"Para mí sí"
Ellie:
Corrí el cierre de mi bolso de viaje, ya todo lo que necesitaba estaba dentro de él, no llevaba mucha cosa, solo lo que creía esencial, además no iba a pasar más de una semana en Prowant.
Era probable que volviera el miércoles o el jueves de la semana próxima. No era bueno para mí perder días de clases, apenas estaba iniciando el año, y era nueva, y hay cierta presión cuando eres nueva.
Busqué con la vista mi bolso de mano, ahí estaban unas pocas cosas, aunque si varios estuches, tenía ese extraño impulso de guardar las cosas en bolsitos, tenía un bolsito para mi maquillaje, lo cual era lo más normal, otro para cremas, otro para los accesorios de mi teléfono y mi computadora, uh y uno para mis medicinas.
Al tomar mi bolso hice un repaso mental de todo lo que debería llevar dentro.
-Ellie, ¿estás lista? -la voz suave de mamá me sobresaltó, me giré hacia ella, estaba apoyada contra el marco de la puerta, con esa mirada de mamá que sabe cosas.
Asentí con la cabeza en respuesta, preparándome para salir de mi habitación, pero la figura de mamá en la puerta me obstaculizaba el paso, y ella no parecía tener mucha intención de apartarce. La observé con el ceño fruncido.
-¿Mamá? -la llamé, a la espera de que hiciera algún ademán de moverse. Pero no, estaba tiesa como un palo.
-Soy tu madre, ¿sabes? Puedes engañar a cualquiera, pero a mi no, yo te traje al mundo -inició con su mirada fija en mí. -. Y por ende, sé muy bien cuando algo te pasa, Elliezabeth Adrianne. Ahora, quiero que me diga qué es.
Me quedé en silencio, con un nudo en mi estómago, mamá me conocía bien, demasiado bien, y no es que no tuviera la confiaza suficiente para decirle que me ocurría, sino que en realidad me avergonzaba y ni siquiera sabía por dónde empezar.
Me avergonzaba decirle a mamá que me gustaba Alec, otra vez, no por él, de hecho mi mamá lo adoraba, en sí era más por el hecho de que me parecía patético por mi parte seguir enamorada de una persona por la cual lloré a mares y dije que odiaba. Aunque sabía que ella no me juzgaría, pero de igual forma me avergonzaba.
Mi silencio hizo que mi madre respolara.
-Déjame adivinar, es Alec -dijo con una ceja alzada en mi dirección. Me quedé pasmada, ¿tan obvia era? -. Ay por favor, hija, no me mires así. Uso lentes, pero no estoy ciega, y cielo, no te ofendas, pero se nota en tu carita lo mucho que te gusta.
-¡Mamá! -me quejé, algo ofendida.
-Es la verdad -se encogió de hombros, con un gesto divertido, aunque no duró mucho, pues su cara se puso algo seria después. -. Pero, cariño, te diré algo, que tu madre y tu amiga, no está mal que aún sientas algo por él, aunque no es que me agrade mucho la idea, ya te vi llorando como Maria Magdalena una vez, y no me gustaría verte así otra vez, y ya sé que es parte de la vida estas cosas de tener un amor adolescente, pero de igual forma no me gusta verte sufrir.
Su mano acunó mi mejilla en un gesto cariñoso. Sentí las lágrimas agolparse en mis ojos, pero no lloré.
-Y Alec es un buen chico, sí, pero la mayoría de los chicos son unos tontos en eso de las relaciones, te lo digo por experiencia -ambas soltamos una risa baja. Adoraba a mi madre, adoraba la forma en que siempre sabía leerme a la perfección, adoraba que siempre tuviera el consejo perfecto para mí, y adoraba como hacía a mi corazón calmarse. -. Aunque sé que él nunca te haría daño adrede, pero se nota que es un poco torpe, ni siquiera se ha dado cuenta.

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Los Desahuciados
CasualeEn un grupo de amigos, siempre habrán los clásico: La chica escandalosa, dramática y sentimental, que todo la hace llorar, que es una soñadora y romántica empedernida. La que es amiga todos, la que tiene un carácter de los mil demonios, pero que ama...