Perseguido
Severus Snape parecía encontrarse dando otro de sus habituales recorridos nocturnos. Su andar apresurado no era nada fuera de lo común, tampoco sus ojos penetrando la noche, clonados en la misma oscuridad, cómplices de la penumbra en busca de algún infractor a las reglas del colegio. Sin embargo, no todo es lo que aparenta...
Draco Malfoy acorralaba a su novio contra la pared de ese oscuro corredor. Succionaba sus labios con ansiedad, disfrutando de los quejidos ahogados que emanaban de la garganta del otro chico quien, visiblemente excitado, rozaba su cadera contra la del rubio, enorgulleciéndose de percibir que no era el único que se sentía a punto de mandarlo todo al diablo y tomarse mutuamente ahí en medio del pasillo.
— Draco, creo que debemos detenernos... —sugirió entre jadeos de placer cuanto el Slytherin hundió su cara en su cuello y succionó goloso la piel sensible bajo su oreja—... por favor... o no sé si pueda...— Deja de controlarte, joli, que te aseguro no te arrepentirás.
— Pero...
— No sé a qué tienes miedo, sabes que te quiero.
— Lo sé, pero...
Draco lo acalló con un feroz beso que consiguió desarmar a su novio. Ni siquiera oyeron los pasos acercarse, y justo cuando el rubio intentaba introducir una mano bajo la camisa de su pareja para acariciarle más íntimamente...
— ¡Potter, tiene cincuenta puntos menos para Gryffindor y detención conmigo... Ahora!
Harry casi aventó a Draco ante el sobresalto que sufrió al escuchar la voz autoritaria de su Profesor. Le miró aterrado y también avergonzado por haber sido pillado en tan comprometedora situación.
— Profesor... —dijo Draco más calmado—... No estábamos haciendo nada malo.— Vete a tu habitación, Malfoy antes de que me arrepienta de no bajarle puntos a mi propia casa.
— Padrino...
— ¡He dicho que te vayas! –ordenó más tajantemente-. Como Prefecto puedes andar fuera de tu habitación, pero tienes cinco minutos para llegar antes de darte una amonestación como al señor Potter.
Harry envió una mirada de súplica a su novio para que se marchara, sabía que si seguía intentando defenderlo de Snape las cosas serían mucho peor. Resignado, Draco tuvo que dar media vuelta para dirigirse hacia su habitación.
El ojiverde levantó tímidamente la mano para despedirse, la cual fue inmediatamente aprehendida de la muñeca por su Profesor, quien sin importarle nada, tomó el camino a su despacho llevando a Harry casi arrastrando tras de él. El chico ni se atrevía a protestar, sobre todo porque prefería no dar pie a que Snape le hablara directamente de cómo había sido sorprendido esa noche.
Al llegar, el Profesor le soltó ordenándole ocupar un asiento en la silla frente a su escritorio. Harry no obedeció de inmediato, todavía aturdido de que no le exigiera ponerse a fregar todos los calderos sucios que se amontonaban en el salón contiguo.
— ¿Qué pasa, Potter?... ¿Es que se ha vuelto sordo? —preguntó ocupando su sillón tras el escritorio al que llevó un gran montículo de pergaminos para ponerse a calificar, sin importar que ya fueran a dar las once de la noche.— ¿Qué voy a hacer? —cuestionó finalmente sentándose.
— Sólo quédese ahí y guarde silencio que estoy ocupado.
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Corazones clandestinos
FanfictionHay corazones que se cruzan en la vida, que se reconocen, se enamoran y luchan siempre juntos, sin interesar si son prohibidos, ocultos, ajenos, impulsivos o inesperados, lo importante es que son reales. Snarry