𝕆𝕟𝕖 𝕊𝕙𝕠𝕥𝕤

Romántico

—Otro día más de trabajo —pronunció el ojiverde cansado, estirándose en la silla frente a su escritorio—. ¿Por qué la entrada es tan temprano y la salida tan tarde?

—Eren, entramos a las nueve y salimos a las cinco —dijo Connie desde su escritorio al lado derecho—. Este horario es un regalo comparado con el de otras empresas

—Las nueve son las seis para mí

—Oh... —expresó su amigo tras notar algo—. Ahora que lo mencionas, por lo general el jefe llega a las siete de la mañana los lunes, es extraño que aún no haya llegado

—¡¿Por qué rayos llegaría a esa hora?!

—El domingo es el único día que decide no asistir a la empresa —se acercó a Eren empujando la silla de rueditas hacia él y susurró—: En realidad dicen que no viene porque su prometida lo obliga a descansar ese día —luego de decirlo volvió a su lugar impulsándose—. Así que cuando comienza la semana llega lo más temprano posible para revisar el trabajo acumulado. Si no ha llegado debe ser porque algo importante paso

—¿Cómo que?

—Ni idea. Solo esperemos que no sea algo grave que lo haga estar molesto todo el día

Los dos amigos concluyeron su conversación y retomaron sus labores.

10:00 a.m.

Eren dejó escapar un suspiro largo combinado con agotamiento en cuanto cerró la última carpeta. Estiró ambos brazos hacia arriba y cerró sus ojos tomando un breve descanso, un sonido seco lo obligó a abrirlos de golpe debido a que estuvo a nada de caerse de la silla.

—Mis disculpas, solo venía a dejarte estos documentos

—Jean —mencionó molesto el nombre del sujeto frente a él, quien mantenía una mueca burlona y recargaba su mano sobre las nuevas carpetas

—Será mejor que te apresures porque en unos momentos traeré más

Justo cuando Jean se marchaba Connie venía de vuelta cargando unas hojas que salió a buscar, solo con ver a Eren rompiendo un lápiz a la mitad supo lo que ocurrió en su ausencia.

—Te ayudaré —señalo las carpetas—. Es el trabajo de los dos revisar cada documento que llega

—Gracias Connie

Terminaron de revisar las carpetas y Eren finalmente pudo levantarse de la silla a la que sentía estar encadenado. Fue por una botella de agua al mini refrigerador y permaneció de pie frente a Connie dándole la espalda a la puerta.

—Sabes, aunque nuestro horario sea un regalo como dices la cantidad de trabajo no lo es

—Cuestion de acostumbrarse —respondió girando para verlo

—¿Ja? Es imposible acostumbrarse a esto

—Yo lo hice

El ojiverde lo miró fastidiado.

—Más importante, el horario será mejor que otros lugares pero el jefe, puedo decirlo con seguridad, es el más estricto e intimidante que pueda haber en cualquier empresa

—Eren... —trato de interrumpirlo

—Dejame hablar Connie. En esas ocho horas laborales nos da trabajo equivalente a un día entero