BUENAS BUENAAAASSS
OS AMO CARAS DE LECHUGA FRESKA
¡Este capítulo es muy importante que lo leais con tranquilidad y prestando mucha atención a la lectura para entenderlo bien!
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En el capítulo anterior...
Me escondí mejor y metí la mira de los prismáticos por una pequeña rendija, buscandolo a través de ella, pero ya no estaba allí.
Seguí buscando con ellos, a punto de darme por vencido, hasta que...Los prismáticos enfocaron a unos grandes ojos, que me miraban fijamente.
Sabía que lo observaba.
—¿Itadori...? — grité en un susurro ahogado.
______________________________POV T/N | Días después.
Megumi siempre había sido un chico callado, pero en los últimos días, su silencio era más profundo y denso. Sus ojos parecían perdidos en la distancia y su rostro estaba pálido y demacrado. A menudo, trabajando, me miraba furtivamente, como si quisiera decir algo, pero no pudiera encontrar las palabras adecuadas.
Un día, decidí acercarme a él y preguntarle sobre su estado —Megumi ¿estás bien? No sé, te noto distante… —
—¿De qué hablas tonta? Estoy perfectamente — respondió con una sonrisa forzada y evasiva que no lograba ocultar su incomodidad. Era como si estuviera tratando de mantener una fachada para que nadie sospechara nada.
Dejé pasar aquello y los días siguieron su curso, pero la actitud de Megumi seguía igual.
Poco tiempo después, decidimos ir a cenar a algún restaurante para descansar después de una larga semana. En la cena estábamos todos, a excepción de ninguno.
Durante la cena en el restaurante, Megumi parecía aún más distante. Sus ojos estaban fijos en su plato y apenas tocó la comida. No se involucró en ninguna de las conversaciones y permaneció en silencio todo el tiempo. Cada vez que alguien le hablaba, levantaba la cabeza con un ligero sobresalto, como si hubiera sido sorprendido.
—Joder qué calor… —Itadori se abanicó con el menú plastificado del restaurante y me miró —¿Sales fuera conmigo un rato? —
Yo le sonreí y asentí con gusto —Claro —
—¡Espera! —gritó Megumi, hablando por primera vez en toda la cena. Llamó la atención de todos los de la mesa, no entendíamos a qué venía ese alboroto.
—¿Qué te pasa Megumi? —coloqué mis manos en sus mejillas, preocupada. Megumi estaba sudando como nunca, y no precisamente de calor, sino de nervios.
Megumi abrió sus ojos con sorpresa, como si se diera cuenta de que acababa de cometer algún tipo de error —No, es solo que, yo también tengo mucha calor —se levantó tambaleándose y se apoyó en mí.
—Yo también iré — comentó Sukuna, el cual tampoco había hablado demasiado en la cena.
«¿Pero se puede saber qué les pasa a estos dos?»
Los cuatro salimos del restaurante. Yo me apoyé sobre un coche junto a Itadori, mientras que Sukuna y Megumi se dedicaban a fumar.
—Oye — Itadori llamó mi atención — ¿Te apetece venir a casa el próximo fin de semana? Iba a hacer tortitas y eso —me invitó con una gran sonrisa.
—Sabes que no puedo negarme a algo así — reí.
—Va a ser un día inolvidable, ya lo verás —aseguró.