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42|Chamán

2 meses, 3 semanas, 47 horas, 9 minutos y 58 segundos después

Iba descalza. Y el viento me azotaba el pelo delicadamente.

Me impulsé hacía delante y salté al vacío, un movimiento leve de mi mano bastó para que una rama creciera de la tierra y frenara mi caída. Caí de pie sobre ella y seguí mi marcha, había un poco de musgo sobre la rama así que era fácil poder resbalar sobre ella, por lo que, sin pensarlo mucho, deje que mis pies descalzos se deslizaran hasta el final de ella.

-¡Valila!- exclamó una voz. Por el rabillo del ojo ví como Unït me alcanzaba. Ella había creado otra rama y se desplazaba, descalza, sobre su musgo, al igual que yo.

La terminación de mi rama estaba próxima y caer al vacío me era inevitable, así que, tal y como me habían enseñado, cogí impulso y me dejé caer.

Una hoja súper suave y gigante paró mi caída, eso no me detuvo para llegar a la cascada y quedarme allí, quieta sobre el agua. Esperando a mí amiga.

Unït apareció segundos después dejándose caer en el agua que nos rodeaba y, de paso, salpicandome a mí.

-Gané- dije una vez que esta salió a la superficie.

Mi amiga suspiró y salió del agua, sentándose en un nenúfar que acababa de crear. Yo, por mi parte, continué sobre el agua, solo rozándola con las palmas de mis pies. Me encantaba caminar sobre el agua.

-Creo que tintar tú pelo con remolacha no fue una decisión correcta, princesa.

Sonreí ante su comentario, sí que lo había sido. Inconscientemente me llevé una mano a mi, ahora, corta melena.

Hace menos de unas semanas había decidido cambiar de look. Había pasado de mi cabello achocolatado y largo, a una melena que me llegaba por encima de los pechos y, a tener algunos reflejos, rosas.

Pero no era un rosa exagerado, es decir, solo sí te fijabas mucho, podías notar que era rosa y no marrón.

Sonreí a Unït, ella, que llevaba el pelo de un montón de colores no podía decirme algo cómo aquello.

Sentí como los peces que estaban a mí alrededor se marchaban nadando a toda prisa, ni siquiera me molesté en darme la vuelta para saber de quién se trataba.

Su aroma a frutos secos me inundó las fosas nasales.

-La encontré, princesa- susurró en mi oído.

Me separé unos escasos milímetros de él, no quería que mi padre pensara cosas que no era. Y menos con un...¡Con un chamán!

-Anuar- susurré viendo como él si tenía los pies dentro del agua, lo que eso hacía que su rostro y el mío se enfrentarán- una carrera a la cascada.

No dije más y eché a correr en dirección a la cascada. Momentos después sentí las pisadas del chamán siguiendome.

-¡Tramposa!- gritó a mis espaldas.

-¡Mal perdedor!

Mis pies se desplazaban rápidamente por encima del agua, hasta que, por accidente, choque con un nenúfar y me caí dentro del agua.

Salí a la superficie y sentí algo en mi cabeza. Una rana.

-¡Lo siento señora rana!- exclamé dejándola en su nenúfar y volviendo a levantarme sobre el agua para correr tras el chamán que me había adelantado.

Algunas ninfas nos seguían de cerca sentadas en nenúfares o moviéndose sobre el agua.

No me detuve a ver quienes eran. Me daba igual.

-¿Perdiendo?- cuestionó el chamán.

-¡Jamás!

No me gustaba hacer trampas, pero no iba a dejar que el chamán me ganase. Eso lo tenía claro.

Con un ágil movimiento de mi mano una ola de agua tiró al chamán hacía atrás, cayendo dentro del río y empapandose.

-¡Tramposa!- exclamó.

-El que no corre vuela, Anuar.

Hace un par de meses si alguien me hubiese dicho que me iba a encontrar en aquella situación le habría comentado que estaba loco o le faltaba poco para que su cordura se perdiese. Pero ahora, aquellos tiempos me parecían tan lejanos.

Haber vivido en el siglo XXI o en el reino de Rinovia me parecía tan lejano, como si hubiese vivido allí en otra vida y no hace menos de un año.

Un golpe en mi cabeza me devolvió al momento que estaba viviendo. Corriendo sobre el agua.

Miré, sin dejar de correr, hacía dónde estaba Anuar y me sobé la cabeza. Me había hecho daño.

-¿Me has tirado una piña a la cabeza, maldito chamán?

-Sí.

No dijo nada más y echó a correr de nuevo hacía la cascada, yo iba unos pasos por delante de él pero sabía que en cualquier momento me alcanzaría.

Por lo que aceleré el paso, ya comenzaba a notar mi respiración forzosa. Sabía que tanto ejercicio no era bueno.

El plinc de las gotas de agua cayendo unas sobre otras ya se comenzaba a oír, cada vez más fuerte y más contundente. La cascada estaba súper cerca y yo iba ganando.

Seguí corriendo, por el rabillo del ojo ví como Anuar ya me había alcanzado e íbamos a la par. Parecía Forrest Gump.

Dejé de ver la continuación de agua y cómo se precipitaba al vacío, el agua del río bajo mis pies comenzaba a ir a mayor velocidad, de hecho, si tuviese los pies metidos en el agua notaría la fuerza de la corriente y los rápidos. Yo eso no lo sentía, pero el chamán a mi lado sí.

-¿Necesitas ayuda?- pregunté socarrona.

-¿Tuya? Ni en un millón de novilunios.

Me encogí de hombros y continué corriendo, Anuar había bajado su marcha y el ritmo, pues, aunque el agua no le cubriera casi nada (solo hasta los tobillos), la fuerza de los rápidos y de la corriente era enorme.

Lo que impedía que se mantuviera corriendo a buen ritmo. Si no tenía cuidado podría hacerse daño.

Cuando el final del río me recibió y el comienzo de la cascada me dió la bienvenida, yo salté hacía, lo que para cualquier efímero o humano era una muerte segura. Para mí, no.

Salté en lo que me pareció cámara lenta y giré sobre mí misma en el aire. Me sentía estupenda, libre, sin preocupaciones y sobre todo, plena. Por unos momentos olvidé todo aquello que me atormentaba y que solo estaba en mi cabeza.

Caí en picado a favor de la gravedad, pero aquello no me asustó. Tenía los ojos cerrados disfrutando de las sensaciones de caer y saber que no me iba a hacer daño, cuando abrí los ojos, lo primero que ví fueron las rocas contra las que el agua de la cascada chocaba, allí iba a caer yo.

Ni siquiera moví mi mano, solo pensé en lo que quería hacer, tal y como me había enseñado papá.

Sonreí cuando, tal y cómo había pensado, las rocas se apartaron y yo caí al agua. Pensar que si no hubiese funcionado podría haberme abierto la cabeza.

Salí a la superficie contenta y lo primero que ví al abrir los ojos y mirar hacía la orilla fué a Lion Black mirándome con una sonrisa.

-La reunión ha terminado, te esperan en la torre- me informó.

Salí del agua con tranquilidad y con la melena pegada al cuerpo, al igual que mi escueta ropa.

-¿Malas noticias?

-Prepárate. Se viene una boda- dijo sin más.

Una Esposa Para El PríncipeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora