Buenas y... no tan buenas noticias

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Buenas y... no tan buenas noticias





Severus miró preocupado como Harry se aferró a la almohada luego de acomodarlo bajo las cobijas, parecía estarse aferrando a ella como si estuviese a punto de hundirse al infinito. Sin perder tiempo llamó a Poppy a la enfermería y regresó a su lado para sostenerle, cada vez más nervioso de que el chico no abriera los ojos y la palidez continuara acentuándose, sus labios ya los notaba casi blancos y resecos. Desde su lugar envió un hechizo para ocultar la fotografía de los ojos de Harry, eso sería siempre nada más para ellos y en su intimidad.


— En mi despacho tengo algo de poción para el mareo, te traeré un poco para que te recuperes mientras llega Pomfrey.

— No, Sev... no te muevas. —pidió aumentando su abrazo.

— Pero, Harry.

— De verdad, me siento mucho mejor cuando te siento cerca... no te muevas.

— De acuerdo, amor, me quedaré a tu lado.


Un ruido de cristales rompiéndose los hizo girar la cabeza. Harry emitió un pequeño quejido cuando el instinto le hizo abrir los ojos provocando que el vértigo se intensificara, motivo por el cual, se sujetó tan fuerte de Severus que éste respondió estrechándolo contra su pecho sin importarle la atónita mirada de Poppy. A sus pies estaba una charola con instrumental y algunos frascos rotos.


— ¿Ustedes dos? —preguntó Poppy mirándoles totalmente aturdida, no obtuvo respuesta y no la necesito. Su instinto profesional le hizo sacudir la cabeza para concentrarse en su deber. Un movimiento de su varita limpió el estropicio y se acercó hacia la cama de Severus, donde Harry reposaba—. ¿Puede decirme qué le pasa, Señor Potter?

— Un mareo, no quiere quitarse y es demasiado intenso.

— Bien, lo revisaré. —respondió con seriedad—. Profesor, necesito un poco de espacio.

— Sí.

— ¡No! —negó Harry asustado.

— Será sólo unos minutos, cariño. —le consoló Severus—. Deja que Poppy te revise, podemos contar con toda su confianza y discreción.


Harry gimió suavemente aceptando la disposición de Severus, tuvo que resignarse a soltarlo pero volvió a aferrarse a la almohada mientras Poppy realizaba algunos hechizos de inspección. Severus permaneció al pie de la cama, abrumado al ver que Harry continuaba sin poder abrir los ojos.


— ¿Y bien? —preguntó Severus cuando Poppy terminó.

— Profesor, no es mi intención involucrarme demasiado en su intimidad, pero... ¿tuvieron relaciones anoche?


Severus y Harry enrojecieron confirmando la pregunta de la enfermera, quien no pudo evitar también sonrojarse. Sin embargo, no abandonó su pose imparcial y continuó.


— Hay una situación muy peculiar presentándose en el joven Potter. Siéntese, Profesor, es algo largo de explicar y además creo que necesitará estar con apoyo.


Severus pensó en protestar, no era un débil que necesitara sentarse para recibir cualquier noticia, pero recapacitando y sintiendo que ahora era un caso especial al tratarse de Harry, regresó a su lado sentándose junto a él y ayudándole a colocar su cabeza en su regazo, donde le acarició suavemente su alborotado cabello para relajarlo.


— Habla ya, Poppy... ¿qué tan malo es?

— Eso depende, Harry Potter está embarazado.


Harry abrió los ojos sin poder evitarlo, el mareo regresó y Poppy decidió darle un remedio que invocó desde la enfermería y estaba segura que le ayudaría a sentirse mejor mientras recibía el resto de la noticia. Severus ayudó a dar la poción que él mismo había preparado alguna vez y esperó a que Harry se sintiera mejor para volver a poner atención a las palabras de la enfermera.


— ¿Estoy esperando un bebé? —preguntó Harry tímidamente.

— Así es, Potter. —aseguró Poppy—. No tiene mucho de embarazo, supongo que ha notado algunos de los síntomas, como mareos y náuseas.

— Sí, creo que sí, pero... ahora es demasiado fuerte ¿eso es normal?

— Podría decirse que sí, aunque no muy frecuente.

— Explícate, Poppy, por favor. —pidió Severus angustiado.

— Bien. Entre magos, hay diferentes tipos de magia, algo así como hablar de clasificaciones sanguíneas, aunque de un modo ciertamente diferente.

— Eso lo sé, ¿qué tiene que ver? —increpó Severus.

— De acuerdo a lo que veo, ustedes dos son de un tipo de magia totalmente opuesta, y que además, en el caso de Harry es sumamente extraña. Es lógico suponer que todo deriva desde los acontecimientos ocurridos en su primer año de vida. En fin, el hecho es que ahora Harry lleva en su cuerpo los dos tipos de magia y resiente lo desconocido.

— ¿Quiere decir que lo estoy rechazando? —preguntó Harry asustado.

— Quiere decir que se está acoplando. Su hijo, Potter, al contrario de lo que sucede con la incompatibilidad sanguínea aquí la magia se une, no se repele, está creando una nueva clase. Es algo relativamente normal, aunque en su caso, por ser ambos de una potencia superior al promedio, su cuerpo, Potter, se desequilibra al contacto con la parte paterna de la magia del producto que lleva en su interior.

— No entiendo bien.

— Lo que tiene que entender es que su hijo se encuentra en buenas condiciones, y cuando nazca seguramente será tan poderoso como sus padres, pero con una clase diferente de magia.

— ¿Y eso qué quiere decir?

— La magia es lo que nos da nuestras habilidades, Harry. —respondió Severus adelantándose a la enfermera—. Es la que determina para qué somos buenos, hay quienes lo son mejores para encantamientos, otros para pociones, otros en Transformaciones ¿me entiendes?

— Sí... y creo que ya sé porqué no puedo hacer una Poción bien. —bromeó sin poder evitarlo—. ¡Y tú me echabas la culpa!

— Tonto. —respondió besándole cariñoso.

— ¿Nuestro hijo podría heredar las habilidades de los dos? —cuestionó Harry sonriendo al sentir como Severus se estremeció al momento de pronunciar las primeras palabras.

— Así es. —aseguró Poppy sonriendo—. Por eso les decía que es una situación que se presenta con frecuencia, lo único diferente es que ahora hablamos de dos magos llenos de habilidades y con un poder como pocos, por eso la intensidad de sus mareos, Potter.

— ¿Y qué tiene que ver eso con la primera pregunta que nos hiciste? —cuestionó Severus volviendo a sonrojarse.

— Pues porque su hijo va alimentándose de la magia de ambos. Los dos notarán algunas señales de eso al día siguiente de una relación.

— ¿Me seguiré sintiendo así si vuelvo a estar con Severus?

— No, Potter. —negó la enfermera, divertida por la angustia de Harry—. Para eso es la poción que le he dado ¿nota mejoría?

— Sí... creo que sí. —respondió luego de intentar abrir los ojos, alegrándose de poder ver sin sentir que todo giraba. A su lado, Severus sonrió feliz por disfrutar de nuevo el verde que le daba vida.

— Deberá tomarla todas las noches para que no sufra de molestias.

— ¿Porqué yo no tengo ningún síntoma?

— No puede asegurar eso, Profesor. —dijo Poppy con una traviesa sonrisa—. Le aseguro que si se pone a realizar una Poción en este momento probablemente tendría peores resultados que Longbottom.

— ¡Desde ya te tomas esa poción sin falta, Potter! —bramó Severus aterrado por la posibilidad de hacer explotar algún caldero.


Harry rió mientras intentaba incorporarse, por fin podía hacerlo sin ningún problema, aunque Severus se prestó a ayudarlo hasta que finalmente quedó sentado sobre la cama recostado en el pecho de su amante.


— ¿Será así cada embarazo? —preguntó Harry llevando una mano a su vientre.

— No, sólo el primero. Su cuerpo creará defensas para que la próxima vez pueda aceptar la magia del Profesor Snape sin problemas.

— ¿Deberemos limitar la magia?

— Al contrario. Un gestante siempre estará alimentando a dos, debe estimular la producción con pequeños hechizos diarios... Y usted, Profesor, debe hacer lo mismo, pues seguirá proporcionando dosis mágicas al bebé, bueno, supongo... si es que quiere volver a tener actividades como las de anoche y que su magia se manifieste tanto como la de Potter en el hijo que esperan.

— ¡Claro que quiero! —exclamó Severus de inmediato.


Pomfrey sonrió, aunque le era muy extraña esa situación, reconocía perfectamente un verdadero amor y ese era el que se presentaba frente a ella. Pensó en lo contradictorio de las magias desiguales, tal vez también era el mejor ejemplo de que los polos opuestos siempre se atraerán sin que nadie pueda evitarlo, se buscarán el uno al otro para poder formar una sola pieza... tal como veía ahora la desigual pareja que unidos se acoplaban sin dejar huella de que fueran alguna vez dos personas separadas.


No quiso preguntar nada, ni siquiera por el papel que jugaba el joven rubio unos pisos arriba. Lamentaba la posición de Draco Malfoy, pero estaba segura que no tendría más remedio que buscar por otro lado alguien que le amara.



Corazones clandestinosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora