Está feo que lo diga yo pero... CAPITULAZO.
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POV T/NDos semanas.
Habían pasado dos semanas desde que me enteré de la traición de Sukuna y desde que mi corazón se rompió en pedazos.
Había ido a trabajar todos los días, intentando mantenerme estable, al menos exteriormente, ya que la jefa no podía caer.
Todos me necesitaban.En cuanto a Satoru, ya le dieron el alta la semana pasada, ahora vivía en casa tranquilamente, tomándose unas cómodas vacaciones que, la verdad, le hacían mucha falta.
Le conté lo ocurrido con Sukuna y sinceramente, fue el que mejor apoyo me dio. No criticó a Sukuna, tampoco a mí, solo me hacía pensar que todo este dolor acabaría y seguiría mi vida con normalidad.
Cuando pensé que empezaba a recuperarme hace unos días, recibí una horrible noticia. Dentro de poco, Itadori se irá del país para estudiar psicología para formarse profesionalmente, así que no lo vería en mucho tiempo.
Si algo sabía, era que cada vez estaba más sola.
Hoy era sábado y en teoría no debía de trabajar, pero por la tarde debía ir a por un prisionero que había quedado liberado después de un "asesinato', que al final, resultó ser todo un engaño de el mismo.
De momento, era de mañana, así que tenía tiempo para descansar, algo que me hacía mucha falta.
Estaba tumbada en la cama en posición de estrella, mirando al techo replanteandome si la vida tiene algún tipo de sentido y si los pájaros tenían orejas (si tienen) .El sonido de la puerta siendo golpeada me hizo dar un brinco — ¿Si? —pregunté, sabía que era Satoru.
—¿Puedo entrar? —preguntó, gritando detrás de la puerta.
—Sipi— respondí
Satoru abrió la puerta con su codo, ya que tenía las manos ocupadas sosteniendo una bandeja llena de comida — Ha llegado tu pedido a domicilio— bromeó.
Miré la bandeja y me quedé con la boca abierta. Habían tostadas y cosas para untarlas en ellas a mi gusto, yogurt con plátano que tenía una pintaza increíble y 2 tés.
—Te pasas Nico, te pasas — bromeé y le ayudé a sostener la bandeja.
—Que va, te lo mereces— me dio un beso en la frente —Estas aguantando mucho esta semana —
—Gracias, de verdad— le hice hueco en la cama.
Saqué una mesa que tenía incorporada mi cama diseñada para comer, leer o simplemente estar con el portátil tranquilamente. Ayudé a Satoru a dejar la bandeja sobre la mesa y lo tapé después de eso.
—Wow, menudas tecnologías— admiró mirando la mesa que había sacado.
—¿No tenías una? —pregunté incrédula.
—Nop—se cruzó de brazos, indignado.
—Tanto dinero para nada... — susurré para mi misma — La que te compré para tu cuarto aquí en casa también tiene —
—¡Yuju!— alzó sus brazos victorioso.
—No tienes remedio —rodé los ojos.
—¿Qué tal estás hoy? —se acomodó y se puso a prepararse su tostada.
—Ya lo sabes — me encogí de hombros.
—Bueno, piensa que hoy es un día menos que queda para que vuelvas a estar bien —le dio un bocado a su tostada de mermelada de fresa y comenzó a hablar con la boca llena —Tu tristeza es como una cuenta atrás en la que no sabes por que número has empezado, solo sabes que cada vez queda menos —