Capítulo narrado desde el punto de vista de Sukuna y en presente porque... Porque sí, señorxs, no necesito explicarlo, es Sukuna.
Ah, y sin corregir JSJAJAJAJAJSJSJ os amo caras de mango.
SUKUNA
Estoy en un pueblo perdido, uno de los pocos que no he revisado aún. Las pistas que ha ido dejando T/N apuntan hacia este lugar, pero no me puedo ilusionar todavía.
Paseo por las calles solitarias, y aunque no hay mucha gente por aquí, pero aún así oculto mi rostro.Mi corazón no ha vuelto a latir desde que ella desapareció. Nunca tuve la fuerza suficiente como para lidiar con esto, pero al contrario que los demás, lo hago de todas formas. Porque sé que ella está ahí fuera, asustada, sola y quién sabe si herida. No puedo vivir así, en un mundo donde ella ya no me despierta por las mañanas, donde no está su ropa tirada por el suelo después de ducharse, donde ya no se escucha su voz.
Soy tan suyo que se lo ha llevado todo de mí con ella. La cama está fría, la casa está fría y la vida también está fría. No hay luz, no hay calor, no hay nada. Apenas veo a Alice. La pequeña es igual que su madre y eso me está matando, si es que no estoy muerto ya.
Soy un asesino. Me he transformado en algo más horrendo que el hombre que me la arrebató. He torturado y matado a gente inocente con la esperanza de que me lleven a ella, pero nadie habla. La han olvidado.
Es como si estuviera muerta. La vida ha seguido con su curso, pero eso no se aplica a mí.Porque la necesito y porque confío tanto en ella que sé que no se ha rendido todavía. Pero está a punto de hacerlo, y sé que cuando se rinda, le matará y...
Giro la esquina.
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.Mi corazón detiene la lentitud de sus latidos con la que ha estado torturandome desde que ella se fue e instintivamente me detengo.
—Quiero que te comportes —la voz de mi hermano se clava en mi pecho como una daga —Ya bastante has hecho esta mañana.
Mis ojos buscan su voz y la encuentran al final de la calle, donde hay un coche negro con los cristales tintados y del que mi hermano acaba de salir.
No se describir muy bien lo que siento al verle, pero si sé una cosa.
Quiero matarlo.
Mi cara no refleja expresión alguna, pero me arde la sangre y siento mi lengua seca, sedienta por ver toda su sangre derramada por el suelo hasta que no quede ni una sola gota en su cuerpo.
La puerta del copiloto cruje y mi corazón se encoge. Mis ojos esperan ansiosos a que se abra, porque aunque aún no la veo, la siento. La puerta finalmente se abre y pierdo toda la fuerza que me quedaba en las extremidades. Ahora cruje mi corazón.
Es ella.
Las lágrimas caen y no las detengo, ni siquiera me molesto en limpiarlas. Porque aunque lloro de tristeza, llorar es una señal de que sigo vivo y había olvidado lo bien que se sentía.
—Está bien.
Si la voz de mi hermano era una daga, la voz de T/N era un balazo directo, devastador.
Por unos instantes, estoy a punto de correr hacia ella, de arriesgar mi vida por impaciente, por amarla tanto que me cuesta respirar cuando no está.Pero no lo hago. Tengo que ser paciente, así que los sigo desde la distancia. Llegan a una cafetería modesta, sin mucha gente a la que atender. Se sientan en una mesa y la imagen de ellos dos conversando como personas normales, sabiendo todo lo que él le está haciendo a mi mujer me hace querer arrancarme los ojos.