SIUUUUUU VOLVÍ
______________________________________________Al entrar a casa lo primero que hice fue tirar todas las cosas que llevaba en las manos a quien sabe donde y cagarme en todo lo cagable.
La ira salía por cada poro de mi piel y yo la manifestaba en golpes y palabras no muy aceptadas por la sociedad.—Hija de perra — gruñí acordándome de la silueta de mi madre.
—¿Pagarle el ojo? ¿Quién cojones se cree? — abrí la nevera de un tirón y saqué una cerveza de ella.
Arranqué la chapa de la botella con los dientes,con suerte de no romperme alguno y la bebí en menos de 5 tragos.
Quería gritar, patearlo todo, matar a la que por desgracia era mi madre, pero por desgracia no estaba lo suficientemente loca como para hacerlo, así que tomé una decisión.Beber tanto hasta no recordar mi nombre.
Sin pensarlo saqué una botella de vodka del pequeño armario de las bebidas alcohólicas y también una bebida de limón de la nevera. ¿Estaba bueno? Obviamente no, pero el vodka aceleraría las cosas.
Puse más de la mitad del vaso con hielos de vodka y luego un buen chorro del refresco.Lo bebí lo más rápido posible para que el efecto fuera más potente. En mi proceso de ponerme hasta el culo, mi teléfono empezó a sonar.
Fui tambaleandome hasta la mesita donde se encontraba y con la vista algo borrosa contesté sin ni siquiera mirar el nombre en la pantalla—¿Si? —
—¿Estas en casa? — esa voz...
—No, estoy en Marte hablando con unos extraterrestres de lo más amigables. Llámame luego — colgué sin pensarlo.
Cuando me proponía a sentarme y a ignorar esa llamada por todo lo que me quedaba de noche, tocaron la puerta.
—¿Enserio? — dije en alto, incrédula.
Me levanté y caminé hasta la puerta principal. Miré a través de la mirilla para saber quién era, pero la estaban tapando.
Bufé y con el Taser en la mano, abrí.
Mierda
Mejor dicho...
MIERDA
—Adióooos — le intenté cerrar la puerta en la cara, pero lo detuvo con la mano.
—¿Podemos hablar? — preguntó, parecía angustiado.
—Acabo de intentar cerrarte la puerta en la cara ¿Responde eso a tu estúpida pregunta? — fruncí el ceño a más no poder.
—Sabes que no me voy a ir hasta que no hablemos — comentó, intentando convencerme.
Por primera vez, lo miré a los ojos, esos malditos ojos azules mar que hacían temblar las piernas de cualquier mujer.
Aunque mi mirada no se quedó ahí por mucho tiempo, ya que detecte algo en su cara.
Un moratón, más grande de lo que me gustaría.—¿Qué te ha pasado? — bajé la guardia.
—Sukuna, hace unas horas, cuando te dejé en la discoteca, el me pegó — dijo sin demasiadas ganas.
—Merecido — solté sin más y lo dejé pasar.
—Gracias — agradeció con una sonrisa.
—Si, si, dime lo que haces aquí y lárgate— caminé hasta el Salón con él detrás de mi.
—Quería pedirte perdón y...Ver si estabas bien — no era capaz de mirarme a los ojos.
—Estoy bien y no te acepto las disculpas, ahora puedes irte — me tumbé en el sofá y le di un trago a mi bebida con vodka.