26 En el pecado se lleva la penitencia

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—¡¿Qué dijiste?! —preguntó la pelirroja indignada, aturdida y preocupada, moviéndose para levantarse de la cama y ponerse de pie.

A pesar del enfermizo sufrimiento y cansancio que cargaba el castaño como pesadas y lastimeras cadenas amarradas a él, Peter logró sobreponerse y sin titubear habló de nuevo:

—¡¡Dije que quiero ver a Gwen!! —volvió a repetir con una voz muy firme, en un tono que en cualquier otro momento la hubiera estremecido, impresionándola por lo verdaderamente varonil que se había escuchado, pero fueron las palabras que él dijo las que no le permitieron a la curvilínea disfrutar de esa masculina entonación.

—¡Pero Peter! —exclamó ella mostrando un gran pesar, tanto en su rostro como en su voz, teniendo una expresión de disgusto en su muy colorado rostro, movió los brazos hacia lados opuestos, señalando lo que tenían alrededor, sin poder creer lo que estaba pasando, delineó su desnuda figura con el movimiento de sus manos y luego dijo: —¡Nuestro revolcón! —expresó siéndole completamente imposible disimular la indignación que la invadía en ese momento, perdiendo por completo su aura de mujer ruda y peligrosa que tiene el control, ahora mostrándose completamente vulnerable sin proponérselo, y es que como ya no tenía forma de disimular su descontento, fue que por primera vez... Peter veía su lado humano, pero a pesar de eso a él no le importó.

—Mary Jane, quiero que llames a Flash y le digas que traiga a Gwen. —soltó el castaño de forma muy seria, sin jadear en ningún momento a pesar del cansancio físico pero sobre todo emocional que lo agobiaba. —Ya cumplí, ahora quiero verla. —volvió a sentenciar.

—¿Cumpliste? —preguntó ella de un modo chillón pero auténtico, sin poder lograr contener sus expresiones que delataban la impotencia que sentía, ya que aún seguía sin poder creer lo que estaba pasando, que el final de su noche con Peter no estuviera sido como lo fantaseó, y que contrario de eso, él siguiera necio con Gwen.

—Si Mary Jane, me dijiste que te diera una noche, un momento de... según tú placer. —detalló diciendo la última palabra sintiendo un profundo asco. —A cambio de liberar a Gwen. Ya lo hice. ¡Ahora tráela como me diste que lo harías! —exigió.

—Peter... —dijo Mary Jane entre dientes.

Bajó las cejas en una expresión que la hacía ver aún más peligrosa, teniendo una mirada filosa, pero que a él ya no lo perturbó en lo más mínimo, pues probablemente él la miraba de igual o peor forma.

Bajó las cejas en una expresión que la hacía ver aún más peligrosa, teniendo una mirada filosa, pero que a él ya no lo perturbó en lo más mínimo, pues probablemente él la miraba de igual o peor forma

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—Acabas de tener sexo conmigo. —expresó de manera pausada mientras lentamente caminaba hacia él, aparentando calma, aunque notándose evidentemente que era fingida, porque al mismo tiempo claramente se veía que estaba muy enojada. —El mejor revolcón de tu vida, —señaló, moviendo su cuerpo de forma sexy pero aun teniendo esa mirada filosa, y sin aún lograr provocar nada en él —te llenaste de mi boca, probaste mis senos, te comiste mi entrepierna, me la metiste bien duro y bien rico. ¡Yo te chupé el pene como nunca nadie lo había hecho! —mencionó elevando al último la voz. —¡Me cogiste como nunca nadie lo hizo! Satisfaciendo todas mis fantasías sexuales... —dijo como si eso tuviera toda la importancia del mundo. —¡¡Y yo te provoqué dos suculentos orgasmos!! ¡¿COMÓ DEMONIOS SIGUES PENSANDO EN ELLA?! —estalló Mary Jane, gritando extremadamente fuerte, poniéndose más roja de lo que ya estaba, pero por coraje, mientras apretaba sus puños de una forma tan intensa que se hacía daño en las palmas.

Peter Parker sacrificios del corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora