Cartas a un desconocido

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Las yemas de sus dedos rozaron las finas líneas doradas grabadas en cada esquina del sobre mientras inspeccionaba la carta confinada con un sello de cera rojizo

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Las yemas de sus dedos rozaron las finas líneas doradas grabadas en cada esquina del sobre mientras inspeccionaba la carta confinada con un sello de cera rojizo. En la parte frontal únicamente estaba escrita la dirección de su casa. No existía remitente. No tenía idea de que se trataba aquella misteriosa carta.

La mañana de ese típico lunes abandonó cualquier rasgo de monotonía después de que Levi Ackerman recibiese el correo entregado por el mismo cartero del pueblo, un joven amigable de brillante cabellera rubia y expresivos ojos azules que siempre entregaba el correo con una sonrisa imborrable como si su trabajo de recorrer el tranquilo pueblo llamando a las puertas de decenas de personas resultase en la actividad más emocionante de su día. Esa mañana no empezó diferente a los anteriores lunes, Levi abrió la puerta de su nuevo hogar tras escuchar los suaves golpes a la puerta de gruesa caoba, encontrando al joven cartero con varios sobres en mano.

—Buen día, señor Ackerman —saludo el chico radiante

Levi casi sintió la necesidad de cubrirse los ojos ante el brillo que irradiaba la personalidad del chico.

—¿Otra vez con eso? ¿Cuántas veces te lo he dicho, niño? Odio que me llames señor. Tengo veintiocho

—Lo lamentó, Levi —expresó, soltando una risita avergonzado—. Es la costumbre

El azabache suspiró, entendiéndolo.

—¿Tienes algo para mí?

—Oh, si —reaccionó con un ligero brinco, recordando su propósito al tocar la puerta. Extendió el puñado de cartas—. Esto es todo por hoy

—Gracias —dijo al comenzar a pasar los sobres—. Cuentas, cuentas y más cuentas

—Seguramente algún amigo te escribirá pronto, debe ser que esperan que estés completamente instalado en tu nuevo hogar

—Si, seguramente —respondió, preguntándose si el consuelo que recibió se debía a que su expresión reflejaba tanta decepción por solo recibir cuentas

Levi bajo las cartas esperando escuchar la misma pregunta de todos los lunes antes de finalizar la entrega.

—¿Enviarás alguna carta o paquete?

—No, hoy no. Gracias, Armin

El chico asintió antes de dar media vuelta y comenzar a bajar los escalones que rechinaron bajo sus pies. Levi lo observó alejarse por el pasillo, cerrar la reja de madera y agitar la mano desde lejos como gesto de despedida. Asintió en respuesta.

Continuó revisando las cartas al volver al interior de su casa, deteniéndose bajo el marco de la puerta tras encontrar un sobre sellado con cera roja y la dirección de su casa escrita en letra cursiva. Lo giró en todas direcciones esperando encontrar el nombre del remitente, pero no lo hubo. Volteó en dirección a la calle intentando encontrar a Armin aún cerca, pensó que la carta se trataría de un error. Al percatarse de que el chico había desaparecido se resignó a volver adentro continuando con sus dudas hacia esa carta.

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