Amores nuevos

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Amores nuevos







Harry no sabía qué decir, nunca en su vida se había sentido tan nervioso. No esperaba esa confesión por parte de su Profesor. Una cosa era sentir su cariño, su interés, percibirlo persiguiéndole, pero un "Te amo" proveniente de sus labios jamás se atrevió ni a soñarlo... era demasiado... demasiado hermoso.


Severus rozó los labios de Harry con los suyos pudiendo sentirlos temblar, y aunque un puñal se clavó en su alma al darse cuenta que no era correspondido, no lo demostró. Sólo le sonrió cariñoso mientras continuaba acariciándole el rostro con la misma dulzura.


— Siento si te asusté con lo que he dicho, y comprendo bien si no te sientes preparado para decirlo, Harry... pero no dudo de que estés sintiendo lo mismo que yo.

— Sí lo siento, Sev. —aceptó abrazándolo suavemente—. Y no me cuesta nada decirlo, es sólo que me sorprendí de que tú lo hubieras hecho antes.

— ¿Seguro nada más es eso? —preguntó buscando de nuevo su mirada.

— ¡Completamente seguro!


Severus se sintió aliviado al ver la sinceridad en los ojos verdes. Nunca en su vida había pronunciado esas palabras y pensó que no le importaría obtener una negativa si algún día las decía, después de todo, eso sería lo más probable. Sin embargo, comprendió que estaba equivocado, había dolido y mucho. Afortunadamente no duró demasiado, ahora era feliz sintiendo el amor de Harry en su mirada y en sus suaves caricias, y luego en aquel beso tan cálido que le dio.


— Sev, quiero decírtelo cuando no haya nadie más en mi vida, no quisiera que sonara hipócrita de mi parte porque lo que siento es lo más intenso y sincero que ha nacido en mi alma desde que tengo memoria. Y aunque muero por gritarlo al mundo, prefiero esperar hasta hablar con Draco... Me entiendes ¿verdad?


Severus asintió, y volviendo a acomodarse amoldándose en el cuerpo de Harry, se dispuso a retomar su sueño, aunque ahora probablemente le costara más poder lograrlo. El ojiverde podía sentir la preocupación del Profesor casi al igual que el amor que acababa de confesarle, y contrario a lo que siempre le sucedía, ahora podía sentir un calorcito agradable invadiendo su corazón ante la perspectiva de sentirse cuidado.


Sonrió sintiéndose total y perdidamente enamorado de ese hombre, cerró los ojos acurrucándose más a él, prometiéndose que rompería con Draco en cuanto lo viera, ansiaba hacer a un lado sus limitaciones para no decir plenamente lo que sentía.



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A la mañana siguiente, los tres Gryffindor desayunaban en silencio, cada uno sumido en sus propios pensamientos. Hermione feliz al ver a lo lejos a su ahora novio, saludándose discretamente. Aunque luego dejó de hacerlo al notar que Pansy cuchicheaba con algunos de sus compañeros mientras la miraban, sin siquiera molestarse en disimular su asombro ante lo que contaba la Slytherin. Unos incluso, se tapaban la boca acallando risillas burlonas.


El rumor del nuevo noviazgo fue expandiéndose por todo el comedor. Hermione veía aquello con disgusto, jamás le había gustado que la gente ocupara su tiempo en chismes, y aunque no le preocupaba verse inmiscuida en ellos, tampoco es que fuera muy agradable.


Fue testigo de cuando Blaise fue notificado del rumor gracias a uno de sus compañeros, y aunque el chico frunció sus labios, le vio mover negativamente la cabeza como si decidiera dejar de pensar en ello.


La distracción al ver a su novio impidió que Hermione se diera cuenta que algunos de su propia mesa ya hablaban al respecto, y fue hasta que sintió las miradas fijas de los que se encontraban más cercanos a ella, que les prestó atención. A su lado, las expresiones asombradas de Harry y Ron fueron las únicas que le hicieron enrojecer de vergüenza.


— ¡Eres novia de Zabini! —exclamó Ron con los ojos desorbitados.

— ¿Y? —preguntó intentando prestarle más atención a su sopa que a las miradas de los demás.

— ¿Desde cuándo? —interrogó Ronald.

— Desde ayer.

— ¡Y somos los últimos en enterarnos! —reclamó indignado—. ¿Porqué no nos habías dicho?

— Porque no, y será mejor que no le den demasiada importancia. Es sólo un noviazgo como cualquiera.

— ¡Un noviazgo de Hermione Granger no es como cualquiera!... Además, eres nuestra mejor amiga, debimos enterarnos por ti misma.

— Basta, Ron. No creo que ustedes no tengan secretos para conmigo.


Harry bajó la mirada enseguida, a pesar de que no había hablado, se sintió completamente aludido al respecto. Ron, por su parte, intentó decir algo pero no salieron de su boca más que balbuceos sin sentido.


— De acuerdo, siento mucho no haberles dicho en cuanto los vi esta mañana. —se disculpó Hermione luego de respirar hondo—. Pero quería esperar un buen momento, jamás me imaginé que Hogwarts se hubiera convertido en la sucursal del Profeta.

— Disculpa, tienes razón. —admitió Ron con más suavidad, a lo lejos miraba a Draco y su propio secreto con él.

— ¿Estás contenta? —preguntó Harry finalmente.

— Supongo que sí.


La voz de Hermione se escuchó normal, como si estuviera solamente saludándoles, pero tanto Harry como Ron apreciaron que su mirada no era como siempre, y ambos suspiraron envidiando la suerte de su amiga de poder salir con su pareja sin ninguna preocupación.


Hermione les miró intrigada por su conducta, pero no pudo interrogarles debido a la presencia de Blaise. El Slytherin había alcanzado a ver de lejos la conversación de su novia con sus mejores amigos y supuso que sería una buena idea presentarse a apoyarla, después de todo, Potter y Weasley eran no solo sus mejores amigos, el cariño era casi como de hermanos y como tales, debía enfrentarlos.


Tanto Ron como Harry se pusieron de pie al verlo, por lo que el Slytherin de inmediato adoptó su pose más formal para encararlos.


— Buen día, Potter... Weasley. —les saludó cortésmente—. Creo que no me equivoco al pensar que ya se han enterado de mi relación con Hermione, y por lo tanto, he de decirles que no deben preocuparse por ella. Sabré cuidarla y respetarla como se merece. Es lo único que quería decirles, sobre todo conociendo el lazo tan fuerte que los une a ustedes tres.

— Que no te quepa duda, Zabini... —afirmó Ron—... que te estaremos vigilando. No vamos a permitir que faltes a esas palabras que recién pronunciaste.

— Entiendo, por mí no hay problema. —respondió enviándole una dulce sonrisa a su novia quien se puso de pie para colocarse a su lado en muestra de apoyo.

— Cuídala mucho. —pidió Harry sonriendo ante lo que pasaba.

— Por supuesto, Potter.

— ¿Porqué no te quedas a desayunar con nosotros? —le invitó Hermione.

— ¿No recuerdas que eso está prohibido? —le dijo Ron señalando la mesa de los Profesores donde Snape, aparentemente, no les ponía atención.

— ¿Prohibido?

— Sí, es cierto, Blaise. No sabemos de dónde lo sacó el Profesor Snape, pero eso nos dijo, así que será mejor que nos veamos después.


Blaise no comprendió bien de lo que hablaban pero no le quedó más remedio que despedirse de su novia, después de todo, ya se aproximaba la hora de su clase. Harry aprovechó que nadie le ponía atención para mirar hacia donde Snape bebía de su café y por encima de la taza notó su mirada oscura fija en él. De inmediato sintió que toda su sangre aumentaba la velocidad con que corría por sus venas.


Apenas le dio tiempo de disimular cuando Ron le apuró para irse a sus clases. Antes de irse desvió la mirada hacia la mesa de Slytherin y vio que Draco recogía sus libros también disponiéndose a salir del corredor. Pensó que debía hablar con él, era mejor no dejar pasar más tiempo, así que consultando su reloj y comprobando que aún tenía unos cinco minutos, fue tras de él consiguiendo alcanzarlo en el corredor.


Le llamó y aunque el rubio pareció no escucharlo a la primera, logró detenerlo sujetándole del brazo. Draco se giró hacia él, pero no le miró a los ojos, y sólo sonreía nervioso mientras fijaba su mirada en el pasillo que conducía a su salón de encantamientos.


— Draco, necesito que hablemos.

— Bien, pero será después, se me hace tarde para mis clases, Harry.

— ¿Te veo entonces a la hora de la comida?

— No puedo, joli... debo hacer una redacción.

— ¿En la noche entonces?

— ¿Y tu castigo con Snape?

— Hoy puedo llegar más tarde, pero necesito que hablemos antes.

— Harry, tengo prisa ahora, ya quedamos luego ¿te parece?


Draco notó que Harry tenía toda la intención de insistir y para evitarlo no se le ocurrió otra cosa más que acallarlo con un beso que el Gryffindor no tuvo oportunidad de repeler. Abrió los ojos impactado por lo sorpresiva de aquella actitud. Finalmente, el Slytherin le soltó y se alejó apresurado hacia su clase.


Harry se quedó en su lugar, momentáneamente aturdido por la caricia. Él no iba por un beso, él iba a romper su noviazgo.


Fue entonces que lo vio, Severus estaba a unos pasos de donde se encontraba y por su actitud enfurruñada era seguro que había sido testigo de lo que había sucedido. Apenas iba a decir algo cuando lo vio salir de su propio aturdimiento y encaminar sus pasos hacia donde había ido el rubio.


Obligándose a reaccionar, Harry corrió tras de Severus. Odiaba que precisamente en ese momento los alumnos tuvieran que andar transitando por los pasillos rumbo a sus clases, eso le impedía llamar al Profesor para detenerlo. Por fin, al dar vuelta al siguiente corredor y encontrarlo a solas, aceleró sus pasos y tomando de la mano al Profesor, lo hizo entrar al primer aula que encontraran.


— ¿Qué pasa, Potter? —preguntó Snape furioso.

— ¿A dónde vas?

— ¡A romperle la naricita de muñequita al tarado de tu novio!

— Eso creí, pero no debes hacerlo, no hay ningún motivo.

— ¡Te besó! —gruñó ofendido.

— Pero yo a él no ¿viste eso, verdad?

— Sí. —admitió sin dejar de gruñir.

— Sev, él no sabe que ya no quiero que seamos novios, así que no la tomes en su contra, por lo menos dame oportunidad de hablar y aclarar las cosas.. Luego ya le puedes romper la nariz si vuelve a besarme. —dijo sonriendo divertido.


Severus fijó sus ojos en el chico sin deshacer su mirada que envidiaría cualquier ogro respetable, pero viendo esa dulce sonrisa y su mirada enamorada, le fue imposible permanecer frío. Con todo el amor que sentía, le abrazó, tan posesivamente como si temiera que alguien llegara a quitárselo.


— ¡Si ese rubiecito oxigenado se atreve a volver a besarte van a tener que buscar cabellos teñidos en la sopa!

— Nunca me imaginé que fueras tan celoso, Sev. —comentó Harry reposando su cabeza en el pecho del hombre, pero suspirando enamorado.


Severus afirmó y luego de levantar el rostro de Harry, le besó sin importarle el tiempo, lo único que quería era sacar de su memoria el sabor de otros labios que no fueran los suyos, quería sacar de su corazón a nadie que no fuera él, y quería que Harry supiera que nadie lo iba a amar más profundamente que Severus Snape.


— ¡Pues lo soy, Potter, y no puedes tener idea de cuanto!... ¡Lo mío es mío y no lo comparto!

— Aunque aún sea novio de Draco no me estás compartiendo, Sev. Eso se acabó, definitivamente se acabó, y mi presente y futuro eres tú.


Los músculos de Severus se destensaron al escuchar las palabras de Harry, él tenía razón, el rubiecito oxigenado era cosa del pasado aunque no estuviera enterado... y sonrió triunfante antes de buscar los labios de Harry para besarlo nuevamente.

Corazones clandestinosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora