Dos no es soledad.
Harry gimió adolorido cuando al entrar a la habitación vio la cunita a un lado de su cama, no podía creer que nuevamente estaba pasando por ese dolor. Severus dirigió su varita hacia ella con la intención de encogerla para sacarla, pero el chico le detuvo sosteniéndole por la muñeca.
— Se estropeará... puedes dejarla ahí y mañana la enviaremos a Ron, él la va a necesitar.
Severus bajó la mano y separándose de Harry fue a sentarse en un sillón junto a la chimenea. El ojiverde se intrigó por eso y al acercarse vio apesadumbrado que su esposo cubría su rostro con sus manos y lloraba.
— ¿Sev? —le llamó acuclillándose frente a él—. ¿Estás bien?
— Perdóname, Harry. —susurró sollozante sin descubrirse—. Te he estado haciendo demasiado daño, no pensé bien las cosas y debí haber hecho caso de los consejos de Albus... Él sabía lo que decía.
— ¿De qué hablas?
— De que no debí ser débil, así no te estaba protegiendo. Yo sabía que esto no podía terminar bien y no pude negarme, tenía tanto miedo de que no fueras feliz conmigo que al final terminé perjudicándote demasiado.
— ¿Dumbledore te dijo eso?... tal vez debió habérmelo dicho a mí también. —aseguró haciéndose un espacio junto a Severus y atrayendo suavemente la cabeza del hombre para abrazarla pegada a su pecho— Yo creía que un bebé mantendría siempre tu sonrisa. Recordaba todas las ilusiones que comenzamos a formularnos desde que supimos de que esperábamos un bebé... temía mucho no poder darte lo que deseabas, Sev, el hogar que tanto planeamos.
— Fue mi culpa.
— No, Sev... yo te agradezco mucho que me apoyaras, y si nos equivocamos, nos equivocamos los dos, no tú. —aseguró levantándole el rostro para acariciarle las mejillas humedecidas.
— ¡Lo siento tanto, amor, perdóname! ¡Fui un idiota!
— Fuimos un par de idiotas, en todo caso. —refutó intentando sonreír, más no pudo.
Harry se sintió de pronto atraído hacia Severus, y correspondió abrazándole y llorando junto a él.*:*:*:*:*:*:*:*:*:*:*:*:*:*:*:*:*:*:*:*:*:*:*:*:*:*:*:*:*:*:*:*:*:*:*:*:*:*:*:*
Draco sentía que se ahogaba en sus propias lágrimas, quiso incorporarse pero el dolor de la herida en su vientre se lo impidió. Estaba a punto de llamar a una enfermera cuando la puerta se abrió y apareció Ron. El pelirrojo caminó hacia la cama donde el rubio le observó en silencio a través de su llanto.
— Perdóname. —suplicó Draco notando los ojos enrojecidos de quien amaba.
— Yo te perdono, Draco, pero no sé si pueda olvidar que por tu necedad estuvimos a punto de perder a nuestro hijo... Así es, no fue así. —agregó entristecido al notar la mirada confundida del rubio—. Harry finalmente entendió y lo dejó conmigo. Si lo hubieras visto, si tan sólo te hubieras tomado un segundo para mirarlo... sabrías que era a nuestro bebé a quien regalabas.
— Ron...
— Podrás verlo cuando quieras porque yo jamás podría separarte de él... pero lo nuestro se acabó. Adiós.
— ¡No!... ¡Ron, por Merlín, espera!
Ron se limpió una lágrima y dio media vuelta para salir de la habitación sin hacer caso del llamado de Draco. Al quedarse solo, creyó que el mundo le caía encima, era demasiado para poder seguir viviendo, sin su hijo y sin el hombre que amaba con el alma entera.*:*:*:*:*:*:*:*:*:*:*:*:*:*:*:*:*:*:*:*:*:*:*:*:*:*:*:*:*:*:*:*:*:*:*:*:*:*:*:*
Un mes había pasado. Harry y Severus se sentían más tranquilos, aceptaban su realidad volviendo a sonreír y juntos sabían que podían seguir soportando lo que viniera. Esa noche, Harry dejó sobre el buró los zapatitos azules, eso era lo único que seguía conservando, todo lo demás que compraron lo enviaron a la Madriguera como regalo.
— ¿Crees que algún día tendremos a quien ponérselos? —suspiró Harry regresando a reposar sobre el pecho de su esposo.
— No lo sé. Pero no te preocupes por eso, eres demasiado joven aún.
— Sí, es posible.
— Y lleguen o no lleguen los hijos, Harry, tú y yo ya somos una familia... y por mi parte, tengo planeado ser muy feliz sólo contigo.
— Yo también. —respondió sonriente.
— Harry... —dijo Severus luego de un prolongado silencio en que estuvieron prodigándose mimos y caricias—... ¿Qué planeas?
— ¿Yo?... nada. —respondió con fingida inocencia mientras doblaba su rodilla rozando con ella la entrepierna del mago mayor.
— Mañana debo despertar temprano, tengo junta con Albus.
— Pues yo tengo muchas ganas de sentir que te corras dentro de mí.
— ¡Potter, ese lenguaje!
Harry rió, sabía que a pesar de todo, a Severus le excitaba escucharlo hablar así, y pudo sentirlo en la dureza en que ya se convertía su entrepierna.
— ¡Vaya, Sev, se nota que eres un falso, estás que te mueres por tomarme!
— ¡Perverso mocoso malcriado!... ¿pero sabes algo? Creo que hoy no será como te propones.
Harry frunció el ceño, no podía creer que Severus realmente se estuviera negando a hacerle el amor, sería frustrante, su miembro ya estaba tan erguido que temía eyacular antes de lo planeado.
— Sev, no me hagas eso... ¿de verdad me vas a dejar con ganas?
— No precisamente. —dijo sonriéndole travieso.
— ¿Entonces?... ¡Ah, ya sé! ¿Quieres que haga esto, verdad?
Harry movió su cadera frotándola contra la de Sev, y aunque logró arrancarle un gemido, no consiguió que el ojinegro le terminara correspondiendo fielmente.
— ¡Severus! —le reclamó ante su escasa participación—. ¿Qué pretendes?
— ¿No lo adivinas?
— A ver... ¿qué podrá ser?... ¿Acaso...? ¡Ya sé!
Harry se apartó de Severus y sentándose sobre sus piernas, introdujo sus manos bajo su pijama, masturbándose seductoramente. Pero, para su sorpresa, Severus le sujetó de la muñeca impidiéndoselo.
— ¿Qué pasa? —preguntó ya angustiado—. Siempre te ha gustado verme haciéndolo... ¿ya no?
— Siempre me encantará, pero no es el modo que quiero ahora.
— ¿Entonces cómo, Sev?
Severus enrojeció, y por un par de segundos sus labios temblaron nerviosos de decir lo que quería decir. Finalmente tomó aire para continuar. Sujetó a Harry de la mano atrayéndolo de nuevo sobre su pecho y susurrarle al oído.
— Desde aquel beso ¿recuerdas?, el día de la batalla... sentí que quería algo.
— ¿Qué?
— Harry, quiero... quiero que me hagas el amor.
Harry retrocedió asustado, nunca se hubiera imaginado que eso fuera lo que Severus pretendía, y aunque el sólo pensamiento le hacía circular la sangre tan rápidamente que parecía se encendería en llamas de un momento a otro, no podía negar que la idea le atraía sobremanera.
— ¿No quieres? —preguntó Severus acercándosele—. Si es así, lo entenderé, nada más tienes que decírmelo.
— Sev, no digas eso, claro que me gustaría, pero... es que no sé si pueda.
— Sé que no tendrás ningún problema.
— Es que, ¿y si no te gusta?
— Me gustará.
— Me da miedo decepcionarte, Sev. —le confesó, sin atreverse a pensar que su esposo sí tenía parámetros de comparación.
— En todo caso, quien debería temer de que no te agrade sería yo.
— ¡No, no, claro que no, Sev, me encantaría poder hacerlo!
— Entonces... ¿lo intentamos?
Harry asintió, aún algo nervioso pero también animado. El corazón casi se le salía del pecho cuando Severus le besó suavemente para relajarlo. Luego de desnudarse, permanecieron varios minutos explorándose como si fuera la primera vez que sus pieles estuvieran en contacto. Severus notaba enorgullecido como las pulsaciones de Harry se encontraban muy aceleradas, y su prominente erección revelaba el deseo que tenía. Le miró a los ojos por última vez antes de darle una señal para que prosiguiera.
Harry asintió, respiró hondo y sin despegar la mirada de los ojos negros, condujo su mano hacia aquel lugar en especial que debía ser preparado. Por segundos se mantuvo acariciando el estrecho anillo, sus dedos temblaban. Recordaba su primera vez, el dolor de la iniciación, no quería pensar que no estaba en la misma situación. Severus ya tenía una vida antes de conocerle, pero de todos modos, sabía que también hacía mucho tiempo sin que hubiera nadie más en ella.
Se tomó todo el tiempo necesario para prepararlo, disfrutando de ver las mejillas congestionadas de su esposo mientras se mordía sensualmente el labio inferior. Nada podía resultarle más excitante en ese momento. Inclinándose un poco, fue ahora Harry quien succionaba los labios de su esposo, y aprovechando la disponibilidad de Severus, adentró dos de sus dedos bebiéndose un suave quejido procedente de su garganta.
Luego de eso, Harry se incorporó, sonrió al colocarse arrodillado entre las piernas de Severus, éste respiraba agitado sabiendo lo que se aproximaba, arqueó su cadera invitando a Harry a continuar y el ojiverde no lo hizo esperar más. El corazón le retumbaba con fuerza por la emoción que sentía. Gimió extasiado cuando empezó a sentir como su miembro era apretado fuertemente mientras se hundía venciendo una sutil resistencia que al final terminó por abrazarlo con calidez.
— ¡Sev... te quiero tanto! —exclamó cuando se sintió por completo dentro del cuerpo que amaba.
— Yo más, amor... ¡mucho más!
Por unos segundos Harry no hizo nada más que acariciar el rostro de su esposo, observándole admirado y profundamente enamorado, recordó el momento en que Severus le advirtió que un día sería suyo. Ahora lo era... tal vez desde entonces lo fue.
— ¿Eres feliz conmigo, Sev? —preguntó rozándole los labios con sus dedos.
— Soy más que eso, Harry, me siento el hombre más afortunado que haya existido... y desde el día que aceptaste estar conmigo, doy gracias cada noche de que te hayas atrevido a besarme aquella vez en el bosque. Con ese beso borraste todas mis dudas y me diste una esperanza a la que me aferré, no dejé de pensar que realmente Harry Potter podía ser para mí, que tú mismo querías ser para mí.
— ¿Sabes que agradezco yo? —preguntó sonriéndole y un ligero movimiento de su cadera arrancó un gemido ronco de Severus—. Agradezco que no te hubieras atrevido a besarme.
— ¿Porqué? —cuestionó luego de reponerse de la electrizante sensación de haber sido rozada su próstata.
— Porque de haberlo hecho, Sev, probablemente hubiera sido tan estúpido de negar mis sentimientos por siempre. Cuando vi que te separabas sin besarme, me dolió en el alma. Quizá en ese momento no lo supe bien, pero ahora puedo verlo con claridad... supe que si no hacía algo tendría que vivir toda mi vida sin Severus Snape... y mi corazón me guío.
— Pues lo disimulaste muy bien ¡te me resististe bastante, pequeño tramposo!
— Créeme, sufrí más yo que tú.
Severus no pudo ni responder, Harry empezó en ese momento con una serie continua de embestidas y en cada una lograba dar certeramente a ese punto que conseguía que un cálido aliento acompañado por suaves suspiros, acariciaran su rostro.
— ¡Ha- Harry! —exhaló Severus cuando el joven Gryffindor sujetó su miembro apretándole suavemente para luego masajearlo al ritmo de sus movimientos.
Harry unió su boca a la de su esposo al momento en que sintió que ya no podría contenerse más. Severus no tuvo tiempo de corresponderle pues el chico arqueó su espalda adentrándose profundamente en el interior de Severus. Un grito brotó de los dos al mismo tiempo, y cuando Harry se dejó caer sobre el otro cuerpo, aun jadeando, sus manos se buscaron para entrelazarse. Aún podían sentir sus corazones latiendo a un solo ritmo.
Ni cuenta se dieron cuando el sueño los venció. Harry despertó cuando un quejido se escuchó cerca de su oreja.
— Potter, no me dejas respirar. —protestó Severus al tener a Harry aún sobre él.
— ¿Y para qué quieres respirar? —respondió sin moverse, y al contrario, apretujándose más hacia el cuerpo bajo suyo.
— ¿Cómo para qué?... Pues para vivir para ti.
— Cielos, Sev... eso fue dulce. —rió Harry.
Severus sonrió, pero intercambió posiciones haciendo girar a Harry y ahora era él quien lo mantenía acorralado contra la cama y lo besaba posesivamente. Pero no podía durar mucho, tenía que acudir a su junta con el Director del colegio, así que poco después ambos terminaban de bañarse y vestirse. Harry estuvo listo primero y se sentó sobre la cama sin mostrarse muy contento.
— Dile a Dumbledore que te dé más tiempo libre, Sev. —se quejó tristemente—. De seguro te tendrá enclaustrado todo el día y te voy a extrañar demasiado.
— Se lo diré, y no te preocupes, no me importa lo que Albus diga, tan sólo le concederé un par de horas y luego regreso.
— ¿Lo prometes?
— Lo prometo. —respondió acercándose para besarle, tampoco a él le agradaba dejarlo solo justo en sus vacaciones. Harry ya había sido aceptado para la Academia de Aurores y tenían limitado su tiempo antes de que cada uno regresara a sus actividades y pensaba aprovecharlo a su lado, aún a pesar de que Dumbledore insistiera en juntas.
El sonido de la puerta les hizo separarse. Severus acudió a abrir, sus ojos brillaron al ver a Ron en la puerta sosteniendo a su hijo en sus brazos, pero logró disimularlo y fingir indiferencia para enseguida hacerlo pasar. Por el contrario, Harry corrió hacia su amigo casi arrebatándole al pequeñito de sus brazos.
Ron no se quejó, sonrió al ver cómo Harry adoraba a su hijo. En ese tiempo había procurado mantenerlo cerca, no quería que su amigo sufriera de más.
— Te extrañaba. —dijo refiriéndose a su hijo.
— Y yo a él. —respondió Harry acariciando la mejilla sonrosada del bebé con la suya propia—. ¿Cómo ha estado?
— Bien, come como desesperado. Casi ni duermo por tener que levantarme cada dos horas a prepararle su alimento, a veces antes.
— Se nota que es tu bebé. —rió Harry—. Ven, Sev... mira que lindo se ha puesto.
— En eso no se nota que sea un Weasley. —respondió Severus acercándose a Harry, abrazándolo para mirar al pequeño pelirrojo. Ron enrojeció pese a que, desde su intervención en el hospital, ya jamás podría ver a su ex Profesor como el ogro de antes.
— He venido a pedirles algo. —dijo Ron algo tímido.
— ¿Necesitas algo?
— Tan sólo una respuesta positiva... ¿Aceptarían ser sus padrinos?
Harry y Severus se miraron intercambiando una mirada que sólo ellos podían saber lo que significaba, y luego el ojiverde se giró a sonreír a su gran amigo.
— Creímos que jamás lo pedirías. —respondió consiguiendo un brillo emocionado en Ron—. ¿Y ya pensaste cómo le llamarás?
— Sí... "Harry Arthur"
— Pero, no es necesario que hagas eso. —aseguró Harry.
— De todos modos quiero hacerlo, si no te molesta.
— ¡Claro que no! —aseguró Harry arrullando al pequeñito que dormía tranquilamente en sus brazos.
— ¿Qué han dicho los medimagos sobre su magia? —intervino Severus. Ante esa pregunta Ron dejó de sonreír.
— Los resultados han sido negativos. Su magia no es parecida ni a la mía ni a la de Draco, aunque su constitución genética sea la nuestra, parece que Voldemort le hizo algo para modificar su esencia mágica.
— ¿Ha tenido ya algunas manifestaciones? —insistió Severus.
— Sí. —respondió Ron aún más serio—. Es muy extraño teniendo tan sólo un mes de vida, pero ya ha roto biberones cuando se molesta, y hace un par de días provocó un ataque de risa en Ginny cuando Neville la invitó a salir. La pobre apenas pudo convencerlo de que no se estaba burlando y ahora ya salen juntos, pero Ginny no puede ni acercarse porque vuelve a reír casi incontrolablemente.
— Bien. —musitó Severus—. Nada de eso indica malignidad, sólo que es un niño muy travieso.
— Tal vez Draco tenía razón al decir que yo no sabría cuidarlo en ese aspecto, pero... ustedes me ayudarán ¿verdad?
— ¡Claro, Ron, no tienes nada de qué preocuparte! —aseguró Harry sujetando a su amigo de la mano—. Tu bebé crecerá muy bien, tu familia es el mejor ambiente para que aprenda a dirigir su magia hacia el lado bueno, y nosotros le ayudaremos a controlarla.
— Gracias. —respondió Ron volviendo a sonreír—. ¿Y tienes algún plan para hoy?
— No por un par de horas. —aseguró a Harry mirando a su esposo con los ojos entornados.
— ¡Qué bien! Así podrás acompañarme, quiero ir a visitar a Hermione, le prometí que le llevaría al bebé en cuanto hubiera oportunidad.
Harry aceptó enseguida, él también quería ver a su gran amiga y además así podría pasar ese par de horas sin estarse aburriendo en espera del regreso de Severus.
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Corazones clandestinos
FanfictionHay corazones que se cruzan en la vida, que se reconocen, se enamoran y luchan siempre juntos, sin interesar si son prohibidos, ocultos, ajenos, impulsivos o inesperados, lo importante es que son reales. Snarry