Un sábado en Hogsmeade

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Un Sábado en Hogsmeade




Harry ni siquiera sabía porque su cuerpo no respondía a sus órdenes. Se suponía que iba a levantarse y rehusar un nuevo acercamiento, pero en lugar de eso, se recostó recibiendo el cuerpo de Snape sobre él y ofreciendo sus labios ansiosamente. El Profesor ni siquiera se demoró en tomar y saborear de su boca, a eso había ido y era obvio que aprovecharía todo el tiempo. Le era sumamente gratificante notar la tímida ferocidad de Harry, respondiéndole a cada segundo.


— Espere. —pidió al cabo de unos minutos de besarse sin descanso—. Hay que hablar primero... Esto no puede continuar así.

— ¿Porqué siempre tienes que terminar diciendo lo mismo?


Snape se incorporó y fingiendo indiferencia, a pesar de que estaba muriendo por continuar besándole, tomó uno de los emparedados que había llevado Draco y recargándose en un árbol, empezó a comer con tranquilidad.


— Pero es que jamás hablamos, simplemente nos besamos y eso no es ninguna relación... eso no es nada.

— ¿Quieres una relación conmigo, Potter? —preguntó mirándole insinuante—. No me imaginé que estuvieras tan prendado de mí.

— Usted sabe que no es eso. —aseguró sin poder evitar sonrojándose.

— ¿Y entonces para qué te complicas la vida?... ¿Quieres algo conmigo? Sabes lo que tienes que hacer... Rompe con Malfoy.

— No puedo hacer eso.


Harry bajó la mirada antes de ir a sentarse junto al Profesor. Él simplemente se encogió de hombros y tomando otro emparedado se lo ofreció al chico. Harry lo sujetó pero no pudo comerlo, sólo lo miró recordando que debía estarlos disfrutando con Draco, no con Snape.


— ¿Porqué te engañas, Potter? —le cuestionó Snape quitándole el emparedado para desenvolvérselo de la servilleta antes de volver a entregarlo—. Sabes que tarde o temprano terminarás conmigo... Malfoy no te llena lo suficiente para cerrar tus ojos a otras posibilidades, y si me estás tolerando, es porque sabes muy bien lo que quieres aunque te resistas a admitirlo.

— Me siento mal con lo que hago.


Harry llevó el emparedado a su boca pero no pudo darle ni una mordida, volvió a dejarlo en su lugar manteniendo su vista baja. Snape le miró y dejó salir el aire de sus pulmones. Inesperadamente, atrajo a Harry contra su pecho para abrazarlo cariñoso. Ya no hizo intento de besarlo, sólo lo cobijó con sus brazos.


En su despacho, Dumbledore parpadeaba repetidamente al ver a Draco esperándole, supuestamente por indicaciones del Profesor de Pociones... hizo nota mental de preguntar de eso a Severus, mientras tanto, tuvo que encontrar un tema de conversación con el rubio Slytherin, aunque lo único de lo que podía hablar con él era de lo excelente de sus calificaciones.



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Al llegar la noche, Ron y Hermione se encontraban sentados en la sala común, ambos en silencio, cada uno ocupado con sus propios pensamientos. De pronto, la puerta del retrato se abrió y Ron esbozó una media sonrisa al ver entrar a Draco.


— ¿Qué se te perdió ahora, Malfoy?... Sabes que a esta hora Harry está en sus detenciones.

— ¿Qué ahora tengo que darte explicaciones si quiero venir a esperarlo? —preguntó sentándose a su lado junto a la chimenea.

— ¿A esperarlo o a hacerle los deberes? —preguntó burlón.

— Eso no te interesa... Mejor deberías de ponerte a estudiar, apuesto a que ni siquiera has hecho la redacción de Pociones, malagradecido.

— Yo no te pedí nada, si es que a eso te refieres... así que para la próxima preocúpate por ti mismo, huroncito.

— Eso haré, gracias por el consejo. Me doy cuenta que eres un caso perdido, si sigues en ese camino tendrás menos futuro que un hechizado de tarantallegra robando panderetas.

— En todo caso, es algo que no te compete... Es fácil hablar de futuro cuando tienes un padre que te da todo.

— Me preocupo por mí mismo, porque quiero la vida que merezco.

— ¡Por Merlín, pero que soberbia!... No puedo creer que siendo cinco millones de espermatozoides, tú hayas sido el primero. —refutó nauseoso.


Hermione bufó fastidiada de escucharlos siempre pelear, así que se puso de pie y se marchó. Ni rubio ni pelirrojo lo notaron, ellos continuaban con su intercambio de palabras sin hacer caso de lo que sucedía a su alrededor.


La castaña encaminó sus pasos hacia el jardín trasero, Blaise debía de estar en sus ejercicios, y aunque se había prometido no buscarlo más, no podía reprimirse... quería verlo, aunque fuera a escondidas pero necesitaba sentirse cerca de él. Su corazón lanzó un bombazo de sangre caliente al verlo trotar con su característica elegancia, el cabello castaño agitándose con el viento nocturno.


"¿Qué hago? —se preguntó entristecida—. Me gusta mucho, pero... ¿seré capaz de seguir intentando que se fije en mí si tiene novia?".


"¡Es tan hermoso!"



Hermione suspiró embelesada al ver al chico dejarse caer al césped para estirarse un poco luego de terminar su recorrido. Por un momento se sintió tentada de ir a reunirse con él, pero se detuvo al primer paso cuando vio a Pansy salir por otro de los corredores. Ya no quiso quedarse, dio media vuelta y se marchó derrotada.


Blaise se había incorporado al sentir la presencia de su compañera de casa, ese movimiento le ayudó a presenciar a alguien que se alejaba, sólo pudo distinguir una enredada cabellera castaña.


"Lástima".

Corazones clandestinosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora