Tentación

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Toda persona a lo largo de su vida ha tenido algo como esto. Desconfiaría de quien dijese que jamás se sintió de esta forma. Dentro de las pocas generalidades que compartimos los seres humanos se encuentra esta.

Absolutamente todos tenemos una tentación.

Dinero. Sexo. Alcohol. Nicotina. Adrenalina.

Cada persona conoce la suya. Algunas son extrañamente inusuales, otras son más típicas. Cualquiera que sea, siempre que nos provoque un sentimiento de querer poseerlo, pero nuestra conciencia nos grite que podríamos caer en una zona peligrosa... Es una tentación.

La mía la conocí hace varios años.

[...]

Viernes 7:30 p.m.

—____, no te duermas, aún no acabamos el proyecto

Solté un largo quejido a modo de protesta mientras desenterraba el rostro de los libros abiertos en el escritorio. Miré a mi amiga de mala manera.

—Mikasa, hemos trabajado sin parar desde que entramos a tu cuarto —dije malhumorada—. Quizá tú no lo necesites, pero un ser humano común y corriente como yo necesita un descanso urgente

—Eres una dramática, ¿sabias? —respondió imperturbable ante mi actitud. No me sorprendía, tantos años de amistad la volvieron inmune a mis cambios de humor

—Y tú una tirana. Es un crimen que me tengas trabajando sin pan ni agua. Eso se llama explotación

Mikasa solo suspiró después de oírme. Quizá lo que dije actuó en mi contra al confirmar que, efectivamente, era una dramática.

—Conoces el camino a la cocina —cerró el libro que leía y comenzó con otro de la pila acomodada en el suelo, frente a los pies de la cama—. ¿O también esperas que te suba el pan y agua?

—Puedo sola, gracias

Levantarme de la silla provoco que mi cuerpo entero tronara debido a la posición encorvada que mantuve durante horas. Camine a la puerta del cuarto sosteniendo mi nuca al mover la cabeza de lado a lado, abrí la puerta bostezando cansada.

—No tardes o bajaré a buscarte —escuché a mi espalda la advertencia

—Si, si

Cerré la puerta en cuanto puse un pie en el pasillo, evitando escuchar más ultimátums que tenían mucha razón de ser. Mi plan era quedarme abajo un rato, pero conocía a Mikasa, claro que iría a buscarme si demoraba mucho buscando algo de beber y comer.

—Mejor me doy prisa —estire los brazos al frente tronando los dedos de mis manos, luego los extendí hacia arriba y finalmente a los lados, acomodando mis extremidades

De forma automática, mis ojos se dirigieron al lado derecho del pasillo, enfocándose especialmente en la puerta del fondo. Perdí el poco tiempo que poseía mirando la madera oscura y perilla de plata redonda. Los dedos de mi mano izquierda comenzaron a jugar entre sí nerviosos, detestaba esa sensación. Mi mente sabía que debía dirigirme a las escaleras del lado izquierdo, sin embargo, el resto de mí añoraba caminar en la dirección contraria. Moví los pies inquieta, seguramente lucía como una niña pequeña que no sabe qué dirección tomar. Sabía que la habitación se hallaba vacía, al menos eso dijo Mikasa al comentarme que él no estaría en casa temprano. Para mi amiga fue algo sin importancia, para mí fue un mezcla de alivio y desilusión.

𝕆𝕟𝕖 𝕊𝕙𝕠𝕥𝕤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora