Celoso

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Celoso





— ¡Harry!


Harry se giró para ver a Hermione llegando hasta él tomada de la mano de su enamorado Blaise. Los tres se sonrieron sin imaginarse que adentro, al escuchar el grito de la castaña, tanto Ron como Draco se separaron intempestivamente. El pelirrojo miró angustiado al otro chico, mientras se masajeaba la cabeza que resultó golpeada torpemente con el buró, si entraban y los veían juntos y a solas seguramente tendrían que dar una explicación que a nadie convencería, sobre todo si supuestamente se odiaban.


Ron negó vigorosamente cuando el rubio lo instó a esconderse bajo la cama, pero la puerta ya se entreabría aunque aún no aparecía nadie, debía tomar una decisión rápida.


— ¿Qué pasa, Hermione? —preguntó Harry.

— Sólo quería saber cómo estabas, anoche no te vi llegar.

— Es que regresé tarde de la declaración en el Ministerio y hubo otros asuntos que arreglar, pero todo está bien, no se preocupen.

— Me alegra... ¿te acompañamos a ver a Draco?

— ¡Claro!


Harry estaba más que feliz por la propuesta de Hermione, así evitaría estar a solas con su novio. En el interior de la enfermería, Ron consiguió esconderse bajo la cama justo a tiempo, el orgullo quedaba fuera de la jugada en ese momento. Draco intentó sonreír al ver a su novio, aunque los nervios que tenía le burbujeaban bajo la piel.


— Hola... ¿cómo te sientes? —preguntó Harry acercándose a un lado de la cama. Debajo de ella, Ron miraba angustiado los pies de su amigo demasiado cerca.


Draco asintió sonriéndole, y cuando Harry quiso sentarse en una silla, de inmediato reaccionó alarmado moviendo su cabeza de un lado a otro. Pensaba que si ocupaba ese lugar podía llegar a ver algo bajo su cama. Harry desistió de sentarse, intrigado por la peculiar actitud de su novio, y al sentirse observado con curiosidad, Draco se forzó a seguir sonriendo, ahora más cariñosamente mientras invitaba a su novio a sentarse a su lado. Esperaba que desde la cama no pudiese descubrir la presencia de Ron bajo de ella.


Harry ocupó su lugar junto a su novio pero no le abrazó como solía hacer antes, simplemente se quedó ahí en silencio, orando para que a Severus no se le ocurriera llegar a vigilarle. Por su parte, Blaise los miraba alternadamente, algo confuso por la frialdad de quien siempre fueran el par de novios más meloso del colegio.


— ¿Están enojados?

— No. —respondió Harry enseguida.

— Ah, es que, como ni se han besado... antes se necesitaba una bomba para evitarlo.

— Tampoco es necesario andarlo haciendo a todas horas y frente a todo el mundo. —pretextó Harry nervioso.


Draco notó como Blaise no se convencía de la respuesta e incluso Hermione ya los miraba intrigada, así que, esperando que Ron no se molestara, sujetó a Harry por el mentón para besarle suavemente. El ojiverde palideció, no quería ese beso, le había prometido a Severus que no habría ni uno más, pero no podía rechazarlo frente a quienes ya le cuestionaban su comportamiento... así que simplemente dejó que Draco lo hiciera y se limitó a esperar a que no durara demasiado.


La puerta se abrió y Harry se separó de inmediato, rogando para que su suerte no fuera tan mala. Respiró aliviado al ver que quien entraba era Poppy, aunque al recordar que la enfermera ya estaba enterada de su relación con Severus, volvió a palidecer mirándola suplicante.


— ¿Dónde está su padre, Señor Malfoy? —preguntó procurando no mirar al ojiverde.


Draco se encogió de hombros, realmente no tenía idea de dónde podía estar metido su padre. Poppy suspiró resignada y dirigió finalmente su mirada hacia Harry.


— Supongo que como su pareja formal, debo informarle también a usted, señor Potter.

— ¿Pasa algo? —preguntó Harry procurando no enrojecer.

— Nada malo, sólo que el joven Malfoy puede abandonar la enfermería de inmediato.

— Pero... ¿y su afonía?

— Eso se curará con el tiempo. Mañana mismo empezará la terapia de recuperación para su voz. Deberá guardar reposo y está exento de acudir a clases, sin voz no puede pronunciar ningún hechizo y podría resultar peligroso.

— Está bien, le acompañaré a su habitación.

— El joven Malfoy no regresará a la sala común de Slytherin, el Profesor Dumbledore ha dispuesto un par de habitaciones donde se guarecerán él y su padre bajo la protección de Hogwarts. Esperen a que regrese el señor Lucius para que sea él mismo quien los conduzca hasta el lugar indicado.


Harry y Draco asintieron. El ojiverde aprovechó para levantarse de la cama y separarse más del rubio. Al ver que Poppy se dirigía a su despacho, se excusó dejando a su novio conversar con Blaise para ir tras de la enfermera.


— ¿Qué sucede, Potter? —preguntó Poppy y su voz se escuchó en extremo dura.

— Por favor, no le comente a Severus lo que vio.

— Descuida, pero si le estás jugando chueco, te aseguro que pronto te darás cuenta que el Profesor Snape no tiene sólo el afecto del señor Director.

— Yo lo amo, usted sabe que lo amo más que a nadie. —respondió acariciándose suavemente su vientre.

— ¿Es suyo?

— ¡Claro que es de él! —exclamó frunciendo el cejo ofendido.

— Bien, no debo entrometerme en tu vida privada, Potter, pero no creo que el Profesor Snape merezca que te andes besuqueando con otro a sus espaldas. Debes sentirte afortunado de que te permita estar a su lado... nadie más que tú lo ha conseguido.

— Lo sé.


Poppy hizo una señal al chico para que se retirara, y al quedarse sola suspiró hondo. Harry tenía una suerte que ella hubiera deseado con toda el alma, sin embargo, sabía que eso jamás podría ser, su amor se mantendría callado por siempre.



Corazones clandestinosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora