mi derecha Joe Monroe me pasaba pañuelos de seda y tiraba los usados a una bolsita, mientras Ricardo me abrazaba.

-Es que no...No lo entiendo..Yo...- mi voz se rompió a mitad de la frase y me ví incapaz de poder continuar hablando.

-Tiene que haber alguna razón, algo...Él no haría algo así- dijo Joe.

Quise reírme, quise levantarme y reirme en toda su cara. Las ganas de llorar habían sido reemplazadas por unas ganas irremediables e irresistibles ganas de reirme.

Y así hice. Me levanté y me planté frente a esos dos idiotas y empecé a reírme en sus caras, estos, me miraron confundidos para después intercambiar miradas entre ellos.

-¡No hay ninguna asquerosa explicación! ¡Lo ha dicho claro!

Ricardo se levantó y trató de coger mi brazo, pero fui más rápida y me zafé de su agarre.

-Vosotros lo habéis escuchado. La quiere a ella no a mí.

Lágrimas caían desde mi lagrimal hasta perderse por la base de mi cuello y hacer una carrera hasta el escote de mi vestido.

-Valeria, la odiaba. Lo sabes.

-¡No! No lo sé, joder. No sé nada- reí- Por eso ella me pidió que me marchara, ¡Lo quería tener para ella sola!

-¿Qué?- preguntaron los dos al mismo tiempo.

-Cire, ella me pidió que me marchara cuanto antes de aquí, ¿Era por eso? ¿Ella lo sabía?

Me volví a sentar entre medias de Ricardo y Joe, alejando las últimas lágrimas que corrían por mi rostro con mi mano.

-¿Te pidió eso?¿Te pidió que te marcharas?

Asentí.

Ricardo se pasó las manos por el rostro mientras Joe suspiraba.

-Joder- murmuró uno.

Cire había sido subida desde las cloacas hasta MI habitación y a mí, Arturo me había echado de ella. Por suerte, los reyes me habían asignado otra. Cire, no había sido capaz ni de mirarme.

¿Lo había planeado desde el principio?¿Era eso? ¿Me había usado de muñeca de trapo?

-Quiero irme- dije sin venir a cuento.

Joe dejó de tirar en la bolsa los pañuelos de seda usados para mirarme con los ojos orbitados, mientras el brazo que Ricardo tenía a mi espalda de manera fraternal, se tensaba.

Ninguno dijo nada por unos instantes, hasta que Joe Monroe suavizó su expresión:

-Puedes venir a mi reino si no...Si no tienes otro lugar al que ir. Y si, realmente quieres irte de aquí.

¿Qué?¿Este era el mismo imbécil que había conocido no hace tanto?

Asentí ante sus palabras. Pero era en vano, yo quería marcharme a otro lugar, uno muy lejano a este, un lugar un par de siglos más actualizado.

Quería volver a casa. A mí casa.

Quería volver.

-Quiero irme a mi casa- murmuré bajito.

No supe si alguno de ellos dos me había escuchado hasta que Ricardo me tomó suavemente de las manos y me dió un apretón.

-Sí eso es lo que deseas...

Joe suspiró tras las palabras de Ricardo:

-Te apoyaremos.

-Te ayudaremos- le corrigió Ricardo.

Murmuré un suave gracias pero, en el fondo, sabía que por mucho que ellos me ayudasen y por mucho que yo desease volver, era casi improbable.

Unos tacones, que yo nunca sería capaz de ponerme, se hicieron visibles en mi campo de visión.

Levanté la cabeza y me topé con Niela mirandome dulcemente. Pero tras aquella dulcura que se percebía en su mirada había algo más oscuro, algo que ya había visto la noche de la "cita" de Arturo y ella, algo que había visto cuando ella había estado en la habitación de Arturo. Algo, que ahora,  la hacía estremecerse.

Estaba segura, segurísima de que había hecho algo malo.

Antes de que pudiese seguir con el caudal de mis pensamientos, Niela puso un papel doblado correctamente delante de mi rostro.

Enarqué una ceja confusa.

-¿Qué?- pregunté.

-No es para usted, Valeria. Es para el príncipe heredero Joe Monroe, mejor amigo del príncipe y heredero Arturo.

Me giré hacía Joe, quien parecía tan confuso o más que yo. Este cogió el papel correctamente doblado y lo abrió una vez que Niela se hubo marchado.

-¿Qué es?- preguntó asustado Ricardo.

-Una..- Joe me miró antes de continuar leyendo- Una invitación.

¿Una invitación?

-Valeria, creo que esto. Creo que esto no está bien.

Dijo antes de continuar.

-¿Para qué es la invitación?- pregunté temerosa.

Joe suspiró penosamente antes de darle la vuelta al papel para que tanto Ricardo como yo pudiesemos leerlo.

A todos los habitantes del Reino de Rinovia y sus aliados, están ustedes cordialmente invitados a la cena de compromiso del príncipe heredero y de la joven Cire.

Antes de que hubiese terminado de leer aquello ya me encontraba llorando nuevamente.

¿Cómo era capaz de hacerme aquello? ¿Qué tantos males había podido hacer yo en mi vida para merecer todo esto que me estaba pasando? ¿Era real?

¿Por eso no me acordaba de mi vida?¿ Por qué habia sido malvada?

-Valeria...

-No. Dejadme.

-Valeria..- intentó esta vez Ricardo.

Pero mi cabeza ya se encontraba a miles de kilómetros de allí, expresamente en el río. Algo había pasado en aquel río.

Pero, ¿qué?¿Qué era lo que había pasado?

-Iras- dije simplemente.

-¿Qué?- preguntó Joe.

-Iras a la fiesta y les desearás un buen compromiso y una larga y feliz vida casados.

-Pero...

-Irás. Y así Ricardo podrá ayudarme a escapar esa noche, los reyes nunca me dejarán irme así porqué sí sin saber si llego bien a casa.

-¿Y eso no lo haría sospechoso?

-¿Irme tan repentinamente como vine?

-Valeria, piensa bien.

-¡Estoy pensando a la perfección, joder!

-Valeria, Joe lleva razón- dijo Ricardo.

-¿Y a mí qué? ¡Quiero irme a mi casa! ¡Estoy cansada de todo esto! ¡De todo!

Ambos suspiraron ante mis palabras.

-Esta bien- dijo Joe depsués de unos minutos de silencio. Minutos que se me hicieron eternos.

Asentí en señal de agradecimiento.

-La cena es pasado mañana por la noche, deberás prepararte bien.

Volví a asentir. ¿Para qué me iba a prepara? Para morir por una idea estúpida que tenía en la cabeza.

-Gracias- les susurré a ambos mientras me levantaba y me marchaba a mí nueva habitación para prepararlo todo.

Una Esposa Para El PríncipeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora