“Ahora, ¿puedes verme a los ojos y decirlo?”
Alec:La observé detenidamente, escaneando su rostro aniñado, viendo sus gestos nerviosos casi imperceptibles. Relamía sus labios constantemente, sus ojos negros estaban fijos en su pizza llena de olivas, sabía que estaba incomoda, sabía que yo la incomodaba. Por eso, desde que sonó la campana y tomé asiento en la mesa junto a ella, porque ya estaba aquí cuando yo llegué, no había alzado los ojos de su plato, y cada palabra que salía de su boca era baja y no era dirigida hacia mí.
Eso solo me confirmo lo que ya sabía, o más bien; lo que no quería aceptar.
Debía de aceptar el hecho, de que por mucho que me impresionara, o doliera, ella había sido. Lo sabía, mi intuición me lo decía, y esa nunca fallaba, aunque rogaba que solo por esta ocasión estuviera equivocado.
Mi lengua picaba por preguntarle, por darle respuestas a mis preguntas, saciar mi curiosidad, pero estaba consciente que ella no respondería, conociéndola como lo hacía, saldría corriendo lejos de mí. Obviamente no quería eso.
Estuve a nada de estirar mi mano hasta ella para abordarla, pero antes de hacer algún movimiento, la voz de Beth llamó la atención de todos en la mesa.
—Bien, amigos, los cumpleaños aun no terminan, y el próximo es el mío —inició con emoción. Cierto, este mes sería su cumpleaños, y el mío también. Beth sonreía felizmente, su piel morena brillando con la luz del sol, que hoy estaba particularmente cálido para esta época del año. —Entonces, como ya deben suponer, haré una pequeña fiesta.
Dexter soltó un bufido, miró a Beth por sobre sus lentes.
—Pequeña mis huevos, todos los años dices lo mismo y haces un fiestón —se quejó con tono irritado. —Por ejemplo; la de tus quince, supuestamente era una “pequeña reunión con tus amigos y familiares más cercanos” y terminó siendo un desastre con todo tu jodido árbol genealógico y los torpes de tu vecindario.
La acusada hizo un gesto dándole la razón.
—Sí, pero equis, todas las fiestas son así, la de Ellie fue una locura. —Se hizo un silencio denso en la mesa, la nombrada se llevó una oliva arrancada de su pizza a la boca, aunque vi a sus hombros ponerse tensos. —Lo que les estoy queriendo decir es que, faltan once días y me encantaría que todos estuvieran ahí.
—Yo no podré —la voz de Ellie se alzó, interrumpiendo a Bethany, quien la miró con ojos desilusionados. La chica de los rizos sonrió apenada. —Debo viajar a las afueras de Prowant, mis abuelos se van a mudar y yo iré a echarles una mano, me quedaré unos días. Saben que la mitad de mi familia es de allá.
Terminó de hablar y de inmediato bajo su cabeza, sus espesos rizos creando una cortina entorno a su rostro. La miré intensamente, sorprendido de que no me hubiese dicho nada.
—Oh, está bien, Ellie. —Beth le sonrió, restándole importancia.
—Lo siento —se disculpó, de igual forma.
—Descuida, lo entiendo —se encogió de hombros. —Igual te guardaré tu parte de pastel.
Bromeó, arrancándole a Ellie una diminuta sonrisa. Dejé de prestar atención a la conversación que entablaron los demás al respecto al cumpleaños de la pequeña morena, para concentrarme en la chica a mi lado.
Su actitud distante me ponía algo nervioso, era extraño verla tan callada, tan perdida en sus pensamientos, porque aunque Ellie fuera el tipo de persona que se sume en su cabeza en un trance raro, está vez parecía perdida en sí misma. Sentí la preocupación punzar en mi estomago, o tal vez la gastritis de mierda.
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Los Desahuciados
LosoweEn un grupo de amigos, siempre habrán los clásico: La chica escandalosa, dramática y sentimental, que todo la hace llorar, que es una soñadora y romántica empedernida. La que es amiga todos, la que tiene un carácter de los mil demonios, pero que ama...