El hijo de Draco

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El hijo de Draco





Abajo, en los jardines, un presentimiento hizo que unos ojos azules voltearan hacia arriba, mirando aterrorizado el cuerpo del rubio caer desde lo más alto de la Torre.


Ronald Weasley jamás había corrido tan rápido y sin sentir su corazón. No tenía esperanzas, nadie podía sobrevivir de una altura mayor a los cien metros. Las lágrimas le borraban la visión y solamente podía ver una mancha roja en el césped. No había duda, en cuanto llegara a él y comprobara que la vida le había abandonado, moriría. Eso era lo único que le mantenía corriendo y no desfallecer de una vez, quería hacerlo a su lado, abrazado de él y decirle cuanto le amaba aunque ya no pudiera escucharlo.


Al llegar, se derrapó cayendo junto al rubio, su suéter rojo estaba rasgado. Sus manos temblorosas no se atrevían ni a tocarlo. No tuvo tiempo de hacer nada más, Lucius llegó hasta ellos y haciéndole a un lado, tomó a su hijo en brazos y corrió con él hacia la enfermería.


Mientras tanto, Dumbledore y Severus se dirigían hacia la Torre donde creían se encontraba Draco, pero grande fue su sorpresa cuando a quien encontraron fue Harry reponiéndose del fuerte golpe.


— Harry ¿estás bien? —preguntó Severus acuclillándose a su lado.

— Sí... ¿Y Draco?


Severus no supo qué responder, no veía a Draco por ningún lado. Harry se apresuró a despejarse y aterrado corrió a la ventana mientras que su pareja corría para sujetarle de la cintura ya que éste se inclinaba peligrosamente por el borde.


— No lo veo... ¿saltó? —preguntó asustado.

— Está en la enfermería. —respondió Dumbledore mirando el mapa abandonado en el suelo.



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Unos minutos más tarde, todos esperaban en el corredor aguardando a que Poppy saliera para dar informes sobre el estado de Draco, el único que pudo permanecer en el interior fue Lucius. Ron ya no tuvo fuerzas para protestar y se recargaba pesadamente en la pared a sus espaldas, sin escuchar las palabras de apoyo de Hermione y Blaise.


Severus se acercó a Harry para conducirlo a una de las sillas que se habían colocado para su espera.


— Harry, tú deberías estar descansando... vamos a nuestra habitación.

— Sev, yo no quiero moverme aquí hasta saber qué pasó con Draco.

— Es tan extraño que siga vivo luego de esa caída. —susurró haciendo que Harry descansara en su pecho.

— Sí... pobre Ron. —exclamó mirando a su amigo—. Las acciones de Draco le están afectando demasiado, no recuerdo haberlo visto tan decaído.

— Ya se repondrá, a mí quien me preocupa eres tú.


Harry le sonrió, comprendía su insistencia en descansar, pero simplemente no podía irse a dormir sin saber lo que pasaba con Draco. Unos metros más allá, Molly y Arthur los observaban disimuladamente, aún sin poder creer que esos dos terminaran juntos. Hubieran podido hacer muchas preguntas que revoloteaban en sus mentes, pero ahora lo que más les importaba era su hijo Ron, él necesitaba de su apoyo.


No tardó demasiado en abrirse la puerta y Poppy salió. Dumbledore se le acercó mientras Ron hacía lo mismo aunque se mantenía tras del Director intentando escuchar lo que le diría.


— Ni un hueso roto. —informó la enfermera, totalmente perpleja de lo que acababa de presenciar—. No lo entiendo, señor Director... el joven Malfoy debería estar muerto y sin embargo apenas tiene un raspón sin consecuencias.

— Mucho me lo temía, Poppy. —dijo Albus apesadumbrado—. Aunque tal vez debamos alegrarnos de que algo bueno resultó de ese hechizo.

— ¿Ya despertó? —se apresuró a preguntar Ron, a él no le importaba enterarse de cualquier otra cosa, con saber que el rubio estaba a salvo era más que suficiente.

— Sí, joven Weasley... pase, quiere verlo.


El rostro de Ron se iluminó y corrió hacia el interior de la enfermería con un único pensamiento "Su hurón quería verlo".


— ¿Y el bebé? —preguntó Molly estrujándose nerviosa las manos.

— Todo parece indicar que el embarazo continúa su marcha normal. —respondió Poppy.


Molly asintió y ya todos guardaron silencio. En ese momento Lucius salió de la enfermería, evidentemente molesto por tener que dejar solo a su hijo con ese pelirrojo procedente de una familia de bárbaros sin modales. Los Weasley desviaron su rostro hacia otro lado, para ellos tampoco era muy placentero saber que podrían unir sus apellidos.



Corazones clandestinosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora