||50||

142 10 2
                                    

50| Tu magia

4 días después

-¿Es necesario?- pregunté viendo como Anuar y Lion me ataban las muñecas con unas esposas de lo que parecía ser acero.

Anuar no contestó, simplemente se quito del medio y se escondió detrás de un árbol.

Lion, quién se quedo frente a mí, ni siquiera contesto. Solo me miró y su mirada me lo dijo todo.

Sí era necesario.

Habíamos descubierto, que, en situaciones extremas mi magia encerrada hacía acto de presencia.

Como cuando me enfadaba. Lo habían descubierto cuando caí inconsciente y todos los que estaban a mi alrededor, y los que se habían acercado a mirar qué pasaba, habían llegado a una ligera conclusión. Mi magia solo se manifestaba cuando me encontraba en situaciones ''extremas''.

Cómo por ejemplo cuando el cachorro no dejó de golpearme cuando se lo pidieron y me cabreé o cuando, antes, me cabree otra vez. Sí, parecía que se manifestaba más cuando me cabreaba que cuando estaba en situaciones extremas como ellos decían pero al menos era algo.

-Valila- habló el chupasangre- Te vamos a enfadar para comprobar nuestras teorías, haga el favor de no matar a nadie.

Me reí, ¿cómo iba a matar a alguien?

Asentí con la cabeza, estaba amordazada con cadenas de hierro a dos árboles distintos, no podía hacer nada. No iba a hacer nada.

Lion se separó un poco de mi lado mientras que Anuar, quién seguía escondido detrás de un árbol, salió por las miradas de reproche que mi padre y mi tía le estaban lanzando.

Pero nadie decía nada, ¿por qué no decían cosas para enfadarme?

-¿No vais a hablar?

El rey efímero también se unió al espectáculo pero tampoco dijo nada.

Genial.

-¿Ahora sois mudos?

De nuevo, nadie contestó.

Genial x2

Lion Black me miraba de cerca con una sonrisa traviesa en los labios y los brazos cruzados sobre su torso pero, aún así, no dijo nada.

¡Nadie decía nada! Y eso me estaba comenzando a cabrear.

Las cadenas tiraban de mis brazos hacía atrás cuando yo quería ir hacía delante y quitarle la sonrisa burlona a Lion de la cara, quitarle a Anuar los bollos de canela que se estaba comiendo y tirarselos a la cabeza, y sobre todo quería que todos dejasen de mirarme cómo si fuese un espectáculo de circo.

Intenté acercarme pero las cadenas de hierro volvieron a tirar de mi hacía atrás. Me estaba hartando de la situación.

De repente, todos comenzaron a reirse.

No vi ni entendí el chiste.

Eso me cabreó más.

Mis manos comenzaron a picar, mis ojos a escocer y mi respiración se aceleró.

Ví la sonrisa de Lion Black tambalearse, al igual que vi al hombre lobo echarse unos pasos, disimulados, hacía atrás.

Sentí corrientes eléctricas recorriendo todo mi cuerpo, de pies a cabeza, de cabeza a manos y de las manos a las cadenas de hierro.

Una Esposa Para El PríncipeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora