BUENASSSS, OS INFORMO QUE satoogrv HAN CREADO UNA PLAYLIST DE DETRÁS DE TI Y DE VERDAD QUE LA HE ESCUCHADO Y ES INCREÍBLE.
Me gustaría que le dejasen sus agradecimientos por comentarios porque de verdad que me ha parecido una maravilla y de verdad se lo merece.
¡Muchísimas gracias de nuevo satoogrv!
Dejo por aquí el enlace y también en el tablón de anuncios de mi perfil!
https://open.spotify.com/playlist/33nb2bNmyVmb8OUcjQRzga?si=3YTJidgoQ4ux08LCPeFtFA&utm_souBrce=copy-link
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POV T/N
El opening de mi anime favorito comenzó a sonar, despertandome por completo, pero oye, de buen humor y más todavía al ver a quien tenía al lado.
Sukuna estaba durmiendo tranquilamente sin preocupaciones, tenía un brazo debajo de su cabeza y otro sobre su abdomen, no hacía ni pizca de ruido al dormir.
Al ver un número larguísimo y desconocido en mi pantalla me alarmé —Mierda — me quejé en susurros para no despertar a Sukuna.
—¿Si? ¿Quién es? — pregunté medio dormida.
—Buenas, verá soy una trabajadora del hospital rojo de la ciudad, me gustaría saber si estoy hablando con la persona indicada ¿Es usted T/N T/A? — al escuchar de donde venía y su seriedad me temí lo peor.
—Si, soy yo — afirmé mi identidad con las manos temblando.
—Bien, le ruego que por favor mantenga la calma y que si está conduciendo pare el coche cuando pueda — su tono me estaba desesperando más todavía.
—Estoy en casa — se me rompió la voz.
—Bien, pues siéntese y tómese lo que le voy a decir con calma, aunque se que en estas situaciones no es fácil— se notaba que algo había ido mal.
—Ya estoy sentada, dígame lo que me tenga que decir por favor —rogué cruzando los dedos.
—?????? ???? ??????? — sus palabras me revolvieron todo el cuerpo.
Colgué sin contestar a eso y me levanté del sofá lo más rápido que pude. Me puse un chándal cómodo y me recogí el cabello de la primera forma que pillé.
—¿A donde vas? ¿Qué pasa? —Sukuna se había despertado y me miraba somnioliento desde el sofá.
—Al hospital — respondí entre lágrimas.
Sukuna pareció despertar de golpe — No me jodas —
—No puedo esperarte, lo siento — eso fue lo último que le dije antes de salir por la puerta.
Me metí al ascensor lo más rápido que pude y en cuanto las puertas se abrieron corrí hasta el coche. Abrí la puerta con el mando y me metí a toda prisa, arrancando al instante.
Saqué unas sirenas portátiles oficiales de la comisaría y las encendí.
Pisé el acelerador hasta prácticamente fundirlo con mi pie y no tardé en alcanzar los 130km/h. Mi espalda estaba pegada al asiento por la velocidad y mis uñas estaban clavadas en el volante por la tensión.
No tardé más de 5 minutos en llegar al hospital cuando de normal se tarda más de 15 minutos.
Aparqué el coche prácticamente derrapandolo en el parking y salí de él cerrando la puerta de un portazo.
Saqué la placa de mi bolsillo y la mostré en alto mientras avanzaba por el hospital para que ningún imbécil me tocara la moral.
Ni siquiera las enfermeras me detuvieron.
