POV T/N
Después de aquella noche con Sukuna la semana pasó extremadamente larga, a parte de que no me contestaba a los mensajes, no pasaba nada interesante en la ciudad. Quizá, todo estaba demasiado calmado para mi gusto.
Por suerte, ya estaba a viernes y me eencontrab atendiendo denuncias, como no, sin sentido.—¡Tía! — escuché a Nobara llamarme.
—¿Si? — le di un giro de 180 ° a mi silla para mirarla.
—¿Te acuerdas del caso del asesino de la casa de la playa? — Nobara estaba entre sorprendida y ilusionada.
—Si, fue terrible ¿por? — no entendía por que tanto alboroto derrepente.
— Se ve que es inocente — casi escupo el desayuno al oir eso.
—¡¿Qué?! — pregunté incrédula.
—Su hijo a conseguido las pruebas para ponerlo como inocente — se sentó a mi lado.
—Pero, espérate — intenté no alterarme — ¿Me estas diciendo, que el hombre que secuestró a esa mujer y la tuvo encerrada en su sótano y poco despues se la llevó a una casa frente a la playa,donde la mató a ella, a otro hombre y dejó inconsciente a su hijo es inocente? —
—Si, al parecer lo del secuestro fue real, pero la chica desarrolló el síndrome de Estocolmo con el y no le importaba estar secuestrada — bufó — Lo ha dicho su propio hijo —
—¿Entonces quien mató a esa chica y al otro hombre? — fruncí el ceño.
—El hombre que había al lado del cuerpo de la mujer, resulta que el hijo mató al asesino de su madre y de la chica de 24 años y el padre para que no inculparan a su hijo dejó la escena del crimen así para que lo encerraran —
—No me jodas... — decir que estaba incrédula era quedarse corto.
—Si todo va bien, gracias a las grabaciones del sótano y el testimonio del hijo lo liberarán dentro de 2 semanas —
—No se si es buena idea, pero que se le va a hacer — Bufé.
—Por cierto, dejando estos temas tan sangrientos de lado... ¿Vas hoy a la fiesta? — preguntó Nobara mientras se comía un mikado.
Me quedé helada—¡¿Es hoy?! —
—¡Claro idiota! — rió
—Vivo en la Luna, podría haber dejado tirado a Satoru sin querer— suspiré
—Espera, ¿qué? — Mierda
—¿Qué? — miré al techo
—¿Vas con el jefe? — gritó en susurros
—No se de que me hablas — rodé los ojos.
—¡No me seas perra! ¡Cuentamelo! — exigió dándome toquecitos en el hombro.
—No me pidas que no sea una perra, eso es imposible, ¿has visto este cuerpo? Estoy tremenda — señalé mi cuerpo con superioridad, aunque en realidad era una táctica para cambiar de tema.
—Como vuelvas a intentar cambiarme de tema te juro que te arranco el pelo y me hago extensiones con él — amenazó con una voz diabólica.
—Vale, vale, está bien, si, voy con él, me invitó hace una semana —admití derrotada.
—Estas descontrolada — dijo mientras me miraba con indignación.
—¿Yo? ¡Pero si me invitó el, pelirroja de bote! — le di una patada en la tibia.