Visitante Inesperado
Hermione y Blaise salían de la última de sus clases de ese día. Decidieron regresar a la enfermería a visitar a Draco y esperar a que ya hubiera despertado, la primera ocasión no pudieron hablarle pues a pesar de que permanecieron alrededor de media hora pendientes, el rubio jamás abrió los ojos.
De pronto, se detuvieron al dar vuelta en el corredor previo a la enfermería. A lo lejos descubrieron a Harry y el Profesor de Pociones hablando, aunque el chico se le veía preocupado por algo. Snape, por su parte lucía como siempre, con el ceño fruncido y molesto con Potter.
Harry había logrado zafarse antes de llegar a la enfermería, primero tenía que aclarar todos los puntos con Severus antes de que él decidiera confesarle todo a Draco.
— Dijiste que no me detendrías, Harry.
— Y no lo haré, pero antes debes saber que Draco está muy mal. No puede hablar, Severus, y eso demuestra que está realmente afectado.
— Eso ya lo sé. —respondió sin inmutarse.
— ¿Sabías del problema de Draco?
— Sí, estaba con Albus cuando llegó Poppy a informarle. Y es una pena, Harry, no soy tan ogro para no sentir nada, pero debes entender que eso no justifica el hecho de estarle engañando, y mucho menos que tengamos que seguir viviendo ocultando lo que sentimos.
— De todos modos debemos hacerlo, recuerda la indicación de Dumbledore... ¿qué pasará si se lo decimos a Draco?
— ¡Entonces sólo le diremos que ya no eres su novio, caramba, pero no quiero que siga pensando semejante mentira!
— Él sospechará algo si se lo dices tú, Sev.
— ¿Piensas hacerlo entonces?
— No, ya te dije que no puedo.
— Entonces me vale un pepino que sospeche lo que sospeche, ahora mismo se enterará que ya no tiene nada que ver contigo.
Severus retomó su camino a la enfermería y Harry suspiró pensando que al fin la hora había llegado, lo más correcto era por lo menos estar presente, así que intentando olvidarse de sus rodillas de gelatina, fue tras del Profesor.
A lo lejos, Hermione y Blaise se miraron, no comprendieron del todo lo que habían visto y no alcanzaron a escuchar ni una palabra.
— Ellos jamás dejarán de discutir. —comentó Blaise algo confundido.
— Fue algo extraña esa discusión ¿no te parece?
— Sí, Harry siempre se muestra más altanero con Snape.
— Deberé darte la razón. —respondió sonriéndole—. ¿Será que pasa algo con Malfoy?... ambos entraron a la enfermería.
— ¿Vamos?
— Mejor no... esperaremos a mañana, no quiero ser inoportuna.
Blaise asintió y tomando de la mano a su novia, dieron media vuelta alejándose del corredor sin imaginar lo que realmente habían presenciado.
Al entrar a la enfermería, Draco se encontraba solo, ya había despertado y se mantenía recostado sobre unos almohadones en su cama. Severus notó como disimuladamente se limpiaba una lágrima antes de voltear a mirarle, para luego hacer una expresión de sorpresa al ver llegar a Harry presuroso y con una palidez en su rostro pocas veces vista en él.
Les miró a uno y otro con la interrogante en la mirada, abrió sus labios queriendo hacer una pregunta y el hecho de que no saliera ningún sonido le desesperó, bajó la mirada aferrándose nuevamente al cobertor.
— ¿Y Lucius? —preguntó Severus acercándose a la cama.
Draco levantó la mirada para fijar sus ojos en la puerta y luego hacer una seña hacia arriba. Severus comprendió que su amigo había ido al despacho de Dumbledore, seguramente llamado por él. En silencio agradeció la soledad, la noticia que tenía que dar era mejor si la hacía sin tantas personas.
Sin embargo, apenas iba a empezar cuando Draco le miró fijamente y extendiendo su brazo le invitó a acercarse. El ojinegro se desconcentró por eso pero obedeció. Draco le sujetó firmemente ambas manos mirándolas con admiración para luego llevarlas a su cuello colocándolas ahí mientras hacía esfuerzos por hablar.
— ¿Qué quieres decirme?
— Creo... que quiere que le ayude, Profesor. —intervino Harry. Draco movió afirmativamente la cabeza en respuesta a las palabras de su novio.
— Pero...
Draco le miró con el brillo de esperanza en su mirada, volvió a retirar las manos de Severus y uniéndolas entre las suyas, le manifestó la confianza que le tenía. Usando su índice señaló alternadamente a Severus y su garganta, para enseguida sonreírle ilusionado por recuperar su voz... la necesitaba.
Severus asintió mientras daba un paso atrás alejándose del chico. Quizá podría encontrar la solución al problema si se lo proponía, y si es que se debía a algo físico, pero eso no quería decir que iba a cederle a su Harry sólo porque ahora el rubio lucía tan indefenso.
— Draco, hay algo que tengo que decirte.
Harry miró a Severus sin poder disimular su temor. El rubio también notó la gravedad en la voz de su Profesor y Padrino, y les miró interrogante. Al cabo de un par de segundos creyó entender lo que pasaba y a señas les hizo entender que ya no quería más discusiones entre ellos. Severus iba a aclararlo pero pareció quedarse más mudo que Draco, tampoco ningún sonido salió de su boca cuando el rubio le miraba implorando paciencia para Harry.
La llegada de Lucius alivió el ambiente. Severus aprovechó para emprender la retirada luego de despedirse brevemente.
— Dumbledore dijo que te buscaría para ir a la declaración, Potter. —comentó Lucius interrumpiendo la mirada ausente de Harry en la puerta por donde desapareciera Severus—. Creo que deberías reunirte con él.
Harry asintió, feliz de tener un pretexto para irse. Se despidió de Draco con un fugaz beso en la frente y salió corriendo tras de Severus. Finalmente lo alcanzó antes de que entrara al pasillo que conducía a las mazmorras y aprovechando que la mayoría de los alumnos se encontraba cenando en el comedor, lo condujo a un jardín solitario.
— Gracias por no decirle. —dijo Harry abrazando a su pareja.
— Escúchame bien, Harry. —advirtió el hombre separándolo para sujetarle firmemente por la barbilla—. No será definitivo, ¿me entiendes?
— Sí, en cuanto esté mejor se lo diremos, lo prometo.
— Será a más tardar en un mes, Harry Potter, no te doy más tiempo. Y no importa si al terminar el plazo Draco sigue sin poder hablar o con todos los malestares del mundo, en cuanto empiece el año, él ya tiene que saber lo que pasa.
— Pero...
— ¡Un mes, Harry Potter! —repitió con fuerza.
— De acuerdo. —aceptó intentando sonreír.
— Ah, y habrá por supuesto algunas condiciones.
— ¿Condiciones?
— Sí... ¡No quiero ni un solo beso, ni un arrumaco, ni tan siquiera una caricia o cursilerías de "te amo, no puedo vivir sin ti" o cosas por el estilo!
— Sev... —musitó intentando controlar la risa—... te aseguro que no habrá nada de eso, será sólo apoyo moral.
— ¡Más te vale, Harry Potter, porque al primer intento que vea que quiere propasarte contigo, yo mismo se lo envió al Señor Oscuro envuelto para regalo!
— Eres un celoso encantador... ¡Te amo!
Harry se colgó del cuello de Severus para besarlo, y aunque el Profesor le correspondió a regañadientes, no se veía nada contento con haber tenido que quedarse callado ante Malfoy.
— Ya, Sev, no seas berrinchudo. —pidió Harry al notarlo aún algo tenso—. Te prometí que me portaría bien.
— ¡Es que me da coraje, Harry, siempre han de pasar cosas que impidan que estemos juntos!
— Pero estamos juntos, amor... ¡y te amo tanto! A pesar de que eres un celoso empedernido.
— Malfoy me está cayendo muy, pero muy mal. –aseguró abrazando fuertemente a Harry.
— Eso es una novedad, que ahora no te gusten tus Slytherin.
— Draco ha pasado a la lista negra, pero que ni crea que durará mucho alardeando por el mundo que es tu novio, no volverá a convencerme poniendo esos ojos de cachorro desvalido... ¡Odio a los perros y tu padrino es la viva muestra de ello!
— Debo quererte mucho para sentir gracia por esos comentarios. —aseguró mordisqueándole el labio inferior—. Pero te aseguro que no tienes nada de qué preocuparte. ¡Te amo, te amo y te amo!... ¿cuántas veces más quieres que te lo repita para que me creas?
— De creerte, te creo, Potter... ¡pero odio esta situación!
— Bueno, ya, dejemos eso por la paz y dime que me amas también.
Severus abrió los labios para decirlo, sin embargo, en el último momento volvió a cerrarla sólo para dibujar con ellos una maliciosa sonrisa.
— Creo que no lo diré.
— ¿De qué hablas?
— Hasta que no rompas con Draco, no volveré a decirlo. De esa forma me aseguro que terminarás cumpliéndolo antes de tiempo.
— No creo que lo consigas, amor. —respondió divertido.
— Ya veremos, te tendré en abstinencia de amor hasta que finalmente seas tú quien corra gritando a los cuatro vientos lo que sientes por mí.
— ¿También me dejarás sin besitos? —preguntó meloso mientras se sentaba en sus piernas y le besaba repetidamente en el rostro.
— Bueno, no, el castigo es para ti no para mí. Eres sentimentaloide, Potter, y con dejarte sin palabras cariñosas sé que no lo soportarás mucho.
— Creo que el que no aguantará eres tú, amor. Recuerda lo que me pasó a mí.
— Lo recuerdo, pero no soy como tú, Harry. Puedo ganarte a callar lo que siento, por eso soy buen espía.
— Y muy modesto también.
Cada vez más divertido, Harry hundió su rostro en el cuello de Severus, lamiendo goloso la suave piel del hombre, quien finalmente cerró los ojos disfrutando de la caricia. Sus manos se deslizaron recorriendo la cadera de Harry por sobre su ropa, luego su espalda hasta finalmente sujetarlo del rostro y volver a besarlo con fiereza.
— ¡Vamos! —ordenó mientras se ponía de pie, y enlazando su mano a la de Harry, quiso conducirlo de nuevo hacia el interior del castillo.
— ¿A dónde vamos? —preguntó intrigado.
— ¡A recordarte una y otra vez que eres mío!
— Sev, no puedo ahora.
Con todo su pesar, Harry hizo acopio de su fuerza para detenerse antes de atravesar la puerta, no podía olvidar que aún tenía que reunirse con Dumbledore para acudir al Ministerio.
— ¡Por favor ni se te ocurra decirme que es porque quieres volver a la enfermería! —le advirtió Severus.
— Claro que no... pero es que es hora de ir a dar la declaración. El Profesor Dumbledore debe de estar esperándome, no puedo dejarlo así.
— ¡Te digo que siempre ha de pasar algo! —gruñó abrazándole posesivo—. ¡Me hartaré, Harry, te juro que me hartaré!
— ¿Y me dejarás? —preguntó por primera vez preocupado.
— ¡Nunca!
Harry sonrió al notar que el tono de voz de Severus se había suavizado y fue más feliz al recibir uno de sus besos más cariñosos.
— Puedo hartarme de lo que sea, Harry... —le dijo el Profesor al terminar el beso—... puedo gruñir y maldecir todo el tiempo, pero jamás te dejaré porque te amo demasiado para poder vivir sin ti.
— ¡Yo también te amo! —exclamó riéndose a carcajadas ante el olvido de Severus de no volver a decirle sus sentimientos.
Severus gruñó al saberse perdedor, ni idea tenía de lo que Harry Potter hacía en su alma, pero le era realmente imposible acallar lo que sentía. Finalmente respiró resignado y volvió a besarlo, intentando postergar la despedida de esa noche lo más posible.
Harry tampoco quería separarse, pero no tenía otro remedio. Dumbledore seguramente ya debía andarlo buscando por todo el castillo. Así que, separándose suavemente de Severus, le tuvo que prometer que iría a verlo a su habitación en cuanto volviera, sólo de esa forma consiguió que el Profesor de Pociones dejara de gruñir y le soltara.
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Corazones clandestinos
FanfictionHay corazones que se cruzan en la vida, que se reconocen, se enamoran y luchan siempre juntos, sin interesar si son prohibidos, ocultos, ajenos, impulsivos o inesperados, lo importante es que son reales. Snarry