Slytherin al acecho

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Slytherin al acecho






Terminaron las clases vespertinas y en la sala común de Slytherin se desarrollaba una reunión muy peculiar. Los diez alumnos testigos de la salida de Harry de las habitaciones privadas de su jefe de casa se mantenían sentados en círculo aprovechando que no había nadie más que pudiera escucharlos.


— ¿Creen que...?

— No vamos a creer nada, Pansy. —le interrumpió Blaise—. Puede haber muchas explicaciones para lo que vimos.

— Cierto. —apoyó Theodore, aunque no muy convencido—. Tal vez se trate de alguna de las detenciones de Potter.

— ¿Detenciones a las siete de la mañana en su habitación? —cuestionó Pansy—. No creo que sean tan ingenuos, chicos.

— Es nuestro jefe de casa, Pansy, no te olvides de eso.

— No me olvido, Nott, y tampoco me olvido que el Señor Oscuro nos dijo que...

— ¡Calla! —le ordenó Theodore de inmediato.


Pansy guardó silencio comprendiendo lo indiscreta que había sido al estar a punto de hablar de más frente a quienes habían rechazado unirse al círculo de mortífagos. Blaise supo enseguida que era la causa del abrupto silencio.


— Aunque no sea uno de ustedes, jamás les traicionaría. —afirmó indignado—. Puedo tener muchos defectos, pero jamás un soplón.

— Lo sabemos, Blaise. —respondió Nott sonriéndole—. Eres mi mejor amigo y por lo tanto, es preferible que te mantengas al margen, no te quiero ver en problemas.

— ¿El Profesor Snape está en problemas?

— Sólo si uno de nosotros habla de lo que vio.

— Pienso que los problemas los tendremos nosotros si hablamos. —dijo Millicent interviniendo por primera vez y consiguiendo la atención de sus compañeros—. No podemos estar seguros que el Profesor Snape esté cumpliendo órdenes del Señor Oscuro y si decimos algo, es probable que echemos todo a perder.

— Has estrenado tu cerebro, Millicent. —se burló Theo—. Y creo que tienes razón, lo mejor es guardar silencio, tampoco queremos hacer enfadar al Profesor Snape, no es conveniente para ninguno de nosotros.

— Bien, entonces no diremos nada. —concluyó Blaise.

— Y eso incluye a tu noviecita. —remarcó Pansy frunciendo el ceño.

— A nadie. —intervino Theodore antes de que Blaise respondiera y pelearan de nuevo—. Los demás están de acuerdo, supongo.


Crabble, Goyle y el resto de los alumnos asintieron aunque los dos primero sin entender bien lo que pasaba. Blaise se puso de pie para salir de la sala común a reunirse Hermione. Pansy no le quitó la vista de encima y en sus ojos se podía adivinar los celos que sentía.


— Olvídalo ya, Pansy. —dijo Theodore notando la ira de la bella chica—. Él ya decidió hacer su vida con alguien más, y reconoce que lo tuyo es sólo un capricho.

— Y absolutamente nadie me deja sin cumplir mis caprichos. —refutó altanera—. Esa Granger va a pagar muy caro el haberse entrometido ¡eso te lo juro!


Theodore vio como Pansy se marchaba a su recámara, suspiró preocupado, no le agradaba en lo absoluto esa actitud, pero mientras él pudiera, jamás nadie le pondría una mano encima a la chica más linda que hubiese pisado Hogwarts. No importaba si jamás sería para él, confiaba en que su amigo la haría siempre muy feliz, el amor que se tenían era imposible de ocultarse.



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Harry iba hacia las mazmorras cuando se encontró a Remus en uno de los corredores, de inmediato decidió poner manos a la obra en la petición de Sirius.


— Hola ¿a dónde vas?

— A mi despacho, debo revisar algunas tareas.

— Necesito hablar contigo, ven, por favor.


Harry tomó a Remus de la mano para acompañarlo hasta el despacho. El licántropo no le quedó de otra más que complacerle, aunque en realidad su destino había sido las habitaciones de Lucius, ya había decidido darle la oportunidad que le pedía.


— Es sobre Sirius que quiero que hablemos. —le dijo Harry a su amigo—. Me ha pedido que vayamos a pasar la Navidad en Grimauld Place.

— Eso no le va a hacer mucha gracia a Snape. —comentó ignorando el pinchazo en su corazón al saber la noticia.

— No se enterará, se enojaría. Además, ya convencí a Sirius de quedarse aquí.


Remus sonrió sin idea de qué responder, le alegraba enterarse de ese cambio de opinión, pero no quería emocionarse demasiado.


— Él está algo desconcertado luego de saber de tu relación con Lucius.

— Ah... ¿ya te dijo?

— Sí.

— ¿Y te contó que lo atacó en el pasillo sin tener ningún motivo para ello?

— No. —respondió arqueando una ceja, aunque enseguida se repuso—. Debes perdonarlo, espero que Lucius no resultara muy herido.

— No, creo que no. Y supongo que no me porté muy bien con él, no le di el apoyo que merecía luego de maldecir a Sirius.

— ¿Lo maldijo?

— Para defenderse, le envió un cruciatus, eso me hizo enojar, pero creo que en ese momento no pensó en nada más que en salvar su integridad. Actuó de la única manera que se le ocurrió.


Harry frunció el ceño, no le gustó nada enterarse de ese altercado y mucho menos saber que su padrino había sufrido una maldición imperdonable, ya no tuvo ninguna duda de con quien le gustaría que Remus estuviera.


— Remus, ¿no crees que Malfoy se sobrepasó?... tal vez no sea tan buena persona después de todo.

— Así reaccioné yo en un principio, pero ahora puedo ver las cosas con mayor claridad y estoy dispuesto a hablar con él y aclarar la situación.

— Remus, ¿no te importa lo que pueda sentir Sirius si regresas con Lucius?

— Sirius es aún un niño malcriado, no tengo porqué dirigir mi vida a su antojo.

— Yo entiendo eso, pero él te quiere mucho y desea tu bien.

— Pues entonces que acepte que voy a regresar con Lucius.

— ¡No! —exclamó más efusivamente de lo que pretendía—. ¿Remus, no has pensado en darle una oportunidad a Sirius?

— ¿Oportunidad para qué?

— No sé... tal vez él quiera estar contigo ¿no te gustaría eso?

— Me parece que te contó lo que le confesé ¿verdad? —preguntó y Harry asintió apenado—. Bien, no importa, eso ya es pasado, que no se preocupe por querer remediar un error que no existe. Abrí mi boca de más y no me arrepiento, Harry, pero Sirius no tiene porqué sentirse culpable de no corresponder a mis sentimientos, yo no le reprocho nada así que tampoco hay nada que solucionar entre los dos.

— ¿Aún lo amas?


Remus no respondió, sólo sonrió tristemente fijando su mirada en un punto de la habitación. Harry ya no quiso insistir pero no tenía ni idea de qué pensar, por un momento le pareció que su amigo podía seguir enamorado del animago, pero siguiendo su mirada y notar que se había fijado en un cuadro de la habitación donde un hombre a la usanza antigua jugaba con un elegante bastón, se sintió totalmente confundido... aquella imagen bien podía tener un discreto parecido con Lucius, y la mirada de Remus era de nostalgia, tal vez de ansiedad de volver a tenerlo a su lado.



Corazones clandestinosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora