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“Desesperado”

Seth:

“Su llamada será enviada al buzón de mensajes después del tono”

Estaba harto de oír esa mierda, la estúpida voz robótica de la contestadora me tenía irritado.

Tiré el teléfono en la cama, caminé alrededor de mi habitación, tratando de calmarme. Eran cerca de las diez, quizá hace dos horas habíamos vuelto de la playa, y desde entonces no había parado de llamar a Gen, probablemente esta era la llamada número 100 que no contestaba. Debía admitir que estaba preocupado, por primera vez en toda mi existencia, lo estaba.

Solté una maldición y pasé las manos por mi pelo.

Empezaba a desesperarme. Si no sabía nada de ella en menos de dos horas, estaría tocando su puerta como un demente.

Necesitaba que me dijera que estaba bien, que no respondía mis llamada por alguna tontería, pero que estaba bien, que estábamos bien.

Me asomé por mi ventana, intentando ver algo en su casa, nada. Absolutamente nada, todas las luces estaban apagadas, no se oía ni un solo ruido, parecía que no había nadie.

Estaba muy estresado, necesitaba relajarme. No tenía razón para estar así, ¿no? No había ocurrido nada…o eso creía. Me mataba la incertidumbre de no recordar nada de la noche anterior, ¿Y si había hecho algo para que ella se alejara? ¿O si habíamos discutido y no lo recordaba?

—¡Ahg!—gruñí furioso. Me sentía impotente, sin saber bien si pasaba algo o no.

Necesitaba relajarme.

Sin pensarlo dos veces, tomé mi chaqueta, mi teléfono y las llaves. Salí de mi habitación, todo estaba oscuro, debían estar durmiendo ya. Bajé las escaleras con agilidad, al llegar al garaje saqué mi auto y me perdí en la carreta.

Tenía mi destino fijo, y ese era el único lugar al que podía ir para despejarme y sentirme mejor.

(***)

No dormí nada.

Llegué a casa antes del amanecer, antes de que Marianne se levantara para hacer el desayuno. Entré a casa y fui directo a mi habitación, ya sabía cómo hacer esto, lo había hecho miles de veces, escaparme de casa era mi pan de cada día, aunque lo dejé un tiempo, justo cuando conocí a Gen.

Me encerré en el baño y me di una buena ducha, buscando sacar toda suciedad de mi cuerpo, me quedé ahí un rato. Me sentía igual que antes; impotente, nervioso, estresado. Todo esto era nuevo para mi, y que Gen en toda la noche no enviara ni un puto mensaje, me tenía mal.

A las tres de la mañana pensé en ir a tocar su puerta, pero mi Ellie interior me dijo que no. Probablemente ella me hubiese dicho que le diera espacio, quizá y estaba con algún conflicto entre su familia. Aunque me dolía que no me lo dijera, si es que lo tenía.

Al salir de la ducha me vestí, miré la hora en el reloj digital en mi pared, eran las 5 a.m. justo la hora en la que debía estar por levantarme de la cama. Sin pensarlo mucho, tomé mi bolso con las cosas de la escuela y salí de la habitación. En el pasillo me encontré de frente con Ellie, tenía el pelo como un nido de pájaros y las mejillas rojas, marcadas con la sábanas.

Me miró de reojo, bostezó profundamente y me pasó por un lado, camino a las escaleras. Ellie era rara cuando recién se levantaba, parecía una especie de zombie con baba en la comisura de la boca y pijama de cupcakes y florecillas.

Los DesahuciadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora