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“Perdonar es vida”

Seth:

—Tienes cinco minutos.

Se veía nerviosa. Sabía que lo estaba, pero no me importaba.

—Yo…—empezó, pero no siguió. Bethany jugaba nerviosamente con sus manos. Tomó una bocanada de aire, y dijo—: Lo siento, mucho, en serio. Sé que no actué de la mejor forma, pero lo lamento, ahora noto mi error, por eso llamé a Ellie y le pedí que se reuniera conmigo, quería disculparme contigo, así como con Samantha.

La miré con indiferencia. Sus ojos oscuros estaban clavados en el suelo, pero los levantó y me observó. Cuando establecimos contacto visual, recordé las palabras se Ellie:

“Debes ser consiente que es en parte tu culpa. Así le hayas aclarado las cosas con respecto a su amistad, da igual, nadie decide de quién se enamora, el corazón lo escoge, así no sea el indicado, simplemente cae ante él y ya. No mide las consecuencias, no piensa con la mente, solo actúa por lo que siente. Ella te ama, y su amor por ti la cegó, no es solo su culpa. No la estoy justificando, pero, es así. La confundiste con tus acciones, eso le dio pie a pensar cosas que no eran. La verdad, me cae un poco mal ella, por lo de Sam, pero entiendo, yo a veces soy una Beth en la vida.”

Ella tenía razón, no solo había sido ella, sino yo también. Ellie me había enseñado muchas cosas desde que nos conocimos, y una de esas, era el perdón. Perdonar a los demás, y perdonarme a mi mismo, aún me costaban ambas, pero lo estaba intentando. La dañé, dañé a alguien importante en mi vida, era una mierda.

—No todo fue tu culpa—hablé después de un prolongado silencio, ella pareció sorprendida. Hasta yo lo estaba. —. Yo también lo siento, eres alguien importante para mí, y te hice mucho daño, espero me perdones.

Ella sonrió un poco, sus ojos estaban al borde de las lágrimas.

—Claro que te perdono, tonto—soltó una risa, yo sonreí también. —. Y ¿Tu a mi?

Asentí con la cabeza.

—Pero, creo que debemos tomar distancia, al menos por un tiempo, no quiero hacerte daño. —dije. Quería que ella y yo estuviéramos bien, pero sabía que necesitaría su tiempo para sanar.

—Está bien—habló con tristeza. —. Lo importante es que ya todo está aclarado.

—Así es—le sonreí genuinamente. Le di un abrazo de costado y entramos al local.


•°•°•°•°•

“Tener algo”


Samantha:

—Entonces, ¿todo ese drama pasó en Mc. Donald’s?—pregunté, algo confundida, intentando procesar toda la información que Ellie me estaba dando.

—Síp—respondió, mientras se llevaba a la boca una galleta. Ellie amaba los dulces, siempre estaba comiéndolos, las caras que ponía eran muy chistosas.  —. Arreglaron todo, pero Seth me dijo que tomaría distancia, no quiere dañarla. Es importe para él.

La última frase se repitió varias veces por mi cabeza.

—Que bien, supongo—dije, rebuscando entre la bolsa de gomitas que tenía en mis manos.

—Ahora que lo recuerdo, ¿Por qué no me dijiste que Beth se disculpó contigo?—cuestionó, aparté mis ojos de la bolsita de colores brillosos, y la observé.

—Oh, eso—mi voz se oía diferente. Ellie lo notó, sus ojos oscuros me analizaban lentamente. —. Lo había olvidado.

—¿Cómo puedes olvidarte de algo así?—alzó una de sus pobladas cejas. Suspiré, era uno de esos día en dónde no estaba de humor para nada, y solo quería dormir.

—Simplemente lo olvidé y ya. —Solté, un poco hastiada. —. Todos lo dicen, soy como Dory.

Hice referencia a la caricatura, ella olvidaba todo, así como yo la mayoría de las veces. Sonreí un poco, mi amiga también.

—Ok. Pero, ¿qué dijo?—Ellie era curiosa, pero rozaba lo chismosa.

Intenté hacer memoria.

—Dijo que lo sentía—me encogí de hombros, Ellie volteó los ojos.

—Olvídalo—se rindió. Hoy ella usaba sus gafas púrpuras, se le veían lindas, bueno, ¿a ella algo se le veía mal? No, era muy bonita, a diferencia de mi. —. Ni siquiera sé qué hora es, pero a las cuatro tengo una cita con Andy.

Se notaba que estaba entusiasmada. Le gustaba mucho ese chico, ya me lo había dicho un montón de veces, era tierna cuando hablaba de él. Me lo había presentado una vez que lo encontramos en la misma heladería dónde se conocieron, me agradó, pero no tanto. Seguía pensando que ella y mi hermano hubiesen hecho una buena pareja.

—Son las 2:40—le dije, observando el reloj de gatito blanco que estaba en mi mesa, el reloj fue regalo de Ellie, me encantaba. —. Por cierto, ¿has hablado con mi hermano?

—Oh, sí. Últimamente hablamos un poco—me sonrió. Se veía feliz con eso, yo también lo estaba, quería que ellos fueran amigos. Le sonreí. —. Hablando de él, ¿dónde está? No lo vi cuando llegué.

—Ah, sí. Está en casa de Olivia—tome una gomita roja y me la comí. Realmente, nunca había tenido un gran conversación con la novia de Alec, me agradaba, sí, pero no del todo. Tal vez era que estaba celosa, mi hermano era solo mío. Okey, no.

—Oh…—Ellie nunca había dicho nada sobre eso, nunca me había hablado de como se sentía con eso, me daba curiosidad. —. Me gustaría conocerla.

La miré, algo sorprendida.

—¿En serio?

—Sí, ¿por qué no?—se encogió de hombros, restándole importancia. Jugaba con la galleta de chocolate que tenía en manos. —. Después de todo, ya pasó un tiempo, estamos finalizando agosto, y tu hermano y yo somos…amigos, ¿no?

Asentí con la cabeza.

—Deberías decirle, creo—no imaginaba que Ellie la quería conocer.

—Claro, la próxima vez que hablemos le diré.

Pasamos el rato hablando y riendo de cosas estúpidas. Adoraba la compañía de Ellie, me hacía feliz. Me entendía bien, como nadie, y eso me gustaba. A las 3:30 se marchó a su cita con Andy, pues mi casa quedaba algo lejos de donde sería. Dejándome sola en mi habitación.

Me tiré en la cama, aburrida. No sabía que hacer para distraerme. La verdad, ni siquiera sabía que hacer con mi vida, no era buena en nada, era alguien bastante inútil.

La mayoría del tiempo me preguntaba cuál era el propósito de mi vida, porque no le encontraba uno, ni el sentido.

No sabía dibujar, ni catar, ni bailar, ni tocar algún instrumento, ni cocinar, era mala con los números, no tenía talentos ocultos, como Ellie, quién dibujaba, escribía, hacía postres y manualidades, todo le salía hermoso. Mientras que yo ni siquiera era bonita. Mi existencia se sentía nefasta.

No había nada que fuera para mí. Lo único que me gustaba era el K-pop, y eso no era un talento. Saber absolutamente todo sobre los grupos coreanos más importantes, no era un talento, era solo un gusto. Sí, eso me hacía feliz, pero, ¿de que me valía, si no era buena en nada?

Sabía que podía aprender algo, pero ¿para qué? Era demasiado tímida como para ser bailarina, o actriz.

Era difícil no tener algo, algo tuyo, algo que te caracteriza como personas, que te da felicidad, algo que te hace especial y diferente del resto de la población, todos tienen ese algo.

Todos menos yo.

Los DesahuciadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora